Capítulo 32
El Mundial da para todo
Enrique Cruz (h) (Enviado Especial a Río de Janeiro)
- Aeropuerto El Galeao de Río de Janeiro, diciembre del año pasado, escala de un vuelo con destino final a la ciudad de Salvador de Bahía, a 80 kilómetros de Costa do Sauipe, el paradisíaco lugar elegido por la Fifa para realizar el sorteo del Mundial. Hall del Aeropuerto. Sabella sentado junto a un colaborador y me acerco a pedirle una nota. “¿Ahora la querés hacer?... Estoy cansado, mejor la dejamos para mañana”, fue la contestación. No soy de los que anda “llorando”, apenas esbocé una leve insistencia, le di la mano y pensé que la posibilidad de tener un mano a mano con el técnico de la selección había quedado abortada. ¡Qué mal pensado!
El día siguiente fue el previo al sorteo. Hice los 80 kilómetros hasta Costa do Sauipe junto al colega Nico Mai y su padre, un personaje que imprevistamente se puso a charlar animadamente de bueyes perdidos con Vicente Del Bosque, lo más bizarro e increíble que presencié. Volvamos a Sabella. Ese día siguiente, estaba en el lobby de uno de los grandes hoteles de Costa do Sauipe en el que, además, paraban varios técnicos mundialistas. El hombre sale de un auditorio, empieza a caminar hacia el lado donde estábamos los periodistas, lo abarajan los de TyC Sports para salir en vivo, empieza a mirar para todos lados y me descubre. “Termino acá y voy con vos”, me dice, apuntándome con el dedo y dejando atónitos al resto de los colegas, que ya me empezaron a mirar con cara de envidia y de pocos amigos.
Habían pasado más de 24 horas de aquel pedido en el Aeropuerto y el tipo cumplió. Mano a mano de casi quince minutos, que El Litoral publicó en diciembre pasado. No debió ser una sorpresa. A los pocos días de haber perdido jugando muy bien la final de la Intercontinental con el mejor Barcelona, Estudiantes hizo la pretemporada en Cariló. Fui y le pedí una entrevista, vía Claudio Gugnali. Dijo que sí, pero que lo esperara porque debía almorzar y el que se sienta a la mesa fuera del horario, paga una multa. Volvió a los 40 minutos, lo esperaban un montón. Pero su reacción fue la misma que en Costa do Sauipe. Así es Sabella.