Edición del Domingo 21 de noviembre de 2010

Edición completa del día

Una de gauchos - Edición Impresa - Escenarios & Sociedad Escenarios & Sociedad

25º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata

Una de gauchos

1.jpg

El director Fernando Spiner ofreció una conferencia de prensa, en la que sostuvo que el proyecto de “Aballay, el hombre sin miedo” llevó más de veinte años.

Foto: DPA.

 

Roberto Maurer

(Enviado especial)

En la competencia internacional confluyeron tres películas argentinas, entre las cuales se destaca “Aballay, el hombre sin miedo”, una realización de Fernando Spiner que ha sido promocionada como “western gaucho”, y que no se relaciona con el recordado goleador argentino, dicho para liquidar rápidamente el chiste obvio.

Basado en un cuento del gran Antonio Di Benedetto, es la saga de una venganza, la de quien, siendo niño, fue testigo de cómo el matrero Aballay degollaba a su padre. El degüello es la principal causa de muerte en esta película.

Con los años, aquel gaucho malo es alcanzado por el arrepentimiento y, al modo de Simón El Estilita, que vivió 37 años en una torre, Aballay encuentra la paz espirtual subiéndose a un caballo del cual no se vuelve a bajar, o sea -suponemos- que estará impedido para siempre de tomar mate, a menos que otro paisano se lo cebe.

Se gana fama de santo, y aquel niño convertido en joven regresará para cobrarse la vida de su padre, no sin enfrentarse primero con El Muerto (Claudio Rissi), un gaucho sádico que domina la región mediante el terror, y que se apodera de la criollita de la cual ya se ha enamorado el joven forastero, a quien llaman despectivamente “el porteñito” (traducido como “city boy”).

MODELOS

Para nadie es un secreto que algunos clásicos del cine nacional como “La guerra gaucha” y “Pampa bárbara” siguieron el modelo inevitable del western norteamericano. Esta vez, la referencia estética es el barroquismo spaguetti en maridaje con el realismo mágico latinoamericano, con el acompañamiento de un Morricone tocado con quena y charango. El resultado es confuso, el de un relato recargado que sólo episódicamente fluye según el standard del western clásico.

Seguramente los detalles del vestuario, el habla y la escenografía serán analizados con lupa por los expertos: ¿Todos con botas? ¿Tantas armas de fuego? No hay precisiones geográficas, algunos hablan con el acento de Menem y de otro se oye la expresión cordobesa “negro culiao”, tan difundida por la Mole Moly.

EL RODAJE

En la conferencia de prensa que siguió a la exhibición -el estreno mundial del film- el realizador Fernando Spiner expresó que el proyecto había sido acariciado durante veinte años. “Fue un proceso largo, hicimos muchas versiones, y, afortunadamente, no conseguimos ningún productor extranjero, de modo que el resultado fue más genuino. El cuento es el corazón de la película, pero hubo que trabajar mucho para construirlo como western”.

Filmaron en los Valles Calchaquíes, Tucumán, “después de recorrer media Argentina”. El clima del lugar es muy favorable para un rodaje y “todos los escenarios estaban cercanos entre sí”. Con el cacique de una comunidad del lugar hicieron un acuerdo de colaboración. “Muchos trabajaron en la película, se ocuparon de la logística de los caballos, que es muy compleja, y les dejamos construcciones útiles para la comunidad”.

A su lado se sienta el actor Claudio Rissi, que interpreta a El Muerto, un papel soñado, ya que de niño le gustaba jugar a los cowboys. Se sintió cómodo como villano feroz. “He basado mi carrera en asesinatos, crímenes de lesa humanidad y violaciones de los derechos humanos”.



Imprimir:
Imprimir
Domingo 21 de noviembre de 2010
tapa
Necrológicas Anteriores