Fernanda Deluca respalda a su marido y confía en que la Justicia demostrará su inocencia. Por otra parte, reclama que no quede impune el brutal ataque contra su hogar, ocurrido el mismo día de la detención del docente, cuando presuntos allegados a las alumnas incendiaron la casa y mataron a las mascotas de la familia, una perrita y una gatita.
"Nunca imaginamos que algo así podía ocurrirle a nuestra familia", afirma Fernanda Deluca. Crédito: Luis Cetraro
Fernanda Deluca tiene 46 años y es trabajadora social. Habla rápido y con firmeza. Mientras lo hace, sus ojos se llenan de lágrimas (aunque no suelta ninguna), a veces cuando se refiere a su marido y siempre que menciona a sus hijos. Es la esposa del profesor de Educación Física acusado de "manosear" a tres de sus alumnas en el Jardín Ceferino Namuncurá. Está dispuesta a poner el cuerpo y su cara para defender a su pareja; por eso no puso reparos a que se fotografíe su rostro. Está convencida de que él es inocente y que la Justicia lo probará, pero entiende la desesperación de las familia de las pequeñas y que la investigación debe seguir su curso.
"Estamos casados desde hace 22 años y hace 27 que lo conozco y estamos en pareja. Tenemos tres hijos: uno de 20 años, otro de 15 y la nena de 12. Estamos viviendo en distintas casas, con allegados. Ellos siguen sus estudios de manera virtual. Afortunadamente, sus amistades los contienen, los apoyan", cuenta la mujer en la redacción de El Litoral.
Fernanda nunca imaginó encontrarse en esta situación. "Todo nos sorprendió de golpe el 7 de octubre, a media mañana, cuando mi marido se disponía a comenzar su jornada laboral. Estábamos juntos. Recibe un llamado de la escuela. Le dicen que había situación compleja con una mamá que decía que había ocurrido algo en su clase. A la media hora vimos que en algunos medios estaba la foto con su nombre. Él va al gremio para ver qué hacer. El desconcierto era grande. Entonces busca un abogado y se presenta en la Justicia para esclarecer este hecho. Nunca imaginamos lo que pasó tres horas después: él fue detenido y destrozaron mi casa", se lamenta.
Foto: Luis Cetraro
Hecatombe
Fernanda y los chicos alcanzaron a salir de la vivienda. Vieron que la dirección circulaba por los medios y se asustaron. Hicieron bien porque instantes después llegó un violento grupo de sujetos, aparentemente allegados a las alumnas del jardín. "Un conocido que se acercó a nuestra casa para tratar de defenderla mientras no estábamos, vio que una de las personas que llegó tenía un papel oficial con los datos de mi marido, el domicilio. La hoja tenía membrete policial. Se lo mostraba a quien quería proteger mi casa. Trató de sacar las mascotas, pero fue agredido y lamentablemente no pudo", recuerda Fernanda.
"Todos los vecinos estaban afuera -agrega-. Llamaron a la policía. Querían cuidar mi hogar, pero también preservarse a sí mismos porque había mucha violencia. Había personas con bidones llenos de nafta. Esto pasó a las cinco de la tarde. Yo estaba en otro lugar y comencé a recibir los mensajes de conocidos que me relataban lo que estaba pasando. Mi casa está a media cuadra de una avenida y a cinco de la comisaría. La patrulla llegó 50 minutos más tarde y los uniformados sólo se limitaron a alejar a quienes defendían nuestra propiedad".
Una docena de individuos totalmente fuera de control destrozó las aberturas de la vivienda, ingresó y comenzó varios focos ígneos en el interior. Las llamas consumieron muebles y electrodomésticos. Los daños fueron totales en varios ambientes. Cuando la calma retornó al lugar y la familia pudo ingresar al inmueble, todo era desolación y el dolor se hizo insoportable cuando los hijos del matrimonio encontraron muertas a sus mascotas. Suri, la perrita, había sido brutalmente golpeada en la cabeza. La sangre lo evidenciaba. Roma, la gatita, sólo no respiraba. "No sabemos si se asfixió por el humo o también le pegaron con algo. Lo primero que hicimos fue enterrarlas", dice la mujer que solicitó ser tenida en cuenta como querellante en la causa que se inició a raíz de este bestial ataque.
"Mis hijos están destrozados -se lamenta-. Por supuesto que si hay dudas respecto de una situación de un niño en una institución debe investigarse. No queremos desmerecer la preocupación de las familias en este caso, pero notamos -por esta y otras situaciones similares- que los docentes están totalmente desamparados ante la palabra de un adulto que dice que su hijo dijo determinadas cosas, que no se de ni siquiera lugar a que actúe la Justicia".
Injusticia
"Mi marido estuvo detenido a la hora y media de que tomamos conocimiento de las denuncias y nadie pudo frenar ni que su nombre fuera público, ni que su foto se difundiera con el cartel de abusador, ni que destruyeran mi casa y que también vulneraran a mis hijos. Porque si hablamos de proteger las infancias, yo tengo tres hijos que vivieron una situación atroz que se podría haber evitado. Fue innecesaria a los fines de buscar justicia. Las personas que atacaron nuestra casa hoy no están detenidas todavía, a pesar de que aportamos gran cantidad de videos que muestran los hechos… vehículos llegando al lugar, gente saliendo con cosas de adentro de mi hogar", puntualiza la esposa del imputado.
"Se llevaron todo lo que había en el freezer. No sé si robaron algo más, porque gran parte de la casa estaba incendiada. Las llamas afectaron la instalación eléctrica, el cielorraso, muebles, colchones, electrodomésticos. El resto de la casa que no se prendió fuego igual quedó inservible por el hollín. Nos va a costar mucho recuperar nuestro hogar, el que construimos nosotros mismos, con el esfuerzo de mis papás, de mis suegros, todos estos años. Ahí nacieron mis hijos. Es una situación demasiado violenta para tres chicos", manifiesta.
Inocencia
Fernanda asegura que ella y su familia sobrellevan la situación gracias al sostén de innumerables personas que los conocen. "Mi esposo tiene 25 años de docencia. Trabajó en muchos espacios diferentes. En todos, el apoyo es incondicional. El que no lo conoce tiene derecho a la duda, pero el que lo conoce nos apoya. Tenemos el derecho al beneficio de la duda, pero yo no dudo. Jamás lo haría, porque con él compartimos no sólo una vida en pareja. Compartimos proyectos, sueños, trabajo conjunto, servicios de apostolado, Cáritas. Yo se quien es mi marido. No sólo es con quien convivo, también es la persona con la que he trabajado, con la que he proyectado actividades sociales. Confío plenamente en él. Pero entiendo que la justicia tiene que hacer su trabajo en torno de esta denuncia que lo pone en cuestión", explica.
"No obstante -añade- siento que no están dadas las garantías hasta que se compruebe que es inocente o culpable. Porque él está en este momento detenido, cuando ofrecimos todas las garantías para que él pueda seguir el proceso en libertad. Con numerosas propuestas. Hay profesores que están presos desde hace un año y medio esperando el juicio. Qué vida le queda a una persona que después de un año y medio o dos es declarada inocente de semejante acusación. Creo que hay que replantear todo. Qué estamos haciendo con estas situaciones, que cada vez son más reiteradas".
Para la mujer, es un "gran desafío ver cómo protegemos a los docentes de estas situaciones. Los establecimientos educativos no tienen condiciones como para que ocurran estos hechos aberrantes. Para poner un ejemplo, el espacio donde dicen los niños que ocurrieron los abusos es un patio, que tiene dos laterales separados con tejido. Uno da a la calle y el otro al patio del secundario. Ni siquiera es un lugar de intimidad, donde podría haber ocultado determinadas conductas. Si se actuara con celeridad, si se tomarían las precauciones del caso, se podría haber comprobado realmente si había fundamentos para una denuncia semejante. No sé cuál es el método para proteger a los chicos contra este tipo de delitos, pero también hay que cuidar a los docentes frente a posibles falsas denuncias, porque así se destruyen vidas".
Integridad