En Londres
Murió Ronald Biggs, el cerebro del “gran robo”
Tenía 84 años. En 1963, con su banda, asaltó el tren postal de Glasgow, lo que le reportó un botín de 2,6 millones de libras esterlinas, una fortuna para la época. Encarcelado poco después, inició una secuencia de fugas tan espectaculares como el robo mismo.

Ronald Biggs en una imagen de 1997, exhibiendo el cartel que reclamaba su captura en la década del 60 del siglo pasado. Foto: Archivo El Litoral
Viviana García
Agencia EFE
El legendario Ronald “Ronnie” Biggs, fallecido hoy a los 84 años, fue más famoso por sus espectaculares huidas que por su participación en el llamado “robo del siglo”, cuando asaltó con varios cómplices el tren de correos de Glasgow en 1963.
Con alma de asaltante desde la adolescencia, Biggs formó parte de la banda que se hizo con un botín de 2,6 millones de libras, equivalente a 40 millones de libras actuales (47 millones de euros), cuando atracó el tren en agosto de 1963.
Nacido el 8 de agosto de 1929 en el barrio de Stockwell, en el sur de Londres, Ronald Arthur Biggs se presentó en 1947 como voluntario de la Real Fuerza Aérea (RAF), pero fue encarcelado y expulsado dos años después por robar en una farmacia.
Un mes después de salir de la RAF pasó brevemente otra vez por una cárcel británica por robar un coche, en lo que supuso el comienzo de una vida plagada de incidentes criminales.
Por entonces trabajaba como carpintero en la localidad de Reigate, en el condado de Surrey (sur de Inglaterra), y, en medio de apuros económicos, pidió dinero prestado a Bruce Reynolds, al que había conocido en la cárcel.
Una gentil invitación
Reynolds le propuso tomar parte con otros amigos en el robo del tren, que por entonces fue el atraco más espectacular en la historia del Reino Unido.
“Recibí esta invitación para tomar parte en el robo del tren. Pedí 24 horas para pensarlo. Supongo que sólo necesité 20 segundos”, contó el mismo Biggs a los medios británicos.
Así, una banda formada por más de diez delincuentes robó el tren cerca de la localidad de Cheddington, en Buckinghamshire (al norte de Londres), la noche del 8 de agosto de 1963, tras manipular las señales de las vías para detener los vagones.
Pero Biggs no fue muy lejos ya que tres semanas después fue detenido y arrestado junto con otros 11 miembros del grupo.
En abril de 1964, el legendario ladrón fue procesado y condenado a treinta años de cárcel, pero 14 meses después consiguió huir de la prisión de Wandsworth (Londres). Biggs huyó primero a París, donde se gastó una parte del botín que le tocó -de 143.000 libras (170.170 euros)- en cirugía plástica y en hacerse con documentos falsos para viajar a Australia, donde vivió durante cuatro años.
Al enterarse de que la Interpol le buscaba, Biggs viajó a Brasil, una vez más con un pasaporte falso, hasta que en 1974 el entonces superintendente de Scotland Yard, Jack Slipper, lo localizó en Río de Janeiro.
Pero el astuto Ronnie Giggs, que se estaba divorciando de su mujer, aprovechó la legislación local para evitar su detención al revelar que su novia brasileña, Raimunda, estaba por dar a luz a su hijo, Michael, por lo que no podía ser extraditado al Reino Unido por ser padre de un ciudadano de Brasil.
No obstante, los británicos hicieron un nuevo intento por capturarlo en 1981, cuando antiguos soldados lo arrestaron y se lo llevaron a Barbados, donde lo entregaron a las autoridades, pero Biggs aprovechó una laguna legal, fue liberado y regresó a Brasil, donde vivió hasta 2001.
Fue en mayo de 2001 cuando el tabloide sensacionalista The Sun lo encontró en Río de Janeiro, pero al estar ya muy enfermo Biggs decidió regresar a Inglaterra. En declaraciones a los medios británicos, Biggs dijo entonces que quería volver a su país para tomarse una cerveza en un “pub”.
Tras ser encarcelado en una prisión de Londres, el gobierno británico autorizó su salida por razones humanitarias pues su salud se había deteriorado.