Entrevista realizada en “Palabra”, por C&D
Maximiliano Pullaro: “Ascaíni le daba órdenes a la Policía”
El legislador provincial detalla cómo funcionan las bandas narcos del sur provincial.
José Curiotto
Email: [email protected] Twitter: @josecuriotto
Veinticuatro horas antes de que se produjera en el departamento General López uno de los operativos antinarcóticos más importantes de la historia de la provincia, el diputado Maximiliano Pullaro describió en detalle cómo operan estas bandas de narcotraficantes en ciudades como Venado Tuerto, Firmat y Villa Cañás.
Lo hizo en una entrevista realizada en el programa “Palabra”, que se emite los jueves a las 22, por Cable & Diario. Allí adelantó los nombres de quienes pocas horas después serían detenidos por más de 100 efectivos policiales de las Tropas de Operaciones Especiales y la ex Drogas Peligrosas, en distintos procedimientos simultáneos en estas ciudades.
En la entrevista, aparecen nombres, relatos y anécdotas sobre cómo operan los narcos en el sur de la provincia y de qué manera vienen siendo protegidos por policías corrompidos. Cómo los narcos lograron reemplazar cocaína por azúcar. Cómo desaparecen carpetas con investigaciones desde oficinas de la Justicia y de qué manera los narcos amenazan a funcionarios públicos que se atreven a hablar de ellos.
—¿Cómo funciona la red narco en localidades como Villa Cañás, Venado Tuerto, Firmat, Rosario?
— En las ciudades grandes, la identificación personal es más difícil. Pero en una localidad de 30 mil habitantes, no pasa desapercibida una persona como Carlos Ascaíni, que hace ocho años era jornalero, vivía hombreando bolsas en un semillero y el año pasado tenía un Audi, una camioneta 4x4, una casaquinta, una mansión con pileta en Villa Cañás, haciendo ostentación de ser distribuidor de drogas, con acuerdo de la Policía y la Justicia, porque él mismo lo decía.
Cuando dos autos de la Policía de Seguridad Aeroportuaria lo siguen, él le pide a la Policía de la provincia que siga a esos autos. .
Aunque parezca mentira, primero fuimos a hablar con el jefe de la Brigada de Drogas Peligrosas, denunciando esta situación. Fuimos con el intendente y los concejales.
Dimos diferentes nombres y no pasaba nada. Hablamos entonces con el jefe de la Unidad Regional. Por el mes de febrero de 2012, movido por la impotencia, vine a Santa Fe para hablar con el ministro de Seguridad, Leandro Corti.
Esto me lleva a exponer la problemática con nombres y apellidos en el recinto de la Cámara de Diputados. Y mis compañeros de la Cámara se sorprendían. Y hasta había algunas burlas mientras yo hablaba.
Esto se fue comprobando y se fue viendo que era así. Los narcos empezaban a hacer donaciones a las escuelas.
—¿Dónde ocurría eso?
—En Firmat, en Villa Cañás. Asistían directamente en su barrio a las personas que necesitaban un remedio, una ayuda. Estábamos en cuestiones sumamente graves. Los denunciamos a estos tipos por la impunidad y la cobertura que tenían.
Como sucedía con Aldo César Orosco, otro narcotraficante que es de Firmat, distribuidor en diferentes ciudades.
—¿Pero usted puede asegurar que este hombre vende drogas?
—Sí. Aldo César Orosco vende droga, como vendía el año pasado, como vendía Reinoso. Atrapado tres veces por las fuerzas de seguridad de la provincia y dejado en libertad por los jueces federales de Rosario.
Volvamos a Orosco. Cuando lo allanan en 2011, no sólo se entera antes que la misma Policía lo iba a allanar; más aún, les deja carteles a los policías, diciéndoles “Sonrían que los estamos filmando”. Burlándose de los policías que participaron del operativo. Esa información salía de la propia Policía o de los juzgados federales. Eso sucedió en Firmat.
Como cuando van a allanar a Ascaíni pero no encuentran nada. Él les había dejado las tazas de café caliente, como diciéndoles que se tomen un café. O cuando le da la orden a la Policía de Villa Cañás de que persiga a dos autos que lo venían siguiendo. El narco a la policía. Y eran dos autos de la PSA.
Aldo Orosco es atrapado en un procedimiento de rutina de la Policía provincial. Una semana antes lo habían detenido a su padre con dos kilos de cocaína. Pero queda en libertad.
Orosco venía con dos abogados en el auto. Uno de los abogados armado y con cuatro kilos de drogas. Fue a las dos de la mañana cerca de Firmat. Pasan dos testigos. Pero uno es vecino de Orosco, alguien que además consume y mete miedo en el barrio Centenario. El otro testigo es de Santiago del Estero, pero parece que por miedo se escapó a Bolivia.
La contradicción de un testigo hizo que el juez Carlos Vera Barros lo dejara en libertad. Se cayó el procedimiento. El fiscal recusó la decisión porque, en lugar de investigar qué hacían allí cuatro kilos de drogas, investigaron cómo había sido el procedimiento de la Policía.
La droga estaba. El fiscal Degiovani recusó esto y la Cámara Penal le dio la razón. El caso está ahora en Casación.
— ¿Qué está pasando en Rosario?
—Las diferencias tienen que ver con que la sociedad rechaza al narcotráfico en las comunidades más chicas. Lo que nosotros vemos es que en Rosario el narcotráfico perforó de tal manera a la comunidad, que termina estando aceptado.
Existe el concepto de soldado de una banda de narcos. Pibes de 13 años que prefieren pertenecer a un grupo de contención que tiene que ver con una banda de delincuentes, y no a lo que eran los clubes, la educación, etc.
—Tal vez esto ocurra porque, pertenecen a una banda narco, o no pertenecen a nada.
—Exactamente. Es el concepto nuevo sobre el cual debe apuntar la mirada el Estado en este tema. Tiene que ver con la inclusión social, que les podamos dar a esos chicos otras oportunidades.
En Rosario hay pibes soldados que tienen sus ámbitos de socialización en esas bandas. Es distinto a lo que ocurre en ciudades más chicas del sur de la provincia.
—¿Qué pasa en la ciudad de Santa Fe?
—Cuando asumió el gobierno del Frente Progresista, el principal problema era Santa Fe capital. Hoy eso ha cambiado, fundamentalmente por la inclusión que se realiza desde el gobierno municipal en barrios específicos.
—Dicho de esa manera, se podría entender que el socialismo no hizo bien las cosas en Rosario.
—No es así. Lo que pasa es que Rosario es sumamente grande e importante. Lo que está sucediendo allí no escapa a lo que pasa en la mayoría de las ciudades de la misma magnitud en el resto del país.
Hasta hace un año y medio o dos, había un montón de investigaciones periodísticas en el conurbano bonaerense. Pero de un día para el otro se lo dejó de mirar y se empezó a mirar a Rosario.
Esto indudablemente tiene que ver con la cuestión política, aunque exista caldo de cultivo. En la provincia de Santa Fe tenemos 100 mil chicos que no estudian ni trabajan. Y en el país hay 1 millón 100 mil chicos en esa condición.
—¿Cómo lo amenazaban a usted los narcos?
—De diferentes formas. Pero lo más impune fue a través de mi muro de Facebook. No quise hacer la denuncia, pero el tema tomó notoriedad pública.
Carlos Ascaíni logró salir en libertad cuando en un juzgado federal pudo cambiar la cocaína por azúcar. Logró reducir la cantidad de cocaína de máxima pureza.
Cuando la Brigada de Drogas aplica los reactivos iniciales, da que era cocaína de máxima pureza. Cuando a los dos o tres meses se hacen los estudios dentro de los juzgados, baja la pureza al 4%. Y luego al 2%.
Usted para mil autos y dígame si alguno circula con dos kilos de azúcar en el baúl.
— Nadie, salvo que sea almacenero.
—Ningún auto anda con dos kilos de azúcar. Este tipo logró cambiar la cocaína por azúcar y recuperó la libertad. Y en una ocasión se publicó un chiste en una revista de humor en Rosario. Era una viñeta de un policía con diabetes y que había tomado la cocaína de Ascaíni y le había subido el nivel de azúcar en sangre.
Ascaíni sube el chiste al Facebook y pone: “Maxi Pullaro voy a ser el grano que vas a tener el resto de tu vida”. Se burla de mí, de la fiscal Liliana Betiolo, del comisario que lo había detenido.
—La corrupción del narcotráfico alcanzó a la Policía. ¿Llegó también a la Justicia y a la política?
—De la política no tengo ningún dato, aunque siempre resuena. Si alguien sabe de políticos que encubren, que me digan quiénes son, porque tenemos que ir a fondo con eso.
En la Justicia hay cosas muy llamativas. ¿Cómo se enteran los narcos antes que la Policía de las órdenes de allanamiento? Ocurrió cuando fueron a buscar a Orosco y a Ascaíni. Los policías quedan pintados porque los narcos saben de antemano del allanamiento.
El expediente que la fiscal Liliana Betiolo tenía sobre Tognoli sobre su escritorio, sale en tapa de Página 12. Y nadie más que ella y sus colaboradores tenían acceso a ese expediente. ¿Quién sacó los datos como para que apareciera en Página 12?
—¿Lo sorprende que mientras se lo está investigando por una causa en el sur provincial, se procese a Tognoli en otra causa desde un Juzgado Federal de Santa Fe?
—Me sorprende y preocupa por la gravedad institucional que tiene que esté procesado quien fuera jefe de la Policía de la Provincia durante más de un año y medio.
—En algún momento usted dijo que la detención de Tognoli tenía olor a política... ¿sigue pensando lo mismo?
—Nosotros lo planteamos sobre finales de febrero, cuando lo vuelven a detener a Tognoli. Y lo dije por dos motivos. El primero porque con los mismos elementos con que en octubre le habían dictado la falta de mérito, el mismo juez lo mandó a detener.
Paradójicamente se lo acusaba de pertenecer a una empresa criminal conjunta, pero el narcotraficante Carlos Ascaíni, a quien yo denuncié en reiteradas oportunidades, seguía en libertad.
Entonces indudablemente tenía un olor a cuestión política. En esos días se había producido una operación política utilizando a un periodista de Rosario para acusar al ex viceministro de Seguridad, Marcos Escajadillo, pero luego se supo que no existía ninguna investigación sobre él.
— ¿Ya no cree entonces que esto tenga olor a política?
—Son dos dos causas diferentes. En el caso de la causa de Santa Fe tiene que ver con extorsión y encubrimiento. Insisto en que la Justicia debe investigar de manera independiente, porque los santafesinos necesitamos saber realmente qué sucedió con algunos casos emblemáticos.
les deja carteles a los policías, diciéndoles “Sonrían que los estamos filmando”. Burlándose de los policías que participaron del operativo.
Carlos Ascaíni logró salir en libertad cuando en un juzgado federal pudo cambiar la cocaína por azúcar
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Las entrevistas realizadas en el programa “Palabra” se pueden volver a ver en www.josecuriotto.com.ar