Peisadillas
Hijos/as de la Gran Duda

Carlos Mario Peisojovich (El Peiso)
Soñé con algunas de las cosas de grandes maestros del Partido Columnista Internacional, de Orientación Marxista (de Groucho, obviously). Condición de maestros que les hace enseñar, así nomás, por pura vocación, y que como no puede llegar a ser de ninguna otra manera, fueron, son, serán y seguirán siendo, eternos “sueñautas” recalcitrantes. Esos Maestros de mis sueños, risueños geniales, divertidos, alegres, claros y espectaculares son los creadores, cultivadores e inventores de la sencillez de la palabra y/o también cultores de lo sin igual y singular, de la absurda gimnasia del vocablo entrometido como de casualidad, pintando frases de lo surreal. Su humilde erudición de jugadores de la palabra, aparece y reaparece en formas recurrentes y con sabia dinámica que canta a la manera de un coro de ángeles celestiales, o bajo el aspecto de antiguas barras de estaño, antaño comunes, de esos cafés de billares y casín, donde sus auténticas verdades sonaban recias en el púlpito de congéneres, siempre del género masculino. Donde los tacos altos no eran los femeninos, y las bolas iban en sus buchacas, siempre bien puestas, como todo hombre que se presumía de tal, y yo, como todo petiso, calzado con unos Elevantor, ensimismado escuchaba, cafecito corto y al pie, como ellos, los maestros, profesaban en ese profético lugar, en donde las utopías se inventaban coronadas de aperitivos de exquisito sabor y con frescura efervescente de mágicos poderes curativos estomacales y del alma agobiada.
Sin margen a la duda, en estos cafés virtuosos (no cafés virtuales), los titubeos e indecisiones no se manifestaban coincidentes, mucho menos aparecían temas que hoy tendrían como excluyentes estrellas del fútbol que “retuitean” y “viralizan” sus nuevos peinados, tatuajes o su nueva y gatuna acompañante, o si tal o cual cola está “fotoshopeada”, si la foto tuya o de tu amigo es la más “likeada” del “feisbuk”; si aquélla o aquél “stalkeó” todas mis fotos de Instagram... Mi sueño es una sucesión de imágenes, me gustan todas las fotos, me gusto yo, yo tengo mi propio Peisbook.
Mis peisadillas se rememoran clásicas, o en sucesiones de imágenes oníricas aggiornadas y procesadas por ordenadores que ordenan desordenados autómatas... ¿De qué se trata? Pues de algo que por desobedecer a los que más saben se los voy a contar, o cantar, depende del lado que se lo mire u oiga. Ellos, en su humildísima sabiduría decían: “Cuando no tengas de qué hablar, no hables ni del tiempo meteorológico y ni de los programas nuevos de la tele...”. Pero claro, es solo un sueño, y es como soñar a medias sobre los medios sin miedo y sospechados chupamedias.
Esos medios que lamentablemente sin humor, y dependiendo del pensamiento de quien enciende, compra o escucha, nos muestran realidades alternas, que nos transforman en hijos/as de la gran duda. ¿Quién dice la verdad? ¿Quién cuenta lo que realmente pasa? ¿Un plano abierto es inconmensurablemente más preciso que un plano cerrado? ¿Un bolso es más deleznable que la plata enterrada o el dinero en otras tierras? Los dineros gastados en obra pública inflada para bolsillos cada vez más desinflados ¿a quién pertenecen?
Permitanmé dudar, pues la que no entregó la banda, y ahora la Banda la está entregando, no habla con franqueza. Y quién ahora gobierna, Macriting mediante, parece haber olvidado lo que muchos saben ¿lo hace ser más franco ser el hijo de Franco?
Ruidos extraños intentan despertarme, afortunadamente son ruidos de votos los que se acercan, no de botas, y no botemos nuestra decisión a la basura. La incertidumbre de los precios y los presos, del trabajo y los de abajo, de la dieta de los senadores y los que apenas cenan. Las hijas y los hijos de la gran duda analizan en ser monas o sermones, si te pintas de verde o salís de celeste, si te pones feliz por lo de Barranquilla, o estás mal por el lado de Barranquitas.
Tanta duda nos despelota, no inflen tanto las pelotas, porque pueden reventar...
Sin dudar.