Es el partido que nadie quiere jugar en un Mundial de fútbol. Inglaterra y Bélgica se despiden hoy de Rusia 2018 en el detestado duelo por el tercer puesto, en San Petersburgo, ambas todavía con la frustración a cuestas de haberse quedado a las puertas de la gran final.
La "pequeña final", como se le suele conocer, reúne pese a todo a dos de los equipos que más frescura le dieron al Mundial ruso. A ello se suma el aliciente del duelo entre Harry Kane y Romelu Lukaku, con clara ventaja para el inglés, por la Bota de Oro.
Ambos equipos se despiden de forma agridulce debido a la montaña rusa de emociones que suele deparar el deporte. La "generación dorada" belga mostró por momentos el mejor fútbol del torneo y parecía lista para alcanzar la gloria, mientras que los jóvenes "pross" le devolvieron a Inglaterra la ilusión por el deporte del que se consideran padres, después de años de sonados fracasos mundialistas.