La mesa está servida
Si bien permanece guardada la mayor parte del tiempo, la vajilla es un componente fundamental del estilo de la cocina y hace más atractiva la presentación de cualquier receta. Pero, primero, un poco de historia.
TEXTOS. REVISTA NOSOTROS (*)
El uso de la vajilla data de tiempos inmemoriales. En la Edad del Bronce, entre el 2200 a. C. y el 1900 a. C., se utilizaban unas vasijas o vasos de cerámica con forma acampanada. Se las ha encontrado en buena parte de Europa: Gran Bretaña, Irlanda, Países Bajos, centro del continente y del oeste del mar Mediterráneo.
En Grecia, la arqueología ha encontrado gran cantidad de cerámica de época micénica, de estilos muy diversos: jarras, cántaros, cráteras y jarrones.
En Asiria y Persia consta que usaban vajillas de oro y plata, principalmente los reyes y magnates.
Entre el 300 y 280 a. C., en Bulgaria se utilizó uno de los más célebres servicios de mesa de la antigüedad, enteramente formado por una vajilla de oro.
Josiah Wedgwood , conocido como el padre la cerámica inglesa, ha marcado un antes y un después en la historia de la vajilla inglesa, nació en Burslem, Straffordshire, en el corazón de los talleres de cerámica, proveniente de familia de alfareros con una larga tradición, fue el menor de doce hermanos y en 1759 abrió su propia fábrica de vajilla inglesa que llamó Ivy House Works. Allí comenzó a fabricar un nuevo tipo de cerámica, la que consiguió formular gracias a su esfuerzo y habilidad, porque partiendo de barro cocido de color crema logró obtener una pasta que, esmaltada, adquiría un aspecto brillante y lujoso, creando las primeras piezas de vajilla inglesa que tuvieron la más amplia y alta aceptación. La novedad llegó a oídos de la reina de Inglaterra quien, atraída por la novedad, le encargó el clásico de la vajilla inglesa, un servicio de té y otro de café, ambos hechos de cerámica color crema.
La industria de la porcelana francesa comenzó en el siglo XVIII, cerca de la ciudad de Limoges, de ahí su nombre, a causa de los yacimientos de arcilla de caolín cercanos. La empresa Haviland hizo popular a Limoges en los Estados Unidos en la segunda mitad de la década de 1800.
OPCIONES PARA CADA ESTILO
En la actualidad existe una amplia variedad de productos destinados a completar la ambientación de una mesa. Aquí, algunas ideas:
- Estilo rústico. El barro y las piezas artesanales son las grandes aliadas de una cocina de estilo rústico. Un juego de vajilla en tonos suaves, con pequeñas flores, es una ráfaga de frescura para una cocina sencilla y con sabores caseros.
- Estilo cottage. Los tesoros de la abuela son siempre atinados para una cocina de estilo cottage. Porcelana brillante, flores delicadas y bordes ornamentados en colores suaves y femeninos integran la fórmula de la vajilla cottage. La cristalería texturada es el gran complemento del conjunto.
- Estilo informal. Colores y formas desestructuradas lucen a la perfección en una cocina de espíritu casual.
- Estilo urbano. Simple, masculino, cautivante. El estilo urbano se plasma en toda su esencia en un juego de vajilla en blanco y negro, perfecto para una cocina de loft, práctica y contemporánea.
- Estilo oriental. Sea para degustar un delicioso sushi o para servir cualquier especialidad del recetario, un juego típicamente japonés es el toque fundamental para toda cocina de estilo oriental. Se deberán sumar palitos típicos.
(*) Fuentes:
- decoracionencocinas.com
- micasarevista.com
- porteniochic.com.ar
IDEAS PARA GUARDAR
• ARMARIO EMPOTRADO
En cocinas amplias, lo ideal es destinar un gran armario, cerca de la zona de comedor, para guardar la vajilla. Si ocupa todo un frente, conviene que las puertas sean de vidrio para aligerar su aspecto.
• EN EL COMEDOR
Conviene elegir una alacena cuyo acabado no desentone con el resto del mobiliario. Una solución para conseguir que quede aún más integrada en la decoración es pintar la parte trasera en el mismo color de la pared o bien en un tono que combine.
• POCO ESPACIO
Si la habitación no es muy grande, optar por una alacena con puertas corredizas, de manera que la proximidad con otros muebles no dificulte su apertura.
• A MEDIDA
Cuando la escasez de metros no es problema, es posible dedicar dos paredes en ángulo para realizar un frente de armarios. Sus vitrinas altas aligeran el espacio, pero exigen mantener el interior en perfecto orden; una buena idea es agrupar los elementos según su función. Si no se dispone de tanto espacio, se puede aprovechar una esquina o un entrante de la pared.
