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Lehman Brothers: cinco años después la situación no cambió - Edición Impresa - Economía

El colapso financiero mundial

Lehman Brothers: cinco años después la situación no cambió

La banca de EE.UU. está más concentrada que entonces y las regulaciones iniciadas se frenaron.

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Los empleados de Lehman Brothers abandonan la oficina londinense del cuarto banco de inversiones de Estados Unidos, el lunes 15 de septiembre de 2008.

Foto: EFE

 

Teresa de Miguel - EFE

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EFE

Cinco años después del colapso de Lehman Brothers, la banca estadounidense está más concentrada en unas pocas entidades y sigue entrañando riesgos, mientras las regulaciones al sector que se iniciaron tras la crisis permanecen incompletas en este país.

El 15 de septiembre de 2008, el que fuera uno de los principales bancos de inversión de Estados Unidos se veía forzado a declararse en bancarrota después de que la Casa Blanca y la Reserva Federal decidieran no acudir a su rescate y que las mayores entidades del país rechazaran hacerse con él.

El colapso de Lehman Brothers provocaba un efecto dominó en el sector financiero que finalmente llevó al gobierno estadounidense a intervenir con unos masivos programas de rescate y que desencadenaría en la crisis más profunda y prolongada desde la Gran Depresión de los años 30.

Un lustro después, la banca estadounidense está más concentrada en unos pocos colosos, puesto que los activos de las seis mayores entidades financieras de este país son ahora un 28 % superiores a los niveles de 2007, pero se han dado pasos para reforzar su estabilidad.

Y es que, en julio de 2010, se adoptó la ley Dodd-Frank, una ambiciosa legislación de 3.200 páginas gracias a la cual los mayores bancos de Estados Unidos han tenido que crear una suerte de “testamentos vivientes”, unas hojas de ruta para ser liquidados en el caso de nuevas crisis.

Estos “testamentos” permitirían que, en el caso de que vuelvan a encontrarse en una situación como la que atravesó Lehman Brothers, se evitase el frenético fin de semana en el que las autoridades reguladoras no alcanzaron a entender la verdadera dimensión de los activos del banco.

Además, la legislación ha conseguido someter a unas “pruebas de estrés” anuales a las 18 mayores entidades financieras del país que en marzo pasado tan sólo suspendió Ally Financial, ya que las demás lograban superar el 5 por ciento en la ratio de capital de mayor calidad que establece como mínimo la Reserva Federal.

El año que viene, doce nuevos bancos tendrán que pasar por esas pruebas y se ha incluido a dos compañías, la aseguradora American International Group (AIG, que tuvo que ser rescatada en la crisis) y el brazo financiero de General Electric, a ser sujetas a una supervisión similar.

Sin embargo, solamente un 40 % de las normas de la ley Dodd-Frank han sido implementadas, según estima la firma de abogados Davis-Polk, al tiempo que un 23 % no han sido ni propuestas ni finalizadas, entre ellas la controvertida Volcker Rule.

Esa norma, bautizada en honor al que fuera presidente de la Reserva Federal Paul Volcker, busca prohibir a los bancos hacer inversiones especulativas en beneficio propio y no en el de sus clientes, lo que se ha encontrado con la oposición frontal de los pesos pesados de Wall Street.

En mayo del año pasado, se reabría el debate sobre la necesidad de poner finalmente en marcha esa normativa después de que se descubriera que JPMorgan Chase incurrió en unas pérdidas de más de 6.000 millones de dólares debido a unas arriesgadas operaciones en derivados en su oficina de Londres.

De hecho, el secretario del Tesoro estadounidense, Jacob Lew, reconoció este verano al canal financiero CNBC que quiere que la mayor parte de la ley Dodd-Frank se implemente para finales de año, para poder decir que se ha puesto fin al concepto de los “demasiado grandes para caer”.

Si bien una gran mayoría del sector financiero estadounidense achaca la escasez de circulación del crédito a las nuevas normas que sí entraron en vigor tras la crisis, algunos importantes directivos como el consejero delegado de Pimco, Mohamed El-Erian, creen que no se ha hecho lo suficiente.

“Dada la importancia sistémica (de los bancos occidentales), muchos de ellos fueron rescatados y, con apoyo institucional, volvieron a los beneficios bastante rápido”, recordaba El-Erian en un ensayo publicado el mes pasado, titulado “El mórbido legado de Lehman”.

“Sin embargo, no han sido sujetos a impuestos sobre los beneficios extraordinarios y los políticos no han hecho lo suficiente para alterar los incentivos estructurales que animan al riesgo excesivo”, concluyó el directivo.

Un costoso salvataje

La quiebra de Lehman Brothers marcó el punto culminante de la crisis financiera global. “De pronto nos vimos ante el peligro real de una catástrofe económica”, escribió el Nobel de Economía Paul Krugman en su columna de The New York Times. El castillo de naipes no se desarmó del todo únicamente gracias a los contribuyentes, cuyo dinero sostuvo la situación.

El Citigroup recibió 45.000 millones de dólares de Washington, igual que el Bank of America. También otras entidades de Wall Street se vieron beneficiadas con inyecciones financieras. El gobierno estadounidense incluso aportó un paquete de rescate de más de 182.000 millones de dólares para la gran aseguradora AIG. El objetivo: recuperar la calma y la confianza en los mercados.

En Alemania, uno de los países cuyos bancos se vieron afectados por la crisis hipotecaria internacional, el mensaje también fue claro: “No puede haber un caso Lehman alemán”, subrayó quien por entonces era presidente del ente de vigilancia financiera Bafin, Jochen Sanio. La compañía Hypo Real Estate fue totalmente nacionalizada. El Banco Commerzbank, en parte. La fuente de financiación: el contribuyente.

Desde su fundación a fines de octubre de 2008 y hasta fines de 2012, el fondo alemán de estabilización de mercados financieros Soffin acumuló 21.500 de euros de pérdidas. Salvar bancos “no es ningún negocio”, comentó en su momento quien presidía el Soffin, Christopher Pleister.

El Estado alemán aún tiene un 17 por ciento de las acciones del Commerzbank. Para que le merezca la pena salir de él, la acción debería subir al menos 20 euros. Actualmente, los títulos no llegan ni a la mitad de ese importe.

En cambio en Estados Unidos el gobierno corrió mejor suerte. Gracias a los mayores intereses para las ayudas y una subida de las acciones, Washington pudo salir beneficiado de la ayuda aportada a bancos nacionales.

Sin embargo, el balance general es negativo, también en Estados Unidos, debido al costoso recomienzo de las automotrices General Motors y Chrysler y a la nacionalización de los dos mayores bancos hipotecarios: Fannie Mae y Freddie Mac.

Analistas estadounidenses estiman que el programa de rescate tuvo finalmente un costo de 21.000 millones de dólares. En un primer momento se había estimado que el programa brindara 700.000 millones de dólares, pero finalmente, según datos de la secretaría del Tesoro, la cantidad ascendió hasta ahora a 421.000 millones.

En el bloque europeo, los países miembro pusieron a disposición de los bancos casi 3,2 billones de euros entre 2008 y 2011, sobre todo en forma de garantías y capital propio.



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