Efecto indirecto de la sequía
Volvieron la rastra y el cincel
La falta de forraje obligó a pastorear lotes en directa durante el invierno y produjo alta compactación en los suelos. Ahora, para poder sembrar, hubo que retomar las viejas técnicas de labranza convencional.
Juan Manuel Fernández
Entre tantas particularidades, esta campaña también marcó el regreso de la labranza convencional en muchos lotes que llevaban años bajo siembra directa. La sequía fue la culpable de que, por la falta de pastos, muchos productores se vean obligados a sobrecargar con hacienda estos potreros y ahora no les quedó otra más que descompactarlos recurriendo a la roturación.
Escasos kilómetros al norte de la ciudad de Santa Fe, en Laguna Paiva, el equipo de trabajo del contratista Danilo Cifre y ingeniero agrónomo Norberto Lavatiatta tuvo que encarar la siembra de soja en un lote con estas características.
Mientras los novillos, corridos hacia lotes linderos, miraban pasar una y otra vez el tractor con el disco abriendo el terreno, Lavatiatta explicó que se recurrió a esta técnica por la compactación que causó el pastoreo en invierno y la existencia de “piso de arado”. “No quedaba otra; medimos y vimos que había mucho compactamiento. No queríamos hacerlo porque no queríamos romper el sistema y por los costos que implica mover todo el campo”, comentó.
Más en contra que a favor
Dejar de lado un planteo de siembra directa prácticamente no tiene puntos positivos, sino todo lo contrario. “Se pierde estructura; se pierde la fertilidad potencial que no tiene el esquema convencional”, relató Lavatiatta. Aunque en los campos bajos, como los que estaban sembrando, cada dos o tres campañas no queda más remedio que el laboreo para alisar las huellas que dejan las máquinas cuando se trilla con suelo muy húmedo en los meses de otoño.
Para estimar el gasto del trabajo hay que contemplar una alta participación del combustible en el número final. “Calculá que son pasadas de cincel, rastra, cultivador y después la siembra”, explicó el asesor. Otra contra es que además se desperdicia otro insumo muy importante cuando se está en campaña: el tiempo. “Con la superficie que tenemos que sembrar no podemos perder tanto tiempo en los lotes; hubiese sido más conveniente seguir en directa”, agregó.
A su vez, sembrar sobre un piso muy flojo con pronóstico de lluvias en el corto plazo implica un alto riesgo de “planchado” (capa de barro superficial que al secarse y endurecerse impide la emergencia de la semilla germinada). Mientras el equipo de trabajo armaba la sembradora a la sombra de un árbol, se piensa la estrategia para disminuir ese riesgo. “Vamos a ver el pronóstico y si hay altas posibilidades de buenas lluvias para mañana no se va sembrar todo el lote, sino sólo la parte más alta y con la semilla más arriba para que pueda salir”, detalló el ingeniero.
Alternativa al glifosato caro
Algunos meses atrás, cuando el glifosato rondaba los u$s 7 por litro y llegaba el momento de encarar los barbechos, algunos hicieron número y se encontraron con que podían ahorrarse unos pesos si en lugar de utilizar la variante química lo hacían roturando el terreno. Pero fue sólo durante el pico de precio, porque ahora las cuentas vuelven a jugar a favor del herbicida. “Ahora los productos bajaron un poco, están cerca de los u$s 5, mientras que la labranza implica mucho gasoil y horas hombre, entonces cuando ponés todo en la balanza estamos en un costo similar”.
Según el asesor, esta vuelta a la labranza es común en los planteos mixtos de la zona. “En general se ha extendido en algunos campos que nosotros vemos que venían de 10 o 12 años de siembra directa; que los productores ante la incertidumbre de precios altos de los insumos y bajos de los commodities agarraron el tractor, cargaron el gasoil y se fueron a romper el lote”.
Al abandonar un planteo en directa de muchos años “se pierde estructura; se pierde la fertilidad potencial que no tiene el esquema convencional”, relató el ingeniero Norberto Lavatiatta.

Los novillos miran de lejos cómo el tractor vuelve a roturar el lote donde antes pastaban.
Foto: Juan Manuel Fernández
¿lo sabía?
Piso de arado
Fenómeno físico que se produce por efecto de la labranza.
Se trata de una capa compacta y endurecida que suele formarse inmediatamente debajo de la parte del suelo removida por el arado, dificultando la penetración del agua. La formación de un piso de arado es común en los suelos pampeanos cuando se ara siempre a la misma profundidad.