Ganados y carnes
Una primavera con faltantes
El interrogante es saber qué pasará después de octubre. Si se comete algún error en la primavera próxima, el salto de precios del último cuatrimestre de este año se puede enganchar con el ya conocido de marzo-abril.
Ignacio Iriarte
A largo plazo, el sector va camino a retroceder a los niveles de hace 90 años. Muchos feedlots ven venir este faltante de primavera, pero nada pueden hacer. Ven la recuperación de los precios del gordo, la variable más importante de este negocio, pero avizoran menos invernada. Hoy compran terneros muy chicos: se ha aprendido a recriar en los corrales y además, con un subsidio superior a 2,30 pesos diarios por cabeza, se disimula cualquier ineficiencia.
Con lo que hoy tienen los feedlots encerrados alcanza para mantener una oferta importante (500 mil a 600 mil cabezas por mes) hasta octubre. ¿Pero después? No hay campos para recriar como está ensayando más de un frigorífico y la posibilidad de agregar corrales precarios a los feedlots instalados se agota en forma acelerada.
Los engordadores han empezado a temer no sólo por la futura evolución del precio del maíz, sino por su disponibilidad. Si hoy se disputa camión por camión con polleros, tambos, criadores de cerdos y hasta invernadores ¿qué va a ser más adelante?
Si en este contexto de extrema incertidumbre el Gobierno deja de pagar el subsidio, el feedlot dejará automáticamente de reponer, con la abrupta e inmediata caída del valor de la invernada y con la previsible suba en algunas semanas del precio del gordo.
Para el Gobierno, el monto que gasta en subsidiar el engorde a corral es chico en relación a lo que destina en subsidiar otros sectores (energía o transporte) y si deja de pagar las compensaciones, en un contexto en el que la oferta pastoril tiende a cero, se compra un problema de faltante de carne explosivo a plazo fijo (45-60 días), del cual puede tardar meses en salir.
Hipótesis
El único faltante de gordo estacional ya “probado” es el de febrero-marzo. Si se comete algún error en la primavera próxima, el salto de precios del último cuatrimestre de este año se puede enganchar con el ya conocido de marzo-abril.
¿Cometerá el Gobierno semejante error por ahorrar 150 millones de pesos mensuales, que por otra parte ya están largamente financiados por el aumento reciente de los valores de la soja y de las retenciones que se cobran?
Es probable que, si se presenta una primavera lluviosa, habrá un primer pico de precios que antecederá al ya clásico de marzo-abril y otro pico, al ahora también probable de junio-julio del año próximo, cuando empiecen a sentirse en el mercado del gordo las menores pariciones del segundo semestre de 2009.
El Gobierno puede recortar los subsidios, que son innecesariamente generosos, o puede demorar su pago o concentrarlo en el medio centenar de encierres que explican 50 por ciento de la oferta de ganado que viene de los corrales. Pero a la luz del faltante de gordos que se viene en los próximos 12 a 15 meses, parece un suicidio sacarle el banquito al único sector que, a corto plazo (plazo favorito de los K) le puede ayudar a morigerar la escasez de carne que se avecina.

Terneros. Hoy se los compra muy chicos y se los recría en los corrales de los feedlots.
foto: archivo
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¿Qué pasará en los próximos años?
Es probable que volvamos a una situación parecida a la de fines de la década de 1990. Un stock algo por arriba (o por abajo) de los 50 millones de cabezas, una producción de equilibrio de 2,4 millones a 2,5 millones de toneladas de carne (como en 2001/2002), una exportación de 450 mil toneladas y un consumo interno anual de sólo 50 a 53 kilos per cápita. Hay que retroceder 90 años para encontrar un registro semejante.