“LA HELADERA Y EL DIABLO”
Una aventura divertida, a partir de una historia trágica
La Gorda Azul propone una obra que se basa en la inundación de 2003. Con colores y texturas vivos, cuentan una historia difícil con la frescura con la que pueden verla los niños, e intentan crear conciencia sobre la solidaridad y el cuidado de la naturaleza.

Se trata de una coproducción argentino española que cuenta con el apoyo de Iberescena, el Fondo de Ayuda para las Artes Escénicas Iberoamericanas.
Foto: GENTILEZA PRODUCCIÓN
DE LA REDACCIÓN DE EL LITORAL
Del 11 al 17 de julio a las 15.30, el grupo de teatro santafesino La Gorda Azul y la Compañía Delírica de España presentan “La heladera y el diablo”, en el Teatro Municipal, con entrada de 30 pesos.
Alternando actores, títeres y muñecos se articula esta historia, que hace de una anécdota trágica, una aventura divertida.
“En 2003, Santa Fe vivió una de sus peores catástrofes. El río Salado la desbordó; y en menos de 24 horas, la cuarta parte de la ciudad quedó bajo el agua. A partir de ese momento, el único lugar seguro de cada casa para sobrevivir fue el techo. Las calles céntricas se convirtieron en ríos.
“Para algunos la pesadilla real duró dos días, para otros más de un mes. Después el agua bajó, pero la marca quedó en todos los corazones. Ahora, pasado ya un tiempo, nos disponemos a contar, desde la mirada de un niño, nuestra propia mirada de esta experiencia para algunos vivenciada, para otros oída, pero sin dudas para todos sentida”, comentan los hacedores..
El personaje principal es un niño indigente, que es engañado por un diablo que le ofrece regalos gigantes pero inútiles y, sin escrúpulos, intenta aprovecharse de todas las situaciones abusando de la pobreza y de los recursos naturales. Sin embargo, son los niños y su imaginación quienes logran autoprotegerse ante estas calamidades.
Integran el elenco como actores y titiriteros: Malena Bravo, Victoria Menéndez y Fernando (Trompa) González; en la dirección general; Ulises Bechis; y en la producción ejecutiva, Diego Ruiz.
DESESTRUCTURAR
“Dentro de lo que es sin dudas un panorama desolador, como un bosque o un barrio cubierto por el agua; intentamos desestructurar la gravedad del tema, del mismo modo que lo hacen los niños: jugando. Así, trabajamos con técnicas de circo: los árboles serán palos chinos por donde los actores trepan, la escenografía es móvil y va cambiando con las escenas. Utilizamos títeres y muñecos de gran tamaño (títeres jinetes) y elementos de utilería que se convierten en otros en escena. Los actores titiriteros prescinden de la palabra, comunicándose entre ellos y con el público a través de juegos, gestos y música, como vienen haciendo las dos compañías en casi todos sus espectáculos de estos últimos años”, adelantan.
“Elegimos colores y texturas vivos, alegres, así como son los diseños de los muñecos y objetos, para contar una historia difícil, con la naturalidad y la frescura con la que pueden verla los niños, pero tratando de transmitir también nuestra propia visión del tema e intentando crear una conciencia sobre valores como la solidaridad; así como una mirada sobre la ecología”.