CONCIERTO EN LA BASÍLICA DE GUADALUPE
La Misa de Réquiem de Verdi según la Orquesta Sinfónica
La obra del compositor italiano integrará el repertorio que el ensamble de músicos interpretará este viernes en una presentación junto al Coro Polifónico Provincial. Bajo la dirección de Walter Hilgers actuarán, como solistas vocales invitados, Daniela Tabernig, Alejandra Malvino, Darío Schmunck y Mario de Salvo.

El ensamble instrumental, dirigido por Walter Hilgers, realizará su próxima presentación junto al Coro Polifónico.
Foto: Manuel Fabatía
Redacción de El Litoral / Prensa OSPSF
El viernes, la Orquesta Sinfónica Provincial de Santa Fe actuará junto con el Coro Polifónico Provincial de Santa Fe en el concierto número 18 de su temporada, que tendrá lugar en la Basílica de Guadalupe (Javier de la Rosa 623) a partir de las 21, con entrada libre y gratuita.
Bajo la dirección del maestro Walter Hilgers, titular del organismo sinfónico, el programa del concierto estará compuesto por una de las obras más encumbradas de Giuseppe Verdi (la Misa de Réquiem) y actuarán, como solistas vocales invitados, Daniela Tabernig (soprano), Alejandra Malvino (mezzosoprano), Darío Schmunck (tenor) y Mario de Salvo (bajo).
Sobre el Réquiem
Según consta en el sitio www.refinandonuestrossentidos.com, con el fallecimiento de Rossini (1868), Verdi tuvo la idea de rendirle un homenaje póstumo. Su proyecto consistía en la creación colectiva de un Réquiem en la que cada parte de la misa iba a estar a cargo de diferentes compositores de renombre. Él se autoasignó el “Libera me Domine”. Pero el proyecto fracasó y Verdi se abocó a la composición de “Aída”, su penúltima contribución lírica.
Pero, en 1873, conmovido con la muerte de Alessandro Manzoni, autor de la novela costumbrista “Los prometidos”, pensó en escribir una Misa de Réquiem a la memoria del escritor.
Su estructura
Según la misma fuente, el primero de los movimientos, “Kyrie”, se inicia con los cellos con un tema en La menor; éste pasa enseguida al resto de las cuerdas, mientras el coro hace su primera intervención con un canto monótono. Poco más adelante, los violines ejecutan una frase cuya luminosidad se ve acentuada por el paso al modo mayor, manteniéndose el La como tonalidad. Al término de esta primera parte, el coro prosigue con la sección “Te decet hymnus”, en estilo imitativo y “a cappella”. Verdi vuelve a repetir el inicio del movimiento antes de dar la entrada a los solistas, quienes intervienen entonando el “Kyrie” sobre un acompañamiento cromático descendente en la orquesta.
El segundo movimiento, “Dies irae”, consta de varias secciones unidas sin solución de continuidad. La descripción del día del Juicio Final comienza con cuatro acordes de Sol menor, los que son seguidos por un convulsionado tema en la orquesta e intervenciones del coro, reforzadas por golpes de bombo. Uno de los momentos más espectaculares de esta parte se produce cuando Verdi acalla coro y orquesta para escribir un pasaje para ocho trompetas. Tras un súbito silencio, se oye una marcha fúnebre, mientras el bajo entona las palabras “Mors stupebit”. A continuación, viene un solo para la mezzo, “Liber scriptus”, que el coro acompaña con el “Dies irae”. Breves compases de la parte inicial separan la sección anterior de un trío, “Quid sum miser”, para mezzo, tenor y bajo, sobre un acompañamiento del fagot solista. Esto es seguido por el coro masculino con las palabras “Rex tremendae majestatis”, antes que comience la oración del “Salva me, fons pietatis”. Siempre sin solución de continuidad, vienen un dúo para las solistas femeninas y los solos para el tenor y el bajo, para continuar con una nueva reaparición del “Dies irae”. El movimiento concluye con la sección “Lacrymosa”, iniciada por la mezzo para pasar después al resto de los solistas y el coro.
“Offertorio” (tercer movimiento) es un fragmento donde no participa el coro; la música comienza con un tema expuesto por los cellos y desarrollado más tarde por las voces. El discurso musical cobra mayor presencia cuando se entonan las palabras “Quam olim Abrahae”, que preceden la que quizás sea la más inspirada página de la partitura: “Hostias”; iniciada por el tenor, la melodía pasa luego al bajo y los demás solistas. Después de una repetición de la sección “Quam olim Abrahae”, las voces solistas hacen oír el tema que los cellos ejecutaban al comienzo; en una breve Coda orquestal.
El movimiento más corto de la partitura es “Sanctus Dominus, Deus Sabaoth”, que va precedido de una brillante fanfarria a cargo de las trompetas.
Un Andante en Do mayor es la sección “Agnus Dei”, cantada por soprano y mezzo sin acompañamiento antes de la repetición por parte del coro. Las voces solistas vuelven a entonar el tema, ahora en modo menor, recibiendo en los últimos compases el eco del coro.
“Lux aeterna” es un movimiento confiado a los solistas (sin soprano), la luminosidad del inicio, en la voz de la mezzo, es contrastada con los oscuros timbres de la orquesta y la voz del bajo. Un lírico segundo tema, acompañado por los violines, domina el resto del movimiento.
Si bien Verdi ocupó gran parte de la música que había escrito para el Requiem de Rossini, el “Libera me, Domine” con que finaliza la obra fue objeto de reelaboración, según lo demuestra la incorporación de material temático antes oído en la partitura. Comienza con un recitativo acompañado para la soprano, con las palabras que repite el coro antes que la solista inicie su única intervención sin otras voces. “Tremens factus”, precedida por intervenciones de los fagotes. Cuando ha finalizado este “solo” se vuelve a oír una parte del “Dies irae” y luego el tema que abre esta partitura, ahora con la voz de la soprano entonando las palabras “Requiem aeternam”. Este fragmento, al que se suma posteriormente el coro, culmina con un Si bemol pianissimo para la soprano. Ésta última volverá a repetir un recitativo con el “Libera me, Domine”, antes que Verdi dé comienzo a una fuga sobre las mismas palabras. El Réquiem termina con un solemne susurro para soprano y coro, adecuadamente apoyado por oscuras armonías de la orquesta.

Giuseppe Verdi está considerado como uno de los compositores más influyentes de la ópera italiana.
Foto: Archivo El Litoral