Edición del Viernes 17 de febrero de 2012

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Rambaldi, el verdugo de Abel Laudonio - Edición Impresa - Noticias de Deportes | Fixture | Resultados Deportes

Historias escritas sobre el ring

Rambaldi, el verdugo de Abel Laudonio

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Héctor Hugo Rambaldi fue un gran peso liviano, en tiempos de grandes pesos liviano. Llegó a coronarse campeón argentino y sudamericano en ese casillero. Ilustración: Lucas Cejas

Sergio Ferrer

El 16 de febrero de 1962, el rosarino Héctor Hugo Rambaldi (mucho más conocido por su segundo nombre) se anotaba su vigésimo octava victoria consecutiva, en igual cantidad de peleas, al ganarle en Rosario y al inicio de la sexta vuelta a su coterráneo Oscar Vargas, a quien no había podido sacar antes del límite en otros tres triunfos previos.

La pelea y el rival tal vez no signifiquen demasiado para los amantes del boxeo, pero la fecha y las circunstancias descriptas sirven como una buena escusa para presentar, con todas las de la ley, a otro de los grandes boxeadores surgidos de esa inolvidable cantera pugilística que en los años cuarenta y cincuenta fue “La Chicago argentina”.

La diferencia que marca Rambaldi en relación a otros rosarinos famosos que se destacaron por su estilo o sapiencia pugilística (Alfredo Prada, Amelio Piceda o Alfredo Bunetta, por nombrar sólo algunos), es que Hugo fue, ante todo, un excelente peleador de ataque. Tenía falencias defensivas y era permeable en ese aspecto, es cierto, pero suplía cualquier carencia con una llamativa tenacidad, lo que lo hacía un rival muy duro, agresivo y arremetedor ante cualquiera. Casi granítico (sólo su “Némesis”, el mendocino Carlos Aro, que le ganó las tres veces que se enfrentaron, pudo doblegarlo antes del límite), fue altamente competitivo en una materia que muchas de las “figuritas” actuales reprueban por escándalo: las salidas al exterior.

En Chile, era “Gardel”

En Rambaldi tenemos a un verdadero torazo en rodeo ajeno, que fue “Gardel” en Chile, por ejemplo, a la vez que dejó una huella imborrable en la primera de sus dos incursiones por tierras mexicanas, hechas ya al final de su carrera.

Eso ocurrió el 21 de diciembre de 1968, cuando le ganó en el primer round al local Erubey “Chango” Carmona, que luego sería monarca liviano del CMB. La única pelea que perdió afuera fue la de su “adiós a las armas” en México, contra el también azteca Alfredo Urbina, que si bien no alcanzó a ser campeón del mundo, tenía atributos suficientes para serlo.

La primera intervención en suelo trasandino la realizó en 1964 y le sirvió para tomarse desquite -por partida doble- de Vicente Vezzoni, el adversario que lo había privado de su condición de invicto el 24 de agosto de 1963 en el Luna Park, en lo que era su salida número 41. La mayoría de sus actuaciones en Chile fueron en el Teatro Caupolicán, principal escenario pugilístico del vecino país.

En la actualidad le adjudican 17 triunfos en Santiago de Chile y 1 en Punta Arenas, sobre 18 presentaciones en aquellos lares. En la capital chilena venció, entre otros, al santafesino Pedro Beneli (rival exigente y durísimo para cualquiera), a Luis Zuñiga, Domingo Rubio, Abelardo Sire, Valentín Brown (panameño), Próspero Odar, Luis Silva, Fernando Azocar, Roberto Lobos, Josué de Moraes (brasileño) y Eulogio Caballero (uruguayo).

Había cada “nene”

Evidentemente los aires chilenos le sentaban bien y le servían para renovarsus expectativas, ya que en los rings argentinos lo esperaba una selecta camada de livianos. A propósito de ello, no está de más decir que Rambaldi fue campeón nacional y subcontinental de ese peso, cuando en Argentina dichos títulos tenían un gran valor y el casillero de las 135 libras (61,235 kilogramos) estaba marcado por la presencia de “nenes” como Nicolino Locche, Abel Ricardo Laudonio, Vicente Derado, Jaime Giné, Cirilo Pausa (a quien sacó el invicto), los ya mencionados Beneli y Aro (con el que terminaría cediendo ambos títulos), o bien Raúl Santos Villalba, Carlos Cappella, Rodolfo Catalini y Carlos Gutiérrez, por citar otros buenos ligeros de aquel entonces.

Si bien no peleó con todos ellos, con la mayoría lo hizo, sin mostrar complejo o debilidad alguna. Inclusive, su página de gloria la marcó el 9 de octubre de 1965 ante Laudonio, que supo ser olímpico tanto en Melbourne 1956 como en Tokio 1960 (en esta última presentación con medalla de bronce incluida) y se destacaba por ser dueño de un boxeo de alta gama, sumamente prolijo y no exento de cierta peligrosidad. Al bueno de Abel lo venció en siete vueltas y después de brindar una demostración de clara superioridad. Tal fue así que Abel, un pugilista notable que discutía palmo a palmo la supremacía local con Nicolino-, abandonó en la séptima vuelta y después no volvió a subir nunca más a combatir.

Su campaña

Hugo Rambaldi nació el 3 de junio de 1939; debutó como profesional el 3 de mayo de 1958 en Rosario (su ciudad de origen), venciendo por nocáut en el primer asalto a Juan Alaniz. Se retiró tras haber perdido por puntos en diez rounds el 15 de febrero de 1969, en México, contra el local Alfredo Urbina. Realizó 84 peleas rentadas; ganó 67 (48 antes del límite), perdió 12 (sólo 1 en forma categórica), tuvo 4 empates y 1 pleito sin decisión (es decir 5 “nulos”).

Contra “El Intocable”

A Hugo Rambaldi le tocó compartir su momento de plenitud y madurez pugilística con otros muy buenos peleadores del ámbito local y sudamericano. De todos ellos, si hubo alguien que sobresalió, tanto por su nivel superlativo y su boxeo incomparable, como por su carisma y popularidad, ese fue Nicolino Locche.

El imperfectible e indescifrable Nicolino, verdadera pasión de multitudes. “El Radar Humano”, según la definición que alguna vez le endilgó Julio Vila, admirador incondicional de sus cualidades sensoriales extremas. O bien “El Intocable”, ese famoso apodo que ideó Manuel “Piri” García, cronista de El Gráfico y colaborador de Juan Carlos “Tito” Lectoure en el Luna Park, para su época de esplendor. O aquel que motivó la ilustrativa frase “Así era Locche, ‘El Intocable’ intocable... valga la redundancia”, vertida en el excelente spot institucional que TyC Sport emitió en su honor durante 2011.

Rambaldi combatió en dos oportunidades con Nicolino en el Luna Park, el 20 de marzo y el 8 de diciembre de 1965. En ambas confrontaciones salió perdedor por puntos -en diez y doce asaltos respectivamente-, pero se recuerda particularmente la segunda de ellas, porque fue en disputa del título argentino liviano, cetro que la FAB había otorgado a Locche un mes antes, proclamándolo de oficio como titular nacional de las 135 libras (61,235 kilogramos).

“Rambaldi, ambicioso y enérgico, estuvo dispuesto toda la noche a escalar peldaños a costa de un adversario de los quilates técnicos del mendocino; este, recurriendo a su estilizada esgrima, pero sin mayores alardes de fuerza, hizo lo matemáticamente posible -en lo que a puntos se refiere- sapiente de sus posibilidades; el jurado le dio la razón”, puede leerse en uno de los comentarios hechos sobre este match.



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