Edición del Martes 02 de junio de 2009

Edición completa del día

Llegan cartas - Edición Impresa - Buzón

Llegan cartas

Agradecimiento

Lidia de Gómez.

Señores directores: Por este medio quiero agradecer a mis hermanos de distintas iglesias Evangélica y Cristiana que se ofrecieron a poner en oración de sanación por una operación muy difícil de la cabeza a mi hijo. Les quiero comunicar que sus plegarias llegaron a Dios. Salió todo bien gracias a la fe que pusimos todos en nuestro Padre. Yo, como hermana, agradezco a Dios por lo que hizo por mi hijo. De aquí en más pensaré en positivo y lo dejo en tus manos, Padre, y aceptaré lo que decidas.

Laberinto de astucias

Publio Benuzzi.

Un pensador poético.

Señores directores: Los pueblos se gobiernan, en estos tiempos de progresos,con la astucia. La diplomacia es un verdadero laberinto de astucias más o menos disimuladas. El talento franco, abierto a todas las expansiones nobles y altruistas, es un peligro en un funcionario público. Este ejemplo viene de arriba hacia abajo, contamina a todas las clases sociales y mientras que las jerarquías dirigentes persistan en el imperio de la astucia para gobernar a los pueblos, habrá siempre rebeliones. Yo no tengo fe en la regeneración a través de una revolución democrática-socialista ni en democracias en pañales. Yo tengo fe en la regeneración de los hombres por medio del amor dentro del orden más perfecto, de manera que el engranaje que rige y desdobla la gran máquina social responda a un solo fin, cual es el bien de los demás. Una igualdad social no es posible en este mundo, pero es posible, una igualdad espiritual.

Amémonos los unos a los otros; que haya ricos, sí, que haya hombres de fortuna, pero que no existan seres humanos, hermanos nuestros, que se consuman de hambre, que no haya huérfanos abandonados, que no haya ancianos que arrastren sus últimos días de existencia, entre las miserias más dolorosas. Que no haya padres de familias desesperados por falta de alimentos para sus hijos inocentes; que no haya, en fin, egoísmo, ni en los que mandan ni en los que obedecen. Que haya amor entre todos los hombres. Un amor práctico, real, una fraternidad sincera que no permita ni opresores ni oprimidos, para que haya orden, paz y progresos morales, sin lo cual la humanidad no será jamás feliz.



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