A las 23 (hora de Argentina), la selección buscará asegurar el primer puesto ante Bolivia
Dos “9”, varios cambios y un Messi que jugará pero no se sabe cuándo ni cuánto
Martino ensayó con la dupla Agüero-Higuaín, desarmó la zaga central y preserva a los que están lesionados y a los que tienen una amarilla. Si salimos primeros en el grupo, jugaremos el sábado en cuartos ante los venezolanos, de buen torneo.

¿Va de entrada? Messi se divierte con la pelota en la práctica de ayer. Obviamente que después de lo que mostró ante Panamá, ya está rehabilitado de su lesión. ¿Lo pondrá Martino de titular o lo guardará otra vez para el segundo tiempo? Foto: EFE
Enrique Cruz (h)
(Enviado Especial a Seattle, Estados Unidos)
Respiraron aliviados los mexicanos cuando marcaron el empate ante la dura Venezuela. Querían desligarse a toda costa de tener que enfrentar a Argentina, al menos en cuartos de final. Se les hizo cuesta arriba y consiguieron igualar un partido que se les había complicado. Ahora, nos llegó el turno a nosotros de completar el trámite. ¿Será tan así?, veremos. Con cambios, cuidando a los que tienen amarilla (recién se purgan todas las tarjetas para semifinales) y a los que están algo lesionados, Martino ha probado variantes de nombres pero no de esquema. La idea se mantiene y no se renuncia. El equipo ya tiene una identidad, a pesar de que a veces se muestra más sólido que otras; y que en el partido pasado necesitó de la genialidad de Messi para golear. Pero si el fútbol se midiese por jerarquías individuales o cotizaciones, Argentina debería superar con holgura a Bolivia. Pero está claro que partidos son partidos y lo peor que puede pasar es confiarse.
Va a jugar Kranevitter, habrá modificaciones en defensa y habrá que ver si lo pone o no a Messi. Martino volvió a decir que Messi iba a jugar, como antes de enfrentar a Panamá. Lo que no dijo es cuándo y cuánto tiempo lo va a poner. Los 30 minutos con los panameños estuvieron, casi diríamos, “planificados”. ¿Y ahora?, es todo una incógnita, al menos es lo que el técnico no confirma ni deja entrever.
La idea es no poner a ninguno de los laterales titulares. Mercado no está bien y Rojo tiene amarilla. Roncaglia es el reemplazante natural de Mercado —claro que con menos claridad para la proyección y menos llegada al área rival— mientras que por Rojo la idea es tirarlo a Funes Mori al costado. Primer riesgo: desarma la zaga central titular. Otamendi sigue, pero el acompañante sería Cuesta. No va en detrimento del zaguero de Independiente, sino que Martino decidiría romper una de las cosas que funciona y bien.
En el medio, como decíamos más arriba, Kranevitter juega seguro y va por Mascherano (otro de los que tiene amarilla). Junto a él, primero probó con Lavezzi por un costado y sin Banega, más Lamela y Messi para completar el mediocampo y dos centrodelanteros (Higuaín-Agüero). Después, salió Messi y entró Banega. Segundo riesgo: ¿se viene un cambio de esquema? Es muy posible. Si Agüero e Higuaín juegan de lo que saben, sin inventarse posiciones, lo harán por adentro. Por eso, habrá que esperar que al trabajo de afuera lo hagan Lavezzi y Lamela, en tanto que con Messi habrá un enganche —si juega desde el arranque— y si no, el encargado de abastecer a los de arriba será Banega, que tuvo un trabajo aceptable en los dos partidos que se jugaron hasta ahora.
En consecuencia, las alternativas en cuanto al esquema son dos. Martino apuesta a un 4-4-2 en el caso de que no juegue Messi, o a un 4-3-1-2 si lo pone desde el arranque. De una manera o de la otra, se supone que la dupla Agüero-Higuaín implicará un cambio en el esquema, si es que el técnico confirma a ambos desde el arranque.
La filosofía del entrenador para este partido parece estar definida: no poner a los que no están ciento por ciento ni tampoco a los que cargan con una amarilla. Así, Mercado, Pastore, Di María, Biglia, Augusto Fernández, Rojo, Gaitán y Mascherano, se quedarán afuera del equipo titular para este partido. Muchas ausencias, pero aun así, una formación que le saca ventajas siderales de prestigio, jerarquía y cotización al rival. Con eso no se ganan partidos, pero marca a las claras las distancias que se abren entre un fútbol argentino que podrá estar lleno de problemas estructurales y dirigenciales, pero que no pierde en absoluto su jerarquía, contra una Bolivia que también padece los problemas organizativos y dirigenciales, pero que no tiene la misma calidad y respuesta para salir adelante ante la adversidad.
Mientras tanto, el mundo sigue mirando azorado lo que ocurre en este país. Y lo mismo pasa acá, donde los norteamericanos no pueden entender y se llenan de preguntas por lo ocurrido en Orlando. La pregunta más recurrente es: ¿por qué en un país seguro, alguien que no está en sus cabales puede comprar un arma tan fácil y libremente, e ingresar a un lugar público de la manera en que lo hizo? No tienen forma de
análisis
¿Se acuerdan de Crespo-Batistuta?
Enrique Cruz (h) (Enviado Especial a Seattle, EE.UU.)
La gente los pedía y Bielsa no los ponía. Era Batistuta de titular y Crespo de suplente, pero los dos juntos no. “El Loco” se cansaba de contestar la misma pregunta pero no daba ninguna certeza respecto de si alguna vez los iba a utilizar juntos. Cuando no le quedó otra alternativa, ahí aparecieron un rato antes de ser eliminados en primera ronda en Corea-Japón. Para el ex entrenador de la selección —de quien Martino es admirador—, no había lugar para que los dos “9” jueguen juntos.
Acá hay que salvar distancias, porque nadie reclama a gritos que Martino ponga a Higuaín y a Agüero. Ninguno de los dos se terminó de afirmar definitivamente. Higuaín es ahora el titular porque se ha cansado de hacer goles en el fútbol italiano y Martino quiere aprovechar ese envión, tal como había acontecido el año pasado con Agüero. Por lo visto, al “Kun” le cuesta un poco esta época del año. No llega siempre en su mejor momento a jugar por la selección. Los finales de temporada lo complican.
Contra Chile, Higuaín no funcionó, pero Martino lo dejó. Contra Panamá, “el Pipita” no pudo capitalizar la brillantez de Messi y “el Kun” se encontró con dos oportunidades y no perdonó. En una, el asistente cobró offside y en la otra fue gol, rubricando la goleada. Esos 15 minutos de Agüero fueron suficientes para que Martino le dé la oportunidad de arrancar. Pero no en detrimento de Higuaín, sino juntándolos. ¿A qué obligará esto?, posiblemente a un cambio de esquema, abriendo la cancha con los laterales y con los volantes (Lamela será uno y el otro puede ser Lavezzi), para que Higuaín y Agüero no tengan que andar por lugares infrecuentes para su juego y sus características (es decir, tirándose inútilmente a los costados, en donde no van a sumar).
No está confirmado, pero si es así, veremos a un equipo distinto, al menos desde lo táctico. No así en cuanto a la idea. Al contrario, se puede profundizar lo ofensivo si es que se consigue capitalizar el funcionamiento de una dupla que no está acostumbrada a jugar junta. Una linda prueba de fuego, para ellos y para el técnico.

entenderlo. Pero al mismo tiempo, plantean cuestiones paradójicas, porque muchos norteamericanos tienen armas propias y las adquieren por razones de seguridad. ¿En qué quedamos?, ¿es o no es un país seguro?
Por lo pronto, hablemos de lo que menos importa en este momento y en este país. Argentina vuelve a jugar y Messi sigue en ese camino interminable de cosechar admiración, respeto y devoción. En dos partidos, este grupo de jugadores que se ha comprometido a hacer todo por salir de “perdedores”, mostró sus amplias y bien ganadas pretensiones de ser candidato. A Argentina no le pesa ser candidato. Se ganó el mote por derecho propio y por contar con un jugador único e inigualable, al menos para estos tiempos y para estas generaciones de futbolistas. Hoy, en una fresca y amenazante Seattle (por la lluvia), seguirá revalidando esas pretensiones. Más allá de Bolivia y más allá de los muchos cambios que ensayará Martino.
DIARIO DE VIAJE V
Enrique Cruz (h) (Enviado Especial a Estados Unidos)
Hacía años que no andaba en bici y era una de las cosas que más me gustaba. Recuerdo cuando mi viejo me regaló la Monviso roja. Creo que fue la única Monviso que vi en mi vida, en un tiempo en el que tener una bici era como subirse a una Ferrari. Disfrutaba mucho de esa bici, hasta que un día se la presté a mi amigo “Melón” Monserrat en una kermés que se organizaba en el club del barrio (el legendario e inolvidable Sargentito Cabral), para que corriera una de las carreras. Se largaba en la esquina de Necochea y Padilla, doblábamos por Agustín Delgado, tomábamos Sarmiento y volvíamos por Padilla. “Melón” picó en punta hasta que llegó a la esquina de Agustín Delgado y había un charco de agua con musgo. La patinada fue descomual. “Melón” y la bicicleta desaparecieron literalmente. Me enloquecí y fui corriendo a la esquina... A ver cómo estaba mi bicicleta, mientras “Melón” —raspado y con pelones por todos lados— se sacaba hojitas y el musgo de esa tremenda cabezota, y me miraba como diciendo: “¿No vas a ver cómo estoy yo?”.
Ayer volví a la bici. Fue para recorrer unas 12 millas ida y vuelta para llegar al Golden Gate. No me perdí, no me caí, soporté estoicamente el viento en contra (fuerte) a la ida y la vuelta se hizo placentera y a alta velocidad. Un paseo inolvidable, como para volver a aquellos tiempos de la bici. Y recordar, por ejemplo, cuando el padre de mi primera novia nos “pilló” en la subidita del paso a nivel de Salvador del Carril y Vélez Sarsfield. Bastó que mirara firme y diera un pequeño y enérgico golpe de cabeza, para que a los 5 minutos ella esté de regreso en su casa sana y salva. Imponía miedo “Chiquito”, que ya no está.

Cambios a granel. Martino decide cuidar a los lesionados y a los amonestados, al tener ya asegurada la clasificación. ¿Variará también el esquema ante Bolivia? Foto: EFE
DIARIO DE VIAJE VI
Enrique Cruz (h) (Enviado Especial a Estados Unidos)
Dejo atrás a San Francisco definitivamente. Ahora, la escala previa a Nueva York es esta Seattle muy bella, aunque con pocas horas para conocer algo. Me llamó la atención, en San Francisco, el vagabundeo constante. Gente que vive en la calle, tirada durante todo el día y la noche, mendigando limosnas y orinando en cualquier parte. Ese olor a orín fuerte, penetrante, es lo que me llevo como distintivo después de tantos días en esta ciudad.
Muchos restaurantes chinos, paquistaníes, indios y los tradicionales locales de la llamada comida chatarra. Precios variados y para todos los gustos, aunque con el peligro latente de cometer un error, como comer en un restaurante paquistaní y no envidiarle en nada al picante más picante de los mexicanos... ¿Quién me manda a meterme en un restaurante paquistaní?
Se hizo larga la noche en el aeropuerto, antes de la partida a Seattle. Había dos alternativas: pasar la noche para estar a las 5 de la mañana dispuesto a hacer el check-in del vuelo —que salió a las 7— o venirse de madrugada. En el Bart (como el tradicional subte porteño), se pueden recorrer los 18 kilómetros del centro al Aeropuerto en 40 minutos y por 9 dólares. En taxi y saliendo a las 4 y media de la mañana, cobraban 150 dólares... No hubo mucho que pensar. Bart a las 10 u 11 de la noche, y madrugada a pleno en el aeropuerto. Tranquilo, con tiempo para escribir algo y haciendo un poco de necesaria economía. Total, para dormir hubo un poco de tiempo en los sillones del aeropuerto (no eran una cama doble plaza, pero...) y otro poco en el avión. Suficiente.