El Grupo Olio mantuvo a flote la planta de San Lorenzo, vital entre los activos de la agroexportadora. Un repaso por su historia reciente y qué puede pasar en los próximos meses. ¿Se suma un importador chino?
Crédito: Archivo El Litoral
Por Juan Chiummiento
A pesar de estar sumida en una severa crisis, la agroexportadora Vicentin sigue abonando los sueldos al día y manteniendo sus plantas 100% operativas. No es poco, teniendo en cuenta las malas experiencias que los santafesinos supimos acumular, con industrias que de la noche a la mañana bajan sus persianas, acumulando óxido en sus máquinas y una fuerte angustia entre sus trabajadores. Para lograr ese éxito -que la deja en buena posición de cara a una futura venta, estrategia a la que apuntan sus dueños como salida a la convocatoria de acreedores-, una de las claves fue la firma de contratos de fasón, mediante el cual puso a disposición su estructura para un tercero, a cambio de un fee que le aseguró fondos frescos para mantenerse a flote.
Entre esos "terceros" hubo uno que cobró especial protagonismo esta semana. Se trata de Grupo Olio, un conglomerado empresario con base en Rosario que desde mayo opera la planta de Vicentin en San Lorenzo. Por una parte, se oficializó que existe un acuerdo para que dicho vínculo se extienda durante todo 2021. Pero también trascendieron sus intenciones de quedarse con la malograda agroexportadora, a través de un plan que incluye inversores chinos. Frente a este panorama (al que también puede sumarse el hecho de que sus operaciones levantaron sospechas en el último informe elaborado por el Banco Nación), qué se sabe de Grupo Olio? ¿Quiénes están detrás de esta compañía, que en menos de 12 meses multiplicó 50 veces sus exportaciones?
"Somos un grupo en expansión", se autodefinen desde su sitio web. La frase no puede ser más exacta. La empresa, comandada por Ariel Olio -cuarta generación de una familia de origen italiana-, se dedicó históricamente al agronegocio, pero hasta hace poco era una más de las tantas en el conglomerado agrícola-ganadero, con diversos campos alrededor del país. Tras un primer movimiento de fuste en el 2016 (haciéndose cargo del puerto de Barranqueras, en Chaco, con inversiones por 40 millones de dólares), en 2019 decidieron apretar el acelerador. En marzo anunciaron el lanzamiento de una marca propia para comercializar productos premium de exportación (desde carnes hasta vinos, pasando por aceitunas y garbanzos), la apertura de una oficina en Madrid y su primera emisión internacional de deuda en la Bolsa de Viena. En agosto, compraron el 50% del paquete accionario del frigorífico Alberdi -ubicado en la localidad entrerriana de Oro Verde- para potenciar las exportaciones cárnicas, una jugada que implicó 3 millones de dólares. Ambos hitos fueron comunicados en el marco de grandes eventos, que contaron con la participación de figuras nacionales de la televisión, un detalle que no dejó de llamar la atención por el contexto de crisis que atravesaba el país.
La incursión en Vicentin se dio a través de una de las tres firmas del grupo -Diaz & Forti SA, especializada en el negocio granario-. Las otras dos son Los Reartes SA (ganadería) y el mencionado Frigorífico Alberdi SA. A ello debe sumarse que, a título personal, Ariel Olio participa en otras tres: Iron Concept SA (maquinaría agrícola) y las financieras Compañía Bursátil SA y R.J. y G.L. Daminato SA. Una "mini Vicentin", según puede leerse del informe que compilaron Alejandro Gaggero y Gustavo García Zanotti para el Banco Nación, donde marcaron que en el acumulado de 2020, Diaz & Forti SA ya registraba 212 millones de dólares exportados (un salto importante frente a los 4 millones de 2019).
Van por más
Son pocos los actores del mercado que se atreven a opinar sobre el meteórico crecimiento del grupo. La situación de la agroexportadora con sede en Avellaneda es muy endeble y cualquier comentario puede afectar una futura negociación, por lo que nadie quiere poner palos en la rueda. De eso, según denunciaron desde la empresa, ya se encargaron los grandes jugadores de la agroindustria: en declaraciones al portal Rosario3, Fernando Jurado (CEO del grupo) dijo que "hay actores de la competencia que se encargaron de hacernos sufrir bastante". Según él, esas compañías prefieren ver cerrada la planta de San Lorenzo para quedarse con su cuota de mercado.
Más allá de las especulaciones, lo cierto es que la apuesta de Grupo Olio para seguir creciendo en el mercado granario está más firme que nunca. Esta semana se conoció que, en el marco de su concurso, Vicentin pidió autorización para firmar un nuevo contrato de fasón, que se extendería por todo 2021 y le reportaría ingresos por entre 80 y 100 millones de dólares. El piso que establece el acuerdo es de 3,5 millones de toneladas de soja y medio millón de toneladas de girasol por todo concepto (crushing y molienda). Asimismo, aunque supeditado a la coyuntura, podrá sumarse la tarea de refinado para su posterior venta en el mercado doméstico.
Pero hay más. La empresa con sede en Rosario tiene avanzado un plan para quedarse con el control de Vicentin. No es el único que afloró desde que comenzó su crisis, pero sí es el primero protagonizado por un jugador del mismo rubro. La clave de esta jugada -que permitiría que "siga flameando la bandera argentina", tal como pidió el oficialismo cuando aún estaba vigente la intervención- es la llegada de un importador chino dispuesto a inyectar fondos frescos. La propuesta aún no fue oficializada, pero fue reconocida por Jurado, que igualmente sostuvo que "el tiempo de definiciones será en 2021".
Las versiones sobre la venta de Vicentin se vieron especialmente reforzadas esta semana, a raíz del comunicado emitido por la propia compañía, donde señalaron la contratación de un banco de inversión estadounidense (Maxim Group) para el asesoramiento financiero en ese proceso. La noticia -que fue saludada por Grupo Olio- no agradó a los acreedores financieros internacionales, que cuestionan la poca experiencia de la firma con sede en Nueva York en el negocio agropecuario.