Festival del Pescador en Sauce Viejo
La gran noche del adiós

Soledad Pastorutti reiteró su plena comunicación con sus fanáticos, que la ovacionaron. No dejó a nadie sin agitar banderas y pañuelos.
Foto: Mauricio Garín
Silvia Mugica
En la apertura de un lunes que convocó más de 30.000 personas, se presentó la Escuela Comunal de Sauce Viejo para danzar y abrir el camino musical sobre el escenario. También los más chiquitos (desde los 3 años de edad) se animaron al baile y, con toda frescura y destreza, lo hicieron frente a esas miles de almas que los veían expresarse.
Desde Monte Vera, el ganador del Pre-Festival Gabriel Galdolfi y su grupo Nueva Sangre arremetieron con chacareras y zambas, entre otros ritmos. Juan, Nicolás, José, Nicolás, Matías y Rodrigo “le hicieron la segunda” al solista en temas como “Luna cautiva”, entre otros. Enseguida fueron bien recibidos por la gente que no dejaba de aplaudirlos.
“Añoranzas”, fue el elegido por el grupo Nostalgias, que brilló a lo largo de toda su actuación. Emilio Agostini y Ricardo Barrera en voces fueron acompañados por Juan Martínez, Nicolás Gómez y Nicolás Barrios. Un certero y contundente paseo por el cancionero foclórico fue pincelado con la danza de la mano de Nadia, Jésica, Rubén, Jorgelina y Fernando, quienes no se perdieron una y bailaron al frente del escenario con distinguida vestimenta gaucha.
Los chamameceros se dieron el lujo de vivir una verdadera bailanta litoraleña gracias al esperado Monchito Merlo, quien con clásicos, despertó la pasión por la danza y los sapucays. Aunque parecía no caber ni un alfiler sobre la arena, unos cuantos se las ingeniaron para hacerse un lugarcito y bailar al compás de su acordeón.
Seguidamente, Soledad se presentó y no dejó a ninguno de sus fanáticos sin gritar ni agitar banderas y pañuelos desde la platea. Coreando cada una de sus canciones, le demostraron a la santafesina su renovado e incondicional cariño. Junto a su hermana Natalia, la Sole se dio el gusto de llenarse el alma con la ovación de la gente.
El gran Orlando

Orlando Vera Cruz volvió a dar cátedra sobre el escenario con su poesía clara y sincera. Fue largamente aplaudido por el público, que le demostró su enorme cariño. Foto: Mauricio Garín
Siempre en contacto con el público y rodeado por amigos sobre el escenario, Orlando Vera Cruz dio cátedra con su poesía clara y sincera, donde cada palabra tiene peso por sí misma y llega a la gente, así, sin vueltas ni dobles mensajes.
Acompañado por integrantes de la Sinfónica Provincial, el artista interpretó fragmentos de la Cantata a Estanislao López. Efraín Colombo también formó parte de ese grupo de músicos amigos que abrazó al artista con su impronta musical. En íntima comunicación con los espectadores, Orlando bajó del escenario para mezclarse con la gente y recibir su energía y admiración. Un inolvidable momento que lo mostró conmovido y feliz al paisano.
Fiesta Nochera
La fiesta parecía no querer despedirse. Sobre el final, Marina Roberto, Maia Sasovsky y Pipi Rivero entregaron el premio Revelación al grupo Senderos, merecedor de tal distinción.
Luego, bastó anunciar el broche de oro, para que los presentes estallaran en aplausos. Los Nocheros compartieron los últimos compases en esta edición con clásicos de su repertorio. Las chacareras fueron las primeras en llegar, luego los temas románticos para terminar el show con toda fuerza y alegría. Nadie quedó sin corear alguna de las letras, de agitar remeras, banderas y pañuelos, de gritar el nombre de cada uno de ellos. Y ellos, devolvieron el cariño a través de sus canciones.
Alma y vida
Así como cada nota musical sonó acompasadamente con artistas y animadores en el escenario, detrás del mismo sucedió algo similar. Cada miembro de la comisión organizadora, cada persona en el ingreso, en el predio, en la cocina y en las parrillas, en el sonido e iluminación, en la seguridad, en cada rincón de esta sincronizada organización puso el alma y la vida. Y eso se notó. No sólo en números, sino, principalmente, en la satisfacción de la labor cumplida.
Seguramente, en cada una de esas personas voluntariosas, estuvo rondando el alma del recordado Pepe Vázquez, ajustando cada detalle, como siempre y hasta el final.