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Lorca: el andaluz universal - Edición Impresa - Opinión Opinión

Aniversario de su fusilamiento

Lorca: el andaluz universal

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Federico García Lorca en el Patio de los Leones de la Alhambra en 1927.

Foto: Archivo El Litoral

Antonio Camacho Gómez

Federico García Lorca, poeta, dramaturgo, músico, dibujante, titiritero, director del conjunto “La Barraca” que anduvo por los pueblos de España representando las mejores obras del teatro clásico hispano; amante del toreo -arte al que consideraba el más culto de su tiempo-, y del flamenco, para cuya revalorización organizó un concurso, junto con Manuel de Falla, en 1922 en Granada; tenía por Almería, mi tierra, particular afecto. Y es que el autor del “Romancero gitano”, el creador de “Yerma”, cuyas primeras escenas en pleno proceso de gestación leyó en agradecimiento por su acogida al público porteño en su estada en Buenos Aires entre noviembre de 1933 y marzo de 1934, unió su niñez a la capital que baña el Mediterráneo. En efecto, tenía apenas siete años cuando se trasladó de su Granada natal a la cercana cuna del poeta Francisco Villaespesa, en donde estudió con los hermanos escolapios. Contrajo una enfermedad en la garganta que lo tuvo a las puertas de la muerte; no obstante, pidió un espejo y al verse el rostro hinchado escribió un poema humorístico comparándose con el gordo sultán de Marruecos Muley Hafid.

Este exordio viene a cuento porque Almería tuvo en García Lorca un ámbito propicio para sus expresiones artísticas, conviniendo aclarar que hasta los diecinueve años estuvo dedicado exclusivamente a la música, dando recitales de piano y fundando la Sociedad de Música de Cámara de Granada. Y a propósito de la presentación en Santa Fe de la obra “1941. Bodas de Sangre” por el grupo Tejido Abierto Teatro de España, dirigido por Jorge Eines, pieza trágica de Lorca que fue llevada al cine por Carlos Saura, otro entusiasta del flamenco, con el bailarín Antonio Gades, quizá el mejor en su especialidad de todos los tiempos. Sin olvidar a El Greco ni al mismo Antonio, y la excelente bailaora y coreógrafa Cristina Hoyos, que introdujo el arte gitano-andaluz en el exclusivo teatro de la Ópera de París.

Lo que muchos no conocen es que “Bodas de Sangre” no es una importante ficción dramática fruto de la imaginación de su autor... Volvamos a Almería, porque Lorca se basó en un hecho real acontecido en el pueblo de Nijar, donde nació mi padre y al que recorrí buscando mis ancestros; inspirador, también, de una novela de Juan Goytisolo. Pues bien, allá, en la década del veinte, se iba a celebrar una boda y cuando todo estaba listo, la novia, con vestido de ceremonia, huyó sobre una cabalgadura con el hombre que amaba. El novio, despechado, y escándalo mediante, los persiguió a caballo y encontrándoles, cometió el crimen que registra la obra.

En lo personal, recitador de Lorca en teatros, radios y televisoras e identificado con él respecto de las esencias culturales andaluzas, el año 1941 -que figura en el título aludido- me remonta a mis tiempos de estudiante, beca mediante, en el Instituto de Enseñanza Media de Almería, donde una poeta y catedrática impar de literatura, Celia Viñas Olivella, me descubrió el universo lorquiano. No está de más recordar que los hermanos Manuel y Jesús García Ferré participaron de aquellas memorables clases. Y que un busto de bronce y un instituto de enseñanza secundaria evocan a la profesora mallorquina. Verdadero revulsivo cultural y paradigma de coraje en una hora difícil para España.

Mi poesía “Poeta caído” está dedicada a Federico García Lorca.

“Al alba lo mataron, al alba. / La paloma y el ciervo/se escondieron, / y el escorpión / bajo la piedra fría. / Las fuentes de Granada / gimieron malheridas / y la noche huidiza / rompió por peteneras. / El camino se abría / como un pozo de sombra / y un ruiseñor ciego / voló despavorido. / Al alba lo mataron / con fusiles oscuros, / medalla irrepetible, / sonrisa inacabada /sin balcón y sin luna, / con los ojos abiertos / sobre la madrugada // Tiritaron navajas / en las alamedas / y lloró el Albaicín / en corro de gitanos / la sangre derramada. / No llores, Federico, / que tu canto no se acaba, / que eres memoria viva / con tu muerte temprana. / Al alba lo mataron, / al alba”.

Amante del toreo -arte al que consideraba el más culto de su tiempo-, y del flamenco, para cuya revalorización organizó un concurso, junto con Manuel de Falla, en 1922 en Granada; tenía por Almería, mi tierra, particular afecto.

El autor del “Romancero gitano”, el creador de “Yerma”, cuyas primeras escenas en pleno proceso de gestación leyó en agradecimiento por su acogida al público porteño en su estada en Buenos Aires entre noviembre de 1933 y marzo de 1934, unió su niñez a la capital que baña el Mediterráneo.



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Martes 21 de agosto de 2018
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