Edición del Jueves 11 de setiembre de 2014

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Maestras que vienen “remando” - Edición Impresa - Educación Educación

Cruzan el riacho para enseñar en la Vuelta del Paraguayo

Maestras que vienen “remando”

  • Hoy se conmemora el Día del Maestro. Rut y Jerónima cuentan cómo es dar clases en la escuelita del “barrio islero” de Santa Fe. Son docentes que se enfrentan a diario con las adversidades del contexto de pobreza.
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“El desafío nuestro de cada día es poder llegar hasta la escuela, sobre todo, en época de lluvias y crecida”, dicen las maestras que todos los días cruzan el río para ir a enseñar. Foto: Flavio Raina

 

Mariela Goy

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Son las 7.45 de la mañana del martes y el cielo, encapotado con todas las tonalidades de grises posibles, está más amenazante que nunca. Lorena, la profesora de Educación Física, y Yolanda, la ecónoma, ya están en la costa. Enseguida se suma la directora Rut. Néstor, el botero, aguarda a que estén todas las maestras para cumplir con el ritual diario de soltar las amarras de la canoa y cruzarlas hasta el otro lado el riacho Santa Fe.

Sobre la otra barranca, se divisa una edificación pintada de rojo. Es la escuela primaria Nº 1138 Mateo Booz, de la Vuelta del Paraguayo, el “barrio islero” de Santa Fe. A un costado se erige el club y del otro, se levanta una hilera de viviendas modestas.

“El desafío nuestro de cada día es poder llegar hasta la escuela, sobre todo, en época de lluvias y crecida. Por suerte, conseguimos un subsidio del Ministerio de Educación para comprar otro bote, porque al anterior le entraba agua por todos lados”, dice la maestra Jerónima Tejerina, junto a Rut Cuddé, la directora y docente de los últimos grados.

El plantel se completa con Andrea Correa y, entre ellas tres, tienen la misión de enseñar a los 32 alumnos de esa isla de difícil acceso por tierra. El camino de dos kilómetros que conecta la Vuelta del Paraguayo con Alto Verde a través de un puente está en pésimo estado y cruzar el río deja de ser una opción para convertirse en una necesidad.

Las maestras se encuentran todos los días en el mismo lugar: por la colectora paralela a la Ruta 168, un poco antes de llegar a la zona de boliches. El botero las va cruzando y les cobra unos pesos que las docentes pagan de su salario. El viaje es cortísimo porque el bote tiene un motor. “Acá el riacho es angosto, aunque muy profundo”, aclaran las maestras, mientras desde la otra costa un par de alumnos le gritan al canoero que los lleve a dar una “vueltita”. No hay chance, las puertas de la escuela ya se van abriendo.

Contra la corriente

Rut y Yerom (como le dicen sus alumnos a Jerónima) cuentan que la semana pasada terminaron de volver las familias que habían sido evacuadas por la última crecida del Paraná. “Ahora ya regresamos a la normalidad. Si bien los alumnos evacuados no cortaron las clases porque la Municipalidad los cruzaba en botes, los chicos venían muy nerviosos, no estaban dispuestos a aprender. Durante la creciente los tenemos que contener el doble o el triple porque dejan sus hogares y sus cosas para evacuarse. Tenemos que seguirles la corriente a lo que tengan ganas de hacer”, dijeron las maestras.

El río y sus vicisitudes no es el único desafío que enfrentan estas educadoras. En la Vuelta del Paraguayo, un lugar de naturaleza agreste, las familias subsisten en su mayoría de la pesca o de las asignaciones por hijo.

“Nos cuesta mucho todo. Desde hacer una visita a La Redonda o llevar a los alumnos al cine, hasta el aprendizaje, los materiales, lo poco estimulados que vienen los chicos de sus casas. Igual, nunca nos asustó el esfuerzo”, aseguran las docentes.

“El mayor problema es que a los chicos les cuesta alfabetizarse en lectoescritura. Hay un alumno de 6to. grado que no sabe leer. Estamos haciendo un gran esfuerzo porque cuando no es por falta de estímulo es por exceso de otros, como los jueguitos de los celulares y computadoras. Igual, hemos conseguido algunos logros, entre ellos, que los alumnos no falten tanto a clases”, resaltaron las maestras, que trabajan en la institución desde hace un par de años.

Olvidada

“Esta es una escuela olvidada -advierten-. No tenemos netbooks ni computadoras, los pizarrones ya no dan más, los libros de la biblioteca están desactualizados, no tenemos juegos (toboganes o hamacas) para el patio ni materiales para educación física. Hasta nos sentimos relegados de las políticas educativas porque nunca entramos en ninguna capacitación para docentes rurales”, reclamaron las maestras.

Aun estando a 5 minutos de Santa Fe, esta primaria figura como escuela rural. “Damos clases bajo la forma de plurigrado, es decir, los chicos de 1º, 2º y 3º grado están en un aula, y los alumnos de 4º a 7º en un solo grado unificado”, contaron Rut y Yerom.

La directora dice que a esta escuela le vendría muy bien entrar en el programa de jornada extendida que implementó el Ministerio de Educación provincial. “Acá se necesita muchísimo la ampliación de la jornada porque los chicos no tienen otra actividad aparte de la escuela. Viene un grupo de la universidad que se llama La Revuelta que contiene a los chicos con las murgas y hacen alfabetización para adultos, y también los alumnos del Colegio Inmaculada que dan clases de apoyo en la Iglesia. Pero nada alcanza. Se necesitaría una contención más importante con propuestas de teatro, danza y expresión artística”, consideró Rut.

La entrevista va terminando y Nico sigue “molestando” a sus compañeros. “¡Cómo estamos hoy!”, dice Lorena, la profe de Educación Física que se lo va llevando al club de al lado a practicar hockey con palos de escoba porque no tienen los propios del deporte. Es que ser docentes en estos contextos, implica no cansarse de “remar” contra las adversidades.

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Tres maestras de grado dan clases a 32 chicos bajo la modalidad del “plurigrado”. Foto: Flavio Raina

  • “Estamos trabajando con los chicos el tema de la basura en el río, que es mucha. Damos contenidos de medio ambiente pero después ven a sus padres quemar la basura o tirarla al río, porque acá no llega el recolector de residuos. La Vuelta del Paraguayo es un barrio olvidado y las maestras nos damos ánimos entre nosotras para seguir”.

Rut Cuddé,

directora

  • “Mi sueño siempre fue ser maestra rural, y esta escuela era el primer peldaño para ir más lejos todavía. Nuestro principal desafío es cruzar el río, pero nos ponemos más en riesgo atravesando la Ruta 168. No podemos usar el puente peatonal porque te roban. Una vez que entrás a la escuela, estás en otro mundo”.

Jerónima Tejerina,

maestra

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Jueves 11 de setiembre de 2014
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