Demasiada agua

Complicaciones de una semana para el olvido

La seguidilla de tormentas ocasionó serios trastornos a la producción. Los tambos son los más perjudicados por el anegamiento de las alfalfas. La campaña agrícola avanza, pero a los tropezones.

Complicaciones de una semana para el olvido

Amarilleando. Contra la ruta 19 el sorgo empieza a dar señales de saturación por el exceso de agua. Foto: Juan Manuel Fernández

 

Juan Manuel Fernández

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Las inusuales lluvias invernales que en un principio generaron grandes expectativas para la campaña triguera se transformaron, con su persistencia durante los últimos meses, en una calamidad que amenaza el récord esperado para la gruesa y promete agravar los vapuleados números del tambo.

La situación se complicó considerablemente esta semana, a partir de una seguidilla de tormentas que combinaron inverosímiles milimetrajes en algunas zonas con vientos huracanados y granizo.

El último informe del Sistema de Estimaciones Agrícolas (SEA) de la Bolsa de Comercio de Santa Fe (que elaboran técnicos de la Universidad Católica), reportó esta situación y remarcó dos amenazas: alertó que los excesos hídricos combinados con “la poca o nula manutención de la red vial secundaría, seguramente condicionaran el tránsito y movimiento de la futura cosecha”; y advirtió que se produjeron “anegamientos de importancia” que, de mantenerse, terminarán “condicionando la productividad de estos suelos en esta campaña”.

El principal impacto, por el momento, lo sufre la actividad lechera. A los golpes de calor que incidieron en la productividad individual del rodeo, ahora se suman pérdidas por anegamiento en las alfalfas, que en muchos casos son totales. En los campos agrícolas, en tanto, la principal amenaza es el retraso en la siembra (o resiembra) de soja y la incidencia que tendrán los hongos que proliferan con altos niveles de humedad; mientras se espera ver cómo responderán los maíces en los lotes encharcados.

Golpe a la pastura

La tormenta del martes descargó alrededor de 200 milímetros en los alrededores de Rafaela y la preocupación se extendió hasta San Jerónimo del Sauce, San Jerónimo Norte, Las Tunas y Franck, localidades donde -encauzada por canales y zanjones- finaliza el recorrido del agua. Al día siguiente, sobre todo en los campos próximos a la autovía 19 -señalada como una barrera de contención que impide el natural escurrimiento hídrico- el panorama era desolador: cultivos inundados, pueblos anegados, callejones intransitables y pobladores con agua dentro de sus viviendas.

“Los productores están expectantes de los pronósticos; con el fantasma del 2007 encima, porque aquella vez arrancó así, pero todavía estamos muy lejos”, comentó Fernando Delbino, asesor del área de Producción Primaria de Milkaut. El profesional, que trabaja con unos 150 tambos pequeños y medianos en la zona, afirmó que se perdió mucha alfalfa (en algunos casos total) por anegamientos temporarios en lotes bajos y agregó que ya se sufren problemas de enmalezamiento. “Si hay una pérdida elevada, los productores tendrán que buscar alternativas, como pastorear soja en verano (no es lo más común) o apostar a mayores verdeos (avena/raigrás)”, evaluó. Como contrapartida, consideró que los maíces y sorgos “vienen fabulosos”, por lo que se prevén buenas reservas para el próximo invierno.

Tras el calor, inundación

“La baja de la producción ya era del 15/20%, por la ola de calor que hubo, y ahora sí realmente se complica; porque tener durante dos días las alfalfas inundadas en esta época del año, con esta temperatura, es podredumbre total”. El diagnóstico de Liliana Meynet, propietaria de un tambo mediano en San Jerónimo Norte, es preocupante porque la pastura afectada “es el 100% de lo que se pastorea”. Calculó que “con suerte” puede salvarse un 20% y que para el año que viene “si queremos tener tambo tenemos que volver a sembrar alfalfa”. Mientras tanto, los maíces prometían “porque cuando llueve acompañan bárbaro”, pero ahora “tienen mucha agua adentro; aguantan un poco, igual que el sorgo, pero no más de 10/15 días; después van a empezara a amarillear”.

Algunos kilómetros al oeste la situación no es distinta. “El tambo se esta tapando de agua y si vuelve a llover va a ser peor”, dijo Javier Russi, tambero de 2.000 litros en Franck, antes de los 100 milímetros que cayeron entre la tarde del miércoles y la madrugada del jueves.

Mientras esperaba el camión recolector a la vera de la ruta 50-S con los viejos tachos de aluminio en la caja de la chata, el productor relató a Campolitoral que “las pasturas se van a perder todas porque están bajo agua” y explicó que es creciente el malestar del rodeo, por lo que descuenta una caída en la producción en el corto plazo. Para el año que viene, empujado también por el precio congelado de la leche y el aumento permanente de los costos, evalúa dos alternativas: “o seguir o vender”. Como tantos cansados de renegar, trazó una sabia pero triste síntesis: “alquilaría el campo para vivir tranquilo, disfrutar de la vida y de mi hijo que tiene un año”.

Las aguas bajan...

Contundente, Russi adjudicó la situación al agua que llega de otros distritos y a “obras que no se terminan, no se hacen, no se limpian”, ya sea por parte de las comunas como de los Comité de Cuenca. Aseguró que “no se destapan alcantarillas desde 2007” y afirmó que, desde entonces, también “hay puentes que se tendrían que haber colocado que están tirados en las cunetas”.

Para Meynet, quien con la inundación de 2007 tuvo que volver a empezar de cero, el problema hídrico se agrava porque “los presidentes comunales desvían el agua para que no entre en el pueblo y la mandan a los campos”. Su impresión es que las obras nuevas de alcantarillado (por la construcción de la ruta 19) demoran más que antes el escurrimiento. “Antes el agua estaba un día, pero ahora tenemos el doble de cantidad y por más tiempo”, se quejó. En un campo que alquila sobre la autovía aún no puede iniciar la siembra de soja porque “hicieron las garitas sobre lo que eran las viejas cunetas y no hay forma de escurrir el agua” que está estancada hace 20 días.

En La Tunas, Juan Carlos Hang, un pequeño productor con apenas 19 vacas en ordeñe y 4.5 hectáreas de alfalfa, se lamentó: “vamos a perder toda la pastura”. El miércoles al mediodía el nivel del agua llegaba casi a la mitad de los pocos rollos que tiene acopiados, inundaba el compartimento del “mini” tanque de frío y se metía en su casa. “Hace 25 años que tengo el tambo; antes esto podía pasar cuando llovían 400 milímetros, pero ahora medí 117 ayer a la noche”, dijo, desconcertado.

Sin stock

Los últimos relevamientos del SEA, al 18 de diciembre, reportaron que los eventos climáticos fueron de importancia y magnitud variada en el centro norte provincial: caída de granizo, fuertes vientos y precipitaciones elevadas. Los mayores registros pluviométricos -hasta la fecha indicada- se habían dado en el departamento Castellanos, particularmente en el centro oeste. Los fuertes vientos, de intensidad variable, fueron más serios en el departamento La Capital y centro norte de Las Colonias, donde causaron daños en cultivares implantados como girasol, maíz de primera y sorgo granífero, no incidiendo significativamente en soja de primera y segunda. Al cierre de esta edición también habían provocado destrozos en San Justo, durante la madrugada del jueves 20, aunque todavía no se habían cuantificado perjuicios a campo.

En las zonas donde se registran excesos hídricos la campaña gruesa avanza con algunas dificultades. Desde Humboldt, el asesor del Centro Primario de AFA Guillermo Gianinetto estimó que en ese distrito “entre 10 y 15% de la soja de segunda tendría que resembrarse” por problemas de planchado y “dumping off” (un complejo de hongos que afecta severamente los cultivos). En cuanto a los maíces, que “vienen muy bien”, el técnico informó que el viento del domingo 16 no produjo vuelcos, “pero sí deshilachado de hojas” que disminuye el área foliar y, por lo tanto, habrá perjuicio en los rendimientos.

En cuanto a la soja a resembrar, el “gran problema” es que no hay semilla de los grupos de madurez que se utilizan en la región (VII y VIII). A esto sumó otra complicación: al tratarse de materiales resistentes a glifosato, para sacar el cultivo del lote dañado es necesario usar otros productos desecantes que tampoco se están consiguiendo. “Por ejemplo Paracuat y Fluroxipir están escaseando actualmente en el mercado”, apuntó. De todos modos aclaró: “siempre hay que evaluarlo en función de la cantidad de plantas que hayan quedado”. Mientras tanto, las constantes precipitaciones siguieron demorando la posibilidad entrar con maquinaria a los lotes y por cada día que pasa la expectactiva de rinde disminuye.

Record-tando

A medida que las lluvias siguen demorando la siembra las estimaciones para la cosecha final de soja en la Argentina continúan recortándose. Esta semana, la publicación alemana especializada en aceites y oleaginosas Oil World calculó que la campaña sería de 53 millones de toneladas, 3 millones menos de lo que habían estimado en octubre.

“Aunque en muchas partes (de Argentina) la siembra de la soja se puede retrasar hasta enero y pese a que parte de la superficie pensada originalmente para maíz será dedicada a la oleaginosa, es posible que el área total de soja (2012/13) sea muy inferior a los 19,7 millones de hectáreas previstos inicialmente”, señaló la consultora, que agregó: “además, un retraso en la siembra se traducirá en rendimientos más bajos”.

La culpa no es de El Niño

El fenómeno conocido como “El Niño” -un calentamiento en la temperatura de las aguas en la parte central y oriental del Pacífico tropical que provoca intensas precipitaciones en América del Sur-, en este momento ha dejado de manifestarse para pasar un período Neutro. El especialista en agroclimatología Eduardo Sierra afirmó que “en realidad nunca a llegó a ser un Niño típico”, ya que suele durar entre 8 y 10 meses y este año solo se registró un pico de temperatura del Pacífico en mayo. Sin embargo, disparó un fenómeno que no se daba hace 80 años: la Oscilación Multivariada del Océano Atlántico, que comenzó a principios de los años 2000, se incuba durante diez años y según los expertos dura veinte años más.

Este fenómeno es el que produce los huracanes que llegaron a Nueva York (el año pasado Irene y este año Sandy) y también la sequía y las elevadas temperaturas en el interior norteamericano. En Sudamérica aumenta la entrada de humedad a la costa atlántica y, según Sierra, es la causa de las inundaciones en Buenos Aires y Entre Ríos, así como las sequías en Mendoza y el NOA . “Esto no pasaría en un típico Niño y resulta claramente como producto de este nuevo fenómeno”, afirmó.

Para el experto, en lo que queda del año continuarán lluvias superiores a lo normal y posiblemente también durante el otoño.

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Neutro. La imagen del INTA muestra que no hay alteraciones en la temperatura del Pacífico, pero sí un calentamiento del Atlántico.

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No llegará. Las previsiones del IRI/CPC (The International Research Institute for Climate and Society) indican que en el corto plazo no habrá fenómeno El Niño. Fotos: Gentileza

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Vulnerables. En lotes encharcados, la soja empieza a ceder frente al asedio del complejo de hongos que conforman el “dumping off”.

Foto: Gentileza AFA Humboldt

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Amontonadas. Y sin pasto, por el anegamiento de las alfalfas.

Fotos: Juan Manuel Fernández

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Postal repetida. En la semana hubo que sacar la producción lechera hasta la ruta para entregarla a la industria.