EDITORIAL
El líder ya no está
Hugo Chávez está muerto y las cosas no volverán a ser como antes. Si bien es cierto que el presidente venezolano se encontraba invalidado desde diciembre del año pasado, hasta ayer la sola mención de su nombre y la milagrosa posibilidad de que lograra sobrevivir al cáncer ramificado en su cuerpo, actuaban como un compás de espera. Como si el tiempo hubiese estado detenido, hasta tanto se disiparan las dudas sobre su verdadero estado de salud.
El 28 del mes pasado se celebró el día de la segunda región más importante de España, cuyas ocho provincias cantó el poeta sevillano Manuel Machado. Tiene dos premios Nobel de Literatura: Juan Ramón Jiménez y Vicente Aleixandre. Tiene el vate hispano más leído en el mundo, Federico García Lorca; uno de los pintores de mayor prestigio en el siglo XX, Pablo Picasso; el guitarrista flamenco admirado en el orbe, Paco de Lucía, y uno de los monumentos con tal afluencia de visitantes que lo sitúa entre los principales a nivel ecuménico, la Alhambra, de Granada. Precisamente, en la Santa Fe de ésta se gestó el descubrimiento de América, y bucear en su historia, desde el tiempo primigenio de los tartessos es sumergirse en un mar de civilizaciones dispares: fenicios, romanos, cartagineses, visigodos, árabes durante ocho siglos, sin olvidar la influencia judaica, ni a los celtas ni a los iberos en el norte.
AL MARGEN DE LA CRÓNICA
Con los ojos puestos en el cielo
Los grandes asteroides son una amenaza cada vez mayor para la Tierra, por lo que habrá que invertir más en el estudio de estos cuerpos celestes, que hasta ahora no estaban en el centro de las investigaciones espaciales, según afirmó el científico ruso Yuri Záitsev.
A menudo, las ideas acuden sin motivo aparente. Ayer, se me ocurrió pensar en el abismo temporal que separa la génesis del arte pictórico paleolítico del mundo de imágenes en movimiento llamado cine, al que también se le asigna el sobrenombre de industria, vale decir un negocio del que se esperan grandes dividendos. A primera vista, esta idea hace gala de un bizantinismo desmedido. Sin embargo, parangonar la primitiva Edad de Piedra con el siglo XXI no es tan descabellado: la distancia entre los representantes de ambas épocas es apenas un suspiro en la fluyente eternidad del Tiempo.