Una original forma de contar la historia
El final de Pasolini, viñeta por viñeta

Pier Paolo Pasolini visto por Gianluca Maconi en su obra gráfica “El caso Pasolini”.
Foto: Agencia EFE
Un dibujante italiano recrea en forma de “cómic” el último día de la vida del genial escritor y cineasta y su trágica muerte. El confesado propósito del autor es mantener vivo el legado rebelde e inconformista del director de “Teorema” y “Los cuentos de Canterbury”.
Vera Blanco
Agencia EFE
El dibujante italiano Gianluca Maconi recrea en su nueva novela gráfica, “El caso Pasolini”, el último día de la vida del reconocido cineasta y escritor Pier Paolo Pasolini y su sórdida muerte, cuyos hechos siguen sin esclarecerse treinta y cinco años después.
“Pasolini fascinó quizás por su anticonformismo, quizás por su condición de persona que no encajaba en ninguna definición, en ningún cliché. Él no negociaba sus ideas pero, al mismo tiempo, estaba lleno de matices”, explica Maconi (Pordenone, 1977) en una entrevista con EFE a través del correo electrónico.
El día de su muerte, Pasolini concedió una entrevista al periodista Furio Colombo, salió a cenar con un amigo y dio una vuelta en coche en busca de uno de sus adorados “chicos de la calle”.
El elegido fue Giuseppe Pelosi, un joven, de diecisiete años, que acabaría siendo condenado por el asesinato del poeta italiano, aunque algunas voces, como la de la periodista Oriana Fallaci, mantuvieron que la muerte había sido planeada y perpetrada por más personas.
El propio Furio Colombo es autor del prólogo de “El caso Pasolini” (Gallo Nero ediciones), que concluye con un análisis del asesinato elaborado por el director de cine italiano Francesco Barilli.
Con unas ilustraciones de estilo “grotesco”, que limitan entre “el dibujo realista y el humorístico”, rico en detalles gráficos, Maconi expone los hechos, mezclando la realidad con una visión metafórica que convierte a Pasolini en un Maharajá de la India.
“Quería reproducir el heroísmo y la estupidez de su muerte, así como la casualidad que está detrás. Es heroico, porque se sacrifica por una causa menos importante que él; y estúpido, porque olvida sus responsabilidades hacia los demás”, aclara el autor.
Guiños cinematográficos
Las viñetas, que siguen el estilo cinematográfico, se convierten en todo un “guiño” al cine del director italiano, especialmente en su página de apertura, “explícitamente inspirada” en los títulos de crédito de las películas de Pasolini.
“Me hubiera gustado haber tenido un poco más de tiempo para definir mejor a ciertos personajes, y si miro ahora algunos recursos que usé en el cómic me avergüenzo un poco, pero encuentro que todo es muy funcional y llega al lector”, señala.
Una de las principales motivaciones de Maconi al enfrentarse a esta “historia negra” era que Pasolini, considerado todavía hoy un “maldito” en Italia, algo que “ni el tiempo ni el hecho de vivir en una sociedad más abierta han cambiado”, no caiga en el olvido.
El cuerpo del novelista y cineasta, golpeado y atropellado, fue encontrado sin vida en Ostia (en las afueras de Roma) la mañana del 2 de noviembre de 1975. En su última entrevista Pasolini había escogido como titular la frase: “Estamos todos en peligro”.
“El hecho de que no haya sobre él un juicio abierto quiere decir que todavía no se ha tomado conciencia de lo que representó”, explica Maconi.
A pesar de no decantarse por ninguna teoría acerca de la muerte del poeta, ya que, dice, “no estaba allí cuando ocurrió”, y porque su novela gráfica “es más una crónica que una novela en sí, donde podría escoger un final”, el ilustrador considera “decepcionante” la velocidad con la que se archivó el caso.
“Me espanta especialmente la facilidad con la que este crimen se ha convertido en una crítica social estéril sobre una persona que podría habernos dado mucho más”, afirma.
Marcado durante su vida por la homosexualidad y el día de su muerte por la “sordidez” del escenario, para Maconi el gran problema es que “la imagen de aquella noche” se ha convertido para muchos en la “definición” de Pasolini.
“Yo creo que él vivía poéticamente el amor por los chicos de la calle. Él vivía poéticamente todo con todas sus consecuencias, y no creo que nadie tenga derecho a juzgarlo”, concluye.
El hombre y su obra
Pier Paolo Pasolini (1922-1975) nació en Bolonia, ciudad de tradición política izquierdista. Era hijo de un soldado que se hizo famoso por salvar la vida de Benito Mussolini, cuando el joven Anteo Zamboni atentó contra su vida. Empezó a escribir poemas a los siete años de edad y publicó por primera vez a los 19, mientras se encontraba estudiando en la Universidad de Bolonia.
Fue reclutado durante la Segunda Guerra Mundial; capturado por los alemanes, logró escapar. Luego de la guerra, se unió al Partido Comunista Italiano en Ferrara, pero se fue dos años después.
Su obra poética, igual que su obra ensayística y periodística, polemiza con el marxismo oficial y el catolicismo, a los que llamaba “las dos iglesias” y les reprochaba no entender la cultura de sus propias bases proletarias y campesinas. Juzgaba, asimismo, que el sistema cultural dominante, sobre todo a través de la televisión, creaba un modelo unificador que destruía las culturas más ingenuas y valiosas de las tradiciones populares.
Como director cinematográfico creó una suerte de segundo Neorrealismo, explorando los aspectos de la vida cotidiana, en un tono cercano al de la Commedia dell’arte, centrando su mirada en los personajes marginales, la delincuencia y la pobreza que arrastra Italia desde la posguerra, y estableciendo un estilo narrativo y visual en el que priman el patetismo y la ironía sobre el humor grueso y a veces sórdido de sus historias.
La carrera del cineasta se trunca cuando, en 1975, se estrena en los cines un filme que convulsiona a toda la sociedad italiana y hace que el autor sea objeto de multitud de amenazas de muerte y presiones incluso políticas: “Saló o los 120 días de Sodoma”, en la que Pier Paolo adopta un tono autocrítico hacia algunos pasajes de su obra anterior y en la que adapta al Marqués de Sade con toda crudeza y con la mayor libertad con la que un creador se haya dotado a sí mismo nunca, desdibujando los límites convencionales y cinematográficos que encierran el erotismo, la pornografía, expresión, sadismo, provocación y degradación humanas.
Esto no evitó que, a raíz de este último film y en circunstancias aún no del todo aclaradas, Pasolini muriera asesinado a manos de un joven marginal, que lo embistió con su propio coche, en el balneario popular de Ostia.