ENTREVISTA CON EL JUEZ RODOLFO BRIZUELA
“Los derechos de los chicos no son discursos, son hechos”
Supo de una institución a la que fue llevado a los 7 años cuando su madre enfermó gravemente. Luego vivió en La Rioja, estudió en Buenos Aires e inició una carrera judicial que lo mantuvo, desde siempre, defendiendo los derechos de los chicos.
De la redacción de El Litoral
“Hoy se habla de un proyecto que está en el Congreso Nacional y plantea la responsabilidad penal juvenil a partir de los 14 años. esto implica el concepto de la imputabilidad y la inimputabilidad: si tenemos una ley que dice que no es punible un chico si no cumplió 16 años y genero un régimen penal juvenil a partir de los 14, bajé la edad de imputabilidad de los 16 a los 14”. Así se expresa Rodolfo Brizuela, actual juez de Garantía del Joven de La Matanza, al tiempo que advierte que los derechos de chicos y chicas “no son discursos sino hechos”.
Habla con un dejo del acento riojano que se ganó en los nueve años que transcurrió en Chilecito, donde conoció -después de permanecer en una institución por dos años- a tíos, primos y un abuelo que lo marcó de por vida con sus palabras.
Un consejo desoído
“Como juez de Menores tenía una competencia muy grande porque trabajaba no sólo con los chicos que cometían delitos, sino con los chicos víctimas de delitos: niños abusados, que se drogaban, que no tenían escolaridad. Pero los nuevos paradigmas dicen que hay que sacar a los jueces de Menores del mundo de los niños y se generó esto de la Justicia Penal Juvenil. Parecería que la Justicia para los niños tiene que ver solamente con lo penal y no con lo demás. Hablando en números, antes trabajaba con 100 (chicos) y ahora con 15, y por el mismo precio, lo cual me tendría que poner contento -ironizó-: tengo menos trabajo, gano el mismo salario...”.
—Pero no parece estar contento.
—No me puedo sentir contento porque he perdido contacto con los chicos. La naturaleza de un juez de Menores es trabajar con ellos. Parecerá medio burdo decir esto, pero, cuando estábamos capacitándonos para desempeñarnos como jueces de Garantía, un fiscal me dijo: “Para trabajar en esto tienen que hacer un curso en el Lawn Tennis, porque solamente tienen que aprender a manejar el cuello: miren para un lado y para el otro, miren al fiscal y al defensor, cuando ambos dejen de hablar, ustedes decidan”. Si ésa es la figura que nos están dando como jueces, es muy triste, porque vamos a ser sellos de goma.
—Evidentemente, usted no acató ese consejo.
—No, y seguí trabajando con chicos. En el (fuero) penal juvenil mi trabajo ahora es velar por las garantías en el proceso legal y me sigo preguntando qué pasa con lo otro, con la niña que es abusada, por ejemplo. Las nuevas leyes dicen que los organismos administrativos deben resolver esto y me pregunto: ¿están capacitados? ¿Son los mandados naturalmente a preservar los derechos de los niños? Les están dando facultades a organismos administrativos para sacar a un niño de su hogar y colocarlo en otro hogar. En Buenos Aires, se lo llama “abrigo” o “guardas institucionales”. Para mí, se llama internación o institucionalización, les guste o no les guste. Si queremos tener una Justicia Penal Juvenil, adelante. Pero debemos tener también una Justicia de protección de los derechos civiles del niño.
Tres pilares
—Hay un doble mensaje, porque se pide actuar en estos casos, pero no se dan las herramientas.
actividad
El juez Rodolfo Brizuela estuvo en esta ciudad el pasado martes para participar en la jornada “Si bajamos, ¿qué elevamos? Responsabilidad Penal Juvenil”, organizada por el Foro de la Infancia. En el primer tramo del encuentro, se reunió con jóvenes de diferentes instituciones. Por la tarde, expuso su experiencia y ofreció una disertación junto al diputado provincial Marcelo Brignoni, autor del proyecto de ley provincial de Justicia Penal Juvenil.
/// EL DATO
Antes de llegar al conflicto
“Reaccionamos diciendo: “Los jóvenes son violentos, por lo tanto, tenemos que reprimirlos’. Yo digo que empecemos a analizar qué pasa con la historia de un chico”, advierte Rodolfo Brizuela. Y apunta: “Todos los niños nacen buenos, van a la escuela, sonríen. Pero llega el momento en que actúan violentamente con sus compañeros y uno se pregunta qué pasó. Y resulta que, cuando uno entra a buscar, encuentra que ese chico aprendió el golpe y el maltrato dentro de la familia. Pero también lo aprende de la comunidad en que vive, en la discriminación y la marginación. Todo lo aprende en la sociedad y lo actúa. Y ahora la sociedad dice: “Reprimamos a esos chicos que son violentos’. Si los hemos educado para la violencia, ¿cómo podemos pedir ahora que se reprima la violencia, cuando en realidad lo que tenemos que hacer es educarlos? Pero también tenemos que reeducar a los papás que entraron en la conducta del “Sí’ fácil, de darle al chico todo lo que exige sin importar si tiene el dinero para pagarlo”.
—Hagamos un mea culpa, porque los medios también son un factor importante que destacan con letras catástrofe: “Menor involucrado en un hecho penal”. Es cierto que es un hecho tremendo, aberrante, pero también tenemos que preguntarnos qué le pasó a este chico. A veces, lo que pienso no es lo que quiere escuchar mucha gente. Pero no le falto el respeto a nadie, porque mi historia tiene que ver con la carencia. Cuando mi mamá enfermó, caí en un internado. Estuve dos años y medio, fui golpeado y me pasaron cosas feas. Nadie se preguntó por qué le pasaron cosas feas a este pibe. Hasta que un día mi madre me pudo sacar, me llevó a La Rioja y ahí conocí una familia: primos, tíos y un abuelo. Y aprendí de ese abuelo algo que no entendí en su momento. Me dijo: “Usted un día va a ser leido, pero eso no le da ningún derecho, le va a crear obligaciones. Porque si es leido es para que sirva a la gente”.
—Usted llegó a ser “leido”, como decía su abuelo y pudo torcer su suerte. Pero hay chicos que parecen condenados desde que nacen. ¿Como se puede lograr que también para ellos haya otra alternativa?
—Tenemos que montarnos en paradigmas distintos. Los derechos no son discursos, son hechos. Empecemos a trabajar concretamente para proteger a nuestros chicos. Va a costar mucho trabajo recuperar esto, que nadie piense que se va a lograr en uno o dos años. Hay que trabajar seriamente en todo el país en la prevención y generando los tres pilares que entiendo necesarios: una política educativa, porque la República Argentina aprobó un sistema y tardó 15 años para decir que fracasó, y se debe volver al sistema anterior; un sistema de salud donde los chicos tengan todas las vacunas, puedan ser tratados de la adicción y donde no haya un bebé que se esté muriendo porque no tiene un respirador artificial, y políticas laborales que permitan que los padres tengan trabajo y que los chicos puedan acceder a un mercado laboral. Y, mientras tanto, si no nos ponemos a trabajar ahora, vamos a seguir viendo los ejércitos de cadáveres de niños que se mueren por el paco, por enfrentamientos con las autoridades de seguridad o porque terminan muy mal por el maltrato y el abuso.

Educación, salud y políticas laborales son, para el magistrado, pilares fundamentales para un trabajo en serio con los chicos y chicas.
Foto: Amancio Alem