Lengua Viva
Pensemos entre todos (II)
Evangelina Simón de Poggia
Me gustaría seguir reflexionando sobre el planteo iniciado en mi artículo anterior. Estaba refiriéndome a la importancia del desarrollo de hábitos en la educación. Si ingresamos en los hábitos específicos, que atañen, fundamentalmente, al sistema educativo, recordemos que lo primero que tenemos que hacer con nuestros educandos es enseñarles a mirar todo acto comunicativo, oral o escrito, desde la globalidad, como un todo.
Partiendo de este principio podemos conversar sobre diversas estrategias referidas, por ejemplo, a la lectura: los alumnos deberán ingresar al texto con una perspectiva espacial, es como aquel que ingresa a un espacio desconocido y no sabe con qué se encontrará, lo cual lo debe de llevar a tener una actitud de curiosidad; la lectura debe de ser totalizadora, no segmentada en párrafos, de manera que puedan encontrarle a ese texto un sentido.
La información fundamental surgirá con fuerza, cuando haya reiterado la lectura, respetando sus tiempos. Luego seguirá la polémica con sus docentes y compañeros para llegar a un acuerdo con respecto a la información pertinente. Tendremos cuidado en no manejar conceptos frecuentes como que “cada párrafo encierra un idea principal”, pues ya sabemos que muchas veces se reitera la misma idea con una estructura diferente; no permitir que subrayen ideas, supuestamente principales, desde el primer momento que enfrentan la lectura del texto. ¡Todavía no se han ubicado espacialmente en él! y, aunque está muy desarrollada esta práctica en numerosa bibliografía, comprendamos que se trata de una técnica de marcado factible de ser usada cuando ya produjo el proceso de comprensión. Será importante la reiteración de la lectura cuantas veces sea necesaria, respetando los tiempos de concentración de cada alumno. Solamente se interesarán en el texto cuando se sientan capaces de atravesarlo hasta su comprensión, hasta internalizarlo, llegando a la subjetividad que les va a permitir apropiarse de él y formalizar su propio texto, el del texto dado, lo cual presupone un ingreso global e integrador al mismo y no uno parcializado y segmentado desde las micro y macroestructuras; demos importancia a los borradores como parte del proceso de comprensión, dejémoslos que durante su formalización vayan jugando con sus aciertos y errores, con lo pertinente y lo accesorio, con la búsqueda y el encuentro, hasta que, por fin, vislumbren aquella información de la que no pueden prescindir si no quieren desestructurar al texto de su interés, pues han llegado al espíritu del mismo.