Edición del Sábado 17 de noviembre de 2012

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De “El lado oscuro del lenguaje” - Edición Impresa - Artes y Letras

De “El lado oscuro del lenguaje”

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Obras de Luis de Luna.

“Las Confesiones”, el último libro del poeta marplatense Fabián O. Iriarte, incluye como apéndice un estudio de Carlos Battilana, del que extractamos aquí algunos fragmentos.

 

Por Carlos Battilana

Los libros de Fabián Iriarte se construyen mediante la dispersión y la diversidad de lenguas y tópicos, sin un principio discursivo explícito ni homogéneo en el que sostenerse. Sin embargo, la dispersión es aparente: en todos sus libros, como sustrato verbal, aparece el interrogante acerca de la relación del lenguaje con la experiencia de lo vital, la pregunta sobre el elemento que articula —si eso es posible— universos disímiles (el universo del lenguaje y el universo de los hechos) en los que la mimesis no es más que un procedimiento literario.

¿Es posible contar la vida? La primera parte de este libro se llama “Poesía narrativa”. Los poemas de la sección alternan el verso y la prosa, pero en ambos casos los poemas narran algo. ¿Qué narran? Dos historias de amor. Una de carácter sexual, pasional y sentimental, y otra de carácter filial. Pero lo paradójico es que se cuenta mediante una lírica que hace de la confesión y la elegía el fundamento de la enunciación. Aquí el discurso lírico no canta sino que cuenta. Lo que resulta interesante es indagar la naturaleza de la confesión en la poesía de Iriarte. Como se sabe, la confesión puede adquirir distintas modalidades retóricas. Se puede pensar en variantes disímiles: las confesiones autobiográficas, teológicas y filosóficas de San Agustín, las confesiones eróticas referidas a la infancia de Jean-Jacques Rousseau o las confesiones habituales del feligrés ante el sacerdote. También en las confesiones desoladas que proponen las letras de tango y de blues, o en las confesiones de los relatos policiales clásicos a partir de las cuales uno de los personajes principales (investigador, criminal) revela, de manera pública o en el ámbito recoleto de la intimidad, el secreto de la intriga. Se puede pensar en la confesión psicoanalítica, esa alocución profana que procura, acaso utópicamente, un estado de desnudez espiritual a partir del cual comprender el malestar e imaginar un posible futuro. La confesión que propone Iriarte es de orden teórico, pues su discurso involucra un saber de disciplinas tales como el análisis del discurso y la teoría literaria.

(...)

Si bien las palabras no sanan del todo el mal interminable de la “destrucción” y la “intemperie” del “corazón”, al menos ayudan a vivir, como si se tratara de amuletos u objetos mágicos. El pequeño poema “Plan nocturno” es el paradigma de la confesión: hay en este texto una revelación, pero también un proyecto sigiloso y hasta una estrategia amorosa: “Meterme dentro / de vos oscuro. La oscuridad promueve una seducción, un saber y un proyecto (“A mis ojos les ha entrado una oscuridad / antes no sabida) que supone el cuerpo del otro, pero también supone ingresar en la oscuridad de un lenguaje que no se termina de decir. El lenguaje heredado, el lenguaje de los otros (aunque no necesariamente el lenguaje ajeno) es usado por el poeta como un “entramado” que “va a abrigar este amor”. Se escribe para saber qué se quiere escribir. A contracorriente de la transparencia y la claridad, el lado oscuro del lenguaje puede ser un buen material y una buena excusa para ensayar una confesión en la que se dé cuenta de que el artificio es, sobre todas las cosas, un hecho profundamente humano.

(De “Las Confesiones”. Huesos de Jibia. Buenos Aires, 2012)



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