Edición del Domingo 25 de octubre de 2009

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La solemnidad de San Martín de Porres - Edición Impresa - Escenarios & Sociedad Escenarios & Sociedad

EN EL CONVENTO DE SANTO DOMINGO

La solemnidad de San Martín de Porres

Como cada 3 de noviembre, la Cofradía Pía de San Martín de Porres celebrará a su Santo, con misas y Rosarios en su nombre.

 

De la redacción de El Litoral

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Desde el próximo sábado y hasta el martes 3, la Cofradía Pía Unión de San Martín de Porres celebrará el día de su Santo en el Convento de Santo Domingo (9 de Julio 1491).

Así, del sábado y hasta el lunes, rezará el Santo Rosario, preces y letanías a las 18, y celebrará la Santa Misa en su honor a las 19. El martes, como cada 3 de noviembre, en honor a la Solemnidad de San Martín de Porres se rezará el rosario a las 18, para una hora después celebrar la Misa, con bendición y entrega de los pancitos del Santo.

Fray Marcos González, del Convento de Santo Domingo -en cuyo templo se honra su imagen-, recordó vida y obra del santo, conocido como “Fray escoba”, y expresó que “los testimonios de vida nos conmueven”.

Vida y obra

Hijo ilegítimo de Juan de Porres, noble español perteneciente a la Orden de Alcántara y descendiente de cruzados, y de Ana Velázquez, negra liberta, Martín nació a inicios de diciembre de 1579. De temperamento dócil y piadoso, de pequeño su padre lo llevó junto a su hermana, Juana, a Guayaquil donde ocupaba un alto cargo de gobierno. Martín tuvo allí la oportunidad de aprender a leer y escribir. Cuatro años después, nombrado gobernador de Panamá, Juan de Porres devolvió el niño a su madre y dejó a su hija Juana a los cuidados de otros familiares.

De regreso a Lima, Martín entró en calidad de aprendiz en la botica de Mateo Pastor, quien ejercía el oficio de cirujano, dentista y barbero. Allí el joven mulato aprendió los rudimentos de la medicina, que después le serían útiles en el convento.

A los 15 años decidió servir a Dios e ingresó en un convento de Lima, la capital del Virreinato del Perú. Fue en el convento de Nuestra Señora del Rosario donde Martín quiso entrar en calidad de donado, es decir, casi como un esclavo. Allí se comprometió a servir toda la vida, sin ningún vínculo con la comunidad, y con el único beneficio de vestir el hábito religioso. Allí, le confiaron los servicios más humildes, desde la portería del claustro, escoba en mano, demostró un claro criterio que, en diversas oportunidades, supo aconsejar hasta al virrey y el obispo. Además de cuidar de las personas, tenía un cariño especial por los animales, la piedad popular lo representa con vivencias reales de su vida, con la escoba y animales pequeños, ya que sostenía que “en la creación nada estorba, todos los animalitos tienen derecho a la vida”.

Entre otras obras, durante una epidemia de viruela curó a cuantos acudían a él y a sus hermanos de convento, unos sesenta frailes. Entre sus carismas, se menciona el don de la profecía, éxtasis y bilocación, viéndoselo al mismo tiempo en dos lugares distintos, practicando la caridad. Por esa entrega incansable deterioró su salud, y a quienes lo visitaron en su enfermedad decía “he aquí el fin de peregrinación por esta tierra”. Falleció el 3 de noviembre de 1639 y lo lloró la ciudad de Lima.

Fue beatificado en 1837 por Gregorio XVI y declarado santo por Juan XXIII en 1962. En 1966, Pablo VI lo declaró patrono de los peluqueros de Italia por su oficio de joven. “Fray Martín de Porres, hombre sin títulos ni categorías sociales, no sólo proclamó las virtudes de justicia y caridad, abrió además un camino a las instituciones religiosas de su época a compromisos efectivos de servicio y promoción de los desheredados -recordó Fray Marcos González-. Tal vez su ejemplo pueda enseñar a muchos para su bien, qué agradable y dulce es seguir los pasos de Jesús y obedecer sus divinos mandamientos”.

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La imagen del “Fray escoba” en el convento dominico de nuestra ciudad.

Foto: Archivo El Litoral



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