Edición del Viernes 07 de agosto de 2015

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El desafío energético - Edición Impresa - Opinión Opinión

El desafío energético

El gran desafío para la próxima administración será plantear una transición hacia una economía baja en carbón que garantice acceso universal a la energía, que evite el conflicto social; que no genere un problema fiscal; que su costo permita una economía competitiva; y que, a la vez, permita cumplir responsablemente con los compromisos relacionados con el cambio climático.

Esto no es imposible de hacer. El primer desafío, el más importante, será armar una estructura institucional que genere credibilidad, local e internacional. Y es un desafío porque la Argentina tiene un bajo capital institucional y costará lograr la credibilidad necesaria que impacte en el costo del dinero. Y déjenme enfatizar: el costo del dinero es el factor de costo más importante en la generación de energía.

No importa cómo llamemos a la estructura institucional, ministerio, agencia, secretaría; lo importante es generar los protocolos que mejoren las posibilidades de tomar buenas decisiones. Buenos protocolos no garantizan buenos resultados, pero aumentan la probabilidad de conseguirlos. Malos protocolos nos aseguran resultados como los conseguidos en la última década.

Estructura institucional, más las reglas del juego, puestas en movimiento, dan vida a un sistema, a un procedimiento continuo de toma de decisiones que se nutre de la propia información que el movimiento genera, es algo absolutamente dinámico.

Un buen proceso de toma de decisiones genera credibilidad, debe ser abierto y transparente, no debe ser arbitrario ni discrecional y se nutre de la información que todos los actores aportan. ¿Qué tiene que tener esa estructura institucional?: primero, una Agencia de Planeamiento Energético a largo plazo. Organismo público-privado encargado de reunir información, hacer análisis y someterlo a debate abierto y por escrito en relación a los escenarios de mediano y largo plazo. Se parte de una visión compartida del futuro. La visión sobre el futuro debe ser producto del trabajo conjunto de todos los actores: accionistas e interesados. Una visión compartida tiene un maravilloso efecto ordenador sobre las expectativas, sobre a qué atenerse. En segundo lugar, un Consejo de Confiabilidad para definir los estándares técnicos en los servicios públicos y asegurar equilibrio en los compromisos que deban ser debatidos con relación a los objetivos de acceso, costo y ambiente. En tercer lugar, el fortalecimiento y normalización de los Entes Reguladores cuyo rol es arbitrar entre intereses opuestos de los distintos agentes y también, como su nombre lo indica, cumplir funciones regulatorias. Cuarto, hay que pensar en el largo plazo. El negocio de la energía es como el negocio hotelero o de aviación, hay que tener reservas disponibles para satisfacer picos de demanda. Por ello, hay que establecer contratos de largo plazo en toda la cadena de valor para hacer previsibles y estables los ingresos de las empresas de esa cadena de valor y el abastecimiento y precios a los clientes. Quinto, mecanismos para asegurar que serán contestables los mercados en competencia. En sexto término, es necesario establecer la cadena de responsabilidades por el abastecimiento. Siete, como las reglas nunca son perfectas y necesitan evolucionar en función de las realidades y de la información que el mismo funcionamiento provee, hay que establecer un sistema para cambiar las reglas cuando ello sea necesario, de manera de ofrecer flexibilidad con procedimiento.

Mi preferencia desde una perspectiva de la disciplina de las Relaciones Internacionales es por un Ministerio de Recursos Naturales, porque en mi visión, la dinámica internacional estará marcada en buena medida por la competencia por los recursos naturales más escasos de un planeta que se achica y una población que se agranda. Las Leyes de la Termodinámica son inapelables: el mundo es finito. Ahora bien, cada región ofrece niveles de cooperación y competencia diferentes de acuerdo con la dotación de recursos y necesidades de cada una. Cada región diseña reglas de juego diferentes. Existe también un importante número de regímenes internacionales que son globales en los que se diseñan reglas de juego, y existen mesas de negociación que operan en forma simultánea y que deben atenderse con una visión coordinada para no ganar en una mesa y perder en la otra.

La lógica es poder administrar desde una sola óptica, con una metavisión: energía, ya sea la convencional, no convencional y la renovable; minería, recursos hídricos, agricultura, ciencia y tecnología, y ambiente. El aporte de la tecnología será indispensable para afrontar el desafío del cambio climático, y la mejora en eficiencia en el uso de los recursos permitirá conseguir más con menos y reducir emisiones.

Pero ésta es la visión desde la perspectiva de una disciplina, lo esencial es no distraerse pensando que si cambiamos el organigrama cambiamos la realidad. Sucesivas reformas constitucionales han demostrado que la Argentina no cambia porque cambiemos la Constitución Nacional, eso es más bien una distracción que nos impide ocuparnos de lo que realmente importa: el problema no es la política energética, es la Política. Hay en la Argentina un sinnúmero de personas calificadas en energía que saben qué hay que hacer, el tema es que puedan hacerlo; y para ello, es fundamental tener adecuados mecanismos institucionales.

Por Alfredo Morelli

Hay en la Argentina, un sinnúmero de personas calificadas en energía que saben qué hay que hacer, el tema es que puedan hacerlo; y para ello, es fundamental tener adecuados mecanismos institucionales.



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Viernes 07 de agosto de 2015
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