Señal de ajuste
¿Qué hacemos con los gorilas?

Andrea del Boca, la productora del nuevo programa de Canal 7, “Tiempo de pensar”. Foto: Gentileza Prensa TV Pública
Roberto Maurer
En su momento, la actriz Florencia Peña declaró que su debut como productora sería “a lo grande”, y lo fue gracias a la generosidad del Estado nacional que, a través de Canal 7, le compró “Sr. y Sra. Camas” (1). Efectivamente, resultó “grande”, pero como fracaso artístico y comercial. Solamente funcionó como una devolución de afectos. Ahora, Canal 7 ha insistido con otra producción independiente con el estreno de una serie de unitarios que produce Andrea del Boca (2), en cuyo título se revela un propósito incompatible con la esencia misma de la televisión, creada justamente para lo contrario: “Tiempo de pensar”, se llama. Para desarrollar el pensamiento existen otras vías más adecuadas que la pantalla chica, la cual, si bien en su cosmos inabarcable ofrece productos intelectualmente dotados, los mismos no son representativos de la naturaleza misma del medio, cuyos criterios de verdad son los que establece Marcelo Tinelli.
TODOS A PENSAR
“Tiempo de pensar” (sábados a las 22) obedece a la sana intención de promover la reflexión a través del enfoque de problemas que preocupan o despreocupan a la sociedad, como el tráfico de personas, la violencia laboral, la adicción a la cirugía estética y la discriminación.
El primer unitario fue “¿Qué hacemos con papá?”, y empieza con la celebración familiar de los 85 años de Vicente (Roberto Carnaghi), en quien las primeras manifestaciones de una arterioesclerosis aguda se registran apenas cortada la torta de cumpleaños. Los cinco minutos previos al derrumbe bastaron para conocer a Vicente: un sujeto intratable, tirano, violento y antiperonista, que pelea a Felipe, su yerno peronista. Vicente es un viejo malo, pero desde siempre, y no por la obturación de sus arterias.
La ficción recorre todos los lugares comunes: los fracasos para controlar a Vicente se suceden, ningún miembro de la familia quiere hacerse cargo, hay quienes quieren sacar una ventaja y los cuñados y cuñadas son lo peor. Y los diálogos no deslumbran por su originalidad: “Él ya vivió su vida”, “Ojalá tus hijos te paguen haciéndote lo mismo que me hacen a mí”, “las cosas ya no son como en el pasado”, etc.
LA ÚNICA SOLUCIÓN
De ese manual, Andrea del Boca, la hija, surge como una heroína que se opone al traslado de Vicente, aunque resulta visible que el abuelo no puede andar suelto porque provoca verdaderos desastres. En rigor, hasta el espectador desea que lo encierren en alguna parte ya que, como dijimos, es un gorila odioso y temible.
Finalmente, la hija consiente y lo introducen en un geriátrico, con resultados exitosos. En una salida, Vicente visita a su hija, que le pregunta cómo está en su nuevo hogar.
—Al principio no me gustaba nada, fui haciendo amigos y me tratan bien-, le contesta el anciano, con una novedosa expresión de bondad-. Estoy a gusto ahí.
Y don Vicente, ya domesticado y feliz, se va del brazo con su yerno peronista: la reconciliación soñada por Perón y Balbín.
Si este ciclo ha sido creado para pensar, el resultado nos exime de hacerlo, ya que es una historia que se cierra sobre una solución, sin necesidad de cumplir con la premisa del ciclo, la de provocar reflexiones. ¿Qué hacemos con papá?, la pregunta inicial, ha sido contestada: lo enviamos al geriátrico. O, si se quiere una interpretación más etérea: una vez encerrados, los gorilas se vuelven buenos.
(1) Ignoramos si se mantiene en el aire. “Fue el mayor fracaso de mi carrera”, declaró el Puma Goyti, señalando que el programa del Ejército Argentino tiene un punto de rating, con el cual supera el 0.2 de la producción de Peña.
(2) Andrea Del Boca hizo méritos para obtener este apoyo del Estado Nacional. Tiene un puesto asegurado en la primera fila que aplaude a la presidenta. Contó a La Nación que su repentino compromiso político luego de una vida consagrada a la telenovela, surgió durante el conflicto de la 125, cuando temió que los agricultores tomaran el poder.