Edición del Lunes 30 de diciembre de 2013

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La Asde premió a Fortunato Nari - Edición Impresa - Opinión Opinión

Labor literaria

La Asde premió a Fortunato Nari

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EL ESCRITOR RAFAEALINO recibe su premio de parte de Julio Luis Gómez. Foto: Gentileza Asde

 

Julio Luis Gómez (*)

La Asociación Santafesina de Escritores ha querido distinguir con su Premio a la Labor Literaria, en edición de este año 2013, a Fortunato Nari.

Nacido en Monte Oscuridad, provincia de Santa Fe, en el ámbito espacial de ese que, parafraseando a José Pedroni, bien podríamos denominar también, y para su caso, el corazón de su pampa gringa, allá por 1932, y vivido en Rafaela, por muchísimos años; compañero de camino de los altísimos y siempre recordados nombres de Mario Vecchioli, Lermo Rafael Balbi, Elda Massoni, entre tantos, su obra ha venido a ser, en el decurso de sus días y en la pluralidad de su registro, una operación viva y significativa de la instauración, creemos que ya para siempre, de una categoría de características propias, que es la de la literatura de esa pampa gringa, precisamente, en el concierto de esas plurales voces que Julio Migno alentaba para identificarnos en el mundo, tal vez por aquello que nuestro Jorge Luis Borges nos advertía que, ciertamente, podemos aspirar a todas las tradiciones.

Poeta en “Polen y Ceniza”, “El Ángel y la Tormenta”, “Serafín sin fin”, “Pensamiento del Pájaro”, narrador en “El hijo de Medea”, “El Huerto del Rincón Oscuro”, dramaturgo en “La tierra está”, “El habitante”, “Rey en el exilio”, Nari ha edificado, en integración de géneros y en apertura tanto a formas del Occidente clásico (el soneto, por ejemplo) como del Oriente milenario (los haikus y las tankas), una destacable página de esa literatura, “situada”, como decíamos, conforme la sagaz observación de Osvaldo Valli, pero, a un tiempo, y no como mera yuxtaposición sino como integración fecunda, abierta en una demorada y reflexiva contemplación del mundo, como si por esa misma ventana de uno de sus títulos primeros, el poeta acertara a ver en los ritmos y en los horizontes de la ruralía el drama y el misterio del hombre.

Baste, quizás, en el punto, la lectura de uno de sus poemas, al que la agudísima crítica Virginia Tessio, desde su tesina felizmente titulada “La obra de Fortunato Nari: signos de universalismo en la literatura de la Pampa Gringa”, ha señalado como “centro de su producción literaria” para afirmar, en exacta síntesis conclusivo valorativa, que “(...) autores como Nari, desde el interior del interior del país, han sabido construir una lengua poética que elude el marco referencial pintoresquista de una zona o región para generar una producción literaria original que nos permite aseverar esa universalidad”. “Cava en la noche resonante cueva / la voz del toro en el furor del celo, / la tierra brama su ansiedad y el cielo / desliza el canto de la luna nueva.// En el rocío del sendero prueba / la perdiz joven la inquietud del vuelo, / y al tibio nido que escondió en el suelo / desciende la tormenta y se lo lleva.// Así en el hombre, que atestigua y suma, / se debaten la lámpara y la bruma / en dualidad de perfección y dolo.// Y hacia el final del azaroso drama / con su tributo de raíz y llama / Adán asciende desterrado y solo”.

Por ello, seguramente por ello, ha sido que su palabra fue y es capaz de ser reconocida, atendida y examinada en otros ámbitos, algunos sí más que lejanos al de nuestro propio horizonte de comprensión y afectiva resonancia.

Ahí están, para certificarlo, el Premio Manuel José de Lavarden, otorgado en Bs. As. a su obra de teatro “La tierra está” y ahí, asimismo, su también presencia, con ella, como finalista en el Certamen del Instituto de Cultura Hispánica, presencia culminada con su puesta en escena en el Teatro María Guerrero de Madrid.

Ahí están también, para acreditarlo, la selección de su obra “El habitante” por el Instituto Internacional de Teatro, los Premios de la Editorial Kraf y de la Caja Nacional de Ahorro Postal que anticipan y confirman los más cercanos de la Dirección de Cultura de nuestra provincia y de la Municipalidad de su Rafaela de siempre.

No podíamos, entonces, estar ausentes de esta saga de celebración de una obra, que es la de una vida ceñida y dedicada a la instauración de un mundo por esa palabra que, sembrada en el primigenio surco y en la memoria de su tierra y de sus aconteceres, levita hacia horizontes de plenaria internación en el misterio existencial del hombre salvado por ella de la dispersión y de la soledad primeras tras la inicial caída.

Y ojalá que, al colocar en tu pecho, Fortunato, una presea más, aunque modesta, se nos aparezca en el conjunto de esa saga que decíamos, experimentes el reconocimiento, la admiración y el constantísimo respeto de quienes, hoy y aquí, y siempre, nos honramos en hacerlo y nos honraremos por haberlo hecho.

(*) Vicepresidente de Asde

La obra de Nari ha venido a ser, creemos que ya para siempre, de una categoría de características propias, que es la de la literatura de esa pampa gringa, precisamente, en el concierto de esas plurales voces que Julio Migno alentaba para identificarnos en el mundo.



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Lunes 30 de diciembre de 2013
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