Sin justicia
A tres años de dos cobardes crímenes
- Adrián Escobar tenía 31 años y Esteban Toffolini, 29, cuando fueron asesinados en nuestra ciudad. No se conocían, pero murieron en violentos asaltos muy similares entre sí, con escasos días de diferencia. Los despiadados homicidas todavía se pasean impunemente.

Hace exactamente tres años, Esteban Toffolini fue ejecutado de un “cañonazo” en el pecho. Foto: Archivo
Joaquín Fidalgo
Entre los crímenes que permanecen impunes en nuestra ciudad hay dos que causaron gran conmoción hace tres años. Fueron dos casos prácticamente “calcados” que ocurrieron con escasos días de diferencia. En ambos episodios, las víctimas fueron asesinadas por ladrones que robaron sus motos; murieron ejecutadas cobardemente; sus familiares terminaron involucrándose de lleno en las investigaciones y sufrieron graves amenazas de muerte; y los asesinos siguen en libertad.
El primero de los hechos tuvo lugar en barrio Coronel Dorrego (“Chaqueño”), el 24 de abril de 2014. Adrián Escobar murió poco después de la 1.30 de la madrugada de ese jueves. Tenía en ese momento 31 años, un montón de proyectos por los que luchaba con el alma y una familia que lo hacía feliz: su esposa María y su pequeña Flori, quien en ese entonces recién había apagado cuatro velitas.
“El Flaco” conoció el trabajo desde “temprano”, cuando ingresó al Servicio Penitenciario de la provincia. Con los años, siempre pensando en sus “chicas”, decidió renunciar como guardiacárcel para incorporarse a la empresa de seguridad privada Prosegur. Lo hizo por dos motivos: seguridad y progreso económico.
Con mucho esfuerzo construyó un hogar para su familia en la zona norte de la ciudad, más precisamente en barrio Los Cipreses. No les sobraba nada a los tres, pero lo que seguramente no les faltaba era amor.
La madrugada trágica, Adrián se levantó de su cama, besó a su “Flaca” y acarició a “Flori”. Se despidió de ellas, como habitualmente hacía cuando se iba a trabajar, se cambió y salió.
María escuchó cada uno de sus movimientos, cada paso, cuando abrió la puerta, cuando encendió la moto. También oyó el motor funcionando mientras se calentaba y más tarde, cómo Adrián aceleraba para partir.
Dos minutos después, se sobresaltó por algunas detonaciones. Se asustó y de inmediato un frío muy helado le recorrió la espalda y la nuca. Siempre fueron muy unidos, tenían una conexión especial, desde antes que naciera su hija, desde que eran novios. Presintió algo malo, pero trató de mantener la calma.
María tomó su celular y llamó a su marido. Tenían un pacto. Él nunca había dejado de responder, aunque sea para decirle que estaba ocupado. Esta vez la mujer no oyó la voz de su marido, ni la de nadie. Dos veces, alguien atendió el aparato, pero sólo para escuchar su llanto, mientras suplicaba por hablar con su hombre.
Ella no lo sabía, pero Adrián había caído en una emboscada. Él había tomado por avenida French y apenas cruzó las vías se topó con dos delincuentes armados que le salieron al cruce. Entonces, se metió por un pasaje de tierra lateral, al final del cual, en calle Matheu, lo esperaban otros dos ladrones. Trató de eludirlos, pero los malvivientes no vacilaron en disparar. Un balazo en la espalda hizo caer a Adrián, que alcanzó a caminar unos pasos y recostarse contra un árbol antes de morir. Los asaltantes se llevaron su celular, su billetera y también su moto.
La investigación nunca pudo avanzar demasiado. La policía detuvo a un joven que vendió el celular de Escobar, pero éste luego fue liberado por la Justicia. Las sospechas recaen en oscuros personajes del barrio, que todavía hoy se pasean por sus calles. Uno de ellos, inclusive, llegó a amenazar con un arma de fuego a la esposa de la víctima, cuando estaba a bordo de su auto con su madre y su pequeña hija.
Cumpleaños
El segundo caso ocurrió el martes siguiente. Esteban Rafael Toffolini fue asesinado un 29 de abril, el mismo día en que cumplía años su padre, Jorge. De hecho, él y toda la familia esperaban a Esteban esa noche para festejar, en un departamento de barrio Las Flores II.
El joven tenía 29 años y había estudiado dos carreras. Por la tarde, antes de ir a cursar la tercera (Archivística), le había dicho a su papá: “Chau pa. Feliz cumpleaños”. Jorge le devolvió apenas un “gracias” y “hasta luego”, mientras escribía en su computadora. Él esperaba otro tipo de saludo y tal vez un regalo, pero eso seguramente iba a ser más tarde. Fue la última vez que escuchó la voz de su hijo.
El muchacho asistió a clases. Terminó cerca de las 22, se colocó la mochila al revés, colgando sobre su pecho, y rápidamente puso rumbo a su hogar. Esteban abordó su flamante moto Corben. Hacía unos días que la tenía. El flaco era alto. Medía 1,93. Era buen futbolista, pero le gustaba más nadar. Tal vez porque era la más iluminada de barrio San Martín, tomó por calle Espora. Su familia ya había comenzado a “picar”, mientras lo esperaba para festejar.
Esteban llegó hasta la cuadra del 4200 y allí fue emboscado. Dos sujetos le salieron al cruce. “Pará, pará”, le gritaron. “Danos la moto o te matamos”, le advirtieron.
Él alcanzó a decir: “Salí, salí ¿qué hacés?”. Inmediatamente, dos “cañonazos” retumbaron en el barrio. Uno de los delincuentes tenía una pistola de muy grueso calibre, una vieja 11.25. Uno de los proyectiles destrozó el brazo de Esteban, con el que probablemente intentó cubrirse, en un acto reflejo. El otro perforó sus carpetas y libros, antes de impactar en su pecho y cortarle la arteria aorta en su recorrido.
Malherido, el joven caminó unos pasos antes de desangrarse y caer muerto. Los ladrones se llevaron lo que habían ido a buscar: la moto.
A partir de entonces, Jorge Toffolini emprendió una cruzada personal para tratar de hallar al responsable. En el barrio, por lo bajo, todos mencionan un “sobrenombre” al marcar al responsable, pero no hay pruebas ni personas dispuestas a testificar, a pesar de la “jugosa” recompensa que se ofrece.
La lucha de este hombre para que el crimen de su hijo no quede impune puso en peligro su propia vida. Una tarde, cuando hacía compras en un kiosco cercano a su casa, un desconocido se acercó por detrás y le susurró: “A vos también te vamos a matar”. Desapareció antes de que Jorge pudiera reaccionar.

A Adrián Escobar lo mataron por la espalda. Se llevaron su moto, pero después la dejaron tirada en la calle. Foto: Archivo
Dolor sin fin
Con muy pocas expectativas, estas familias siguen los pasos de los investigadores, la Justicia y el Estado. Ya están cansadas de caminar sin un horizonte, muchas veces con sensación de abandono. Les resulta difícil pensar que en el futuro pueda hacerse lo que no se hizo en los últimos tres años, creer que finalmente los responsables van a pagar por lo que hicieron.
El dato
Manifestación
Familiares de víctimas de la inseguridad convocan a una manifestación que se realizará el próximo 4 de mayo, a las 17, en el playón de la Legislatura provincial. La idea de los organizadores es llevar reclamos de mejoras en la legislación a diputados y senadores de todos los partidos políticos. “Ojalá sea masiva la participación. Nosotros ya perdimos. Hacemos esto porque queremos avisar a la comunidad que lo que nos pasó a nosotros le puede suceder a cualquiera. Vivimos en una sociedad peligrosa. Una mujer que sale sola a la calle o un taxista que tiene que trabajar, no saben lo que les puede suceder. El código penal es viejo, que sólo fue emparchado y tiene muchas fallas”, explicó Jorge Toffolini.