Edición del Sábado 27 de junio de 2009

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Al fin llegaron las urnas - Edición Impresa - Política | Economía Política

Panorama electoral

Al fin llegaron las urnas

Una campaña caracterizada por candidatos y debates truchos mandó la emergencia sanitaria, la economía y las instituciones a lista de espera.

Sergio Serrichio

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Casi 28 millones de argentinos están habilitados para votar, este domingo, en las elecciones más desnaturalizadas desde el retorno de la democracia. Debían tener lugar en octubre, pero el gobierno decidió adelantarlas cuatro meses, que fue el máximo que pudo, para restarle tiempo de organización y campaña a la oposición y escamotear al conocimiento público el verdadero estado de las cuentas públicas y de la economía del país, que el tiempo hará cada vez más inocultables.

Son legislativas. Pero se asumen como una interna abierta para ir midiendo “presidenciables” 2011. Es altamente probable que el oficialismo pierda su mayoría legislativa y a la vez retenga su condición de primera minoría política del país. Sin embargo, al menos a priori, ambas cuestiones han sido largamente ignoradas en las consideraciones pre-electorales.

Son federales, porque los 24 distritos eligen a representantes populares para la Cámara de Diputados y 8 de ellos a quienes representarán a su provincia en el Senado. Pero una parte desmesurada de las expectativas está puesta en quién “ganará” Buenos Aires, donde Néstor Kirchner las planteó inicialmente como un “plebiscito” (la palabra fue eliminada del léxico K cuando se constató que la mayoría era un objetivo imposible) en torno del “modelo”.

Son reales. Pero, con tal de reforzar sus chances en las urnas, el ex presidente inventó las candidaturas “testimoniales” (o, más precisamente, truchas) del gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, de más de cuarenta intendentes bonaerenses y del jefe de Gabinete de ministros, Sergio Massa, para desalentar el corte de boleta y para que lo remolquen, pese a que la intención de asumir los cargos a los que se postulan es entre nula e ínfima, al punto que fueron forzados por la Justicia electoral a argüir que “eventualmente” decidirán al respecto.

Entre Uruguay e Irán

Y deberían ser pacíficas y tranquilas, como cuadra a una elección legislativa en un país que viene del sexenio de crecimiento económico más importante de su historia y como todo indica que serán las internas en que el mismo día -y en un ejemplo de civismo y cultura política- los partidos uruguayos elegirán a sus candidatos para las elecciones presidenciales del próximo 25 de octubre.

En cambio, se perfilan más cercanas al resultado de la reciente elección presidencial en Irán: crispadas, marcadas por la desconfianza en torno del posible fraude, al punto que la Cámara Nacional Electoral -esto es, el Poder Judicial- tomó la inédita iniciativa de recomendar a los partidos que se esmeren en la fiscalización y, como quien no quiere la cosa, recordó públicamente que la organización y control de los comicios no es responsabilidad suya, sino que está a cargo del Ministerio del Interior. La falsificación y la sanata llegaron a tales extremos, que una parodia televisiva bien actuada pero escasa de imaginación se convirtió en un foro casi irresistible para los principales candidatos y en los últimos días se montó -puro recurso de campaña- un pseudo-debate en el que el kirchnerismo posó de defensor del Estado. Un Estado, entre cuyas funciones básicas figura -y no hay aquí mucho espacio para la polémica- el cuidado de la salud pública.

En semanas y semanas, sin embargo, la gripe A (o porcina) no fue siquiera mencionada por la presidenta Cristina Fernández, pese a que la Argentina trepó al podio internacional por número de casos mortales con una velocidad inusitada.

He aquí que, según la “actualización” que emitió el viernes la Organización Mundial de la Salud (OMS), el nuestro es el país en el que el virus A (H1N1) registra la más alta tasa de mortalidad del mundo (casi 1,5 por ciento) respecto del total de casos reportados, y entre el miércoles y el viernes dio cuenta del 56 por ciento (14 sobre 25) de los nuevos casos de muerte.

Es difícil entender el porqué de estas cifras. Dos posibilidades son que el virus haya adquirido aquí una virulencia inusitada, o que el número de contagios sea muy superior al que se informa. También puede suceder que las cifras de los otros países sean erróneas. Como fuere, el caso es que, por cuestiones seguramente “tácticas”, el gobierno prefiere que pase la elección para declarar la emergencia sanitaria.

Lo estatal

En el chamuyo sobre el rol del Estado, la oposición también puso lo suyo. Como cuando, corrido por la eficacia del “relato” kirchnerista, que trabaja sobre el terreno de la devastación menemista, Francisco de Narváez se hizo súbitamente estatista y generó contradicciones y desmentidas de su principal socio político, Mauricio Macri. Lo peor de ese “debate”, sin embargo, no es su carácter improvisado y mentiroso, sino el riesgo de que aborte una discusión seria de esas mismas cosas en el futuro. Es que, más allá y más acá de la campaña electoral, el kirchnerismo produjo un “efecto devastador” en la política argentina, que afectará sobre todo a quienes tengan, en serio, objetivos progresistas.

Así lo planteó este viernes el periodista y escritor Martín Caparrós en Crítica de la Argentina: “Quién sabe por cuántos años va a ser muy difícil hablar de distribución de la riqueza sin que suene la carcajada al fondo por tanta palabra malversada, hablar de estatización sin que aparezca la sospecha judicial por tanto colchón pagado con fondos estatales, hablar de cambio social sin que te tiren por la cabeza con el recuerdo de esta banda de amantes del poder”.

Además de la emergencia sanitaria, una economía aletargada y una institucionalidad desvaída figuran en la lista de espera del domingo. Ojalá que lo que viene después supere, como no lo hizo la campaña, el juego de las candidaturas.

Kirchner, Scioli, De Narváez, Macri, Carrió, Binner, Reutemann, Cobos. Con pulgares hacia arriba o hacia abajo, según los resultados que surjan de las urnas, y con fondo de desorden, si los resultados no son del todo limpios o claros, los análisis poselectorales girarán en torno de esos nombres. Pero sería mejor si la sociedad demandara y lograra de su política ideas y proyectos auténticos, esos que fueron tan difíciles de detectar en esta campaña de imposturas.

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La consulta de los padrones es esencial para confirmar el lugar de votación. A muchos ciudadanos les fue cambiado.

Foto: DyN



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