Panorama nacional
Varios divorcios y un funeral
Scioli y Massa aceptaron salvarles el pellejo electoral a los Kirchner, pero la burguesía “nacional” les pidió el divorcio. Chávez los desairó y Moyano les advirtió. Después del 28 de junio, la cuestión es cómo harán los Kirchner para enterrar el “modelo” .
Sergio Serrichio - Cmi [email protected]
Aunque la lista de candidatos a diputados nacionales por Buenos Aires que encabeza sea la más votada en las elecciones legislativas del 28 de junio, la creciente soledad de Néstor Kirchner, los nombres a los que debió recurrir para que lo rescaten de lo que de otro modo se perfilaba como una probable derrota, y el cambio de personalidad que se vio obligado a fingir para no seguir espantando votantes, indican que la era kirchnerista ha llegado a su fin.
Ese “fin de épo-K”, como lo llamamos hace casi un año, después de la pírrica victoria oficial en la sesión en que Diputados aprobó el proyecto oficial de retenciones móviles a las exportaciones agrícolas, no equivale ni debe equivaler- al fin del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
Lo que esta vez tendrá sanción electoral e institucional, con el recuento de votos y el rebalanceo parlamentario, es el fin del dominio de una concepción y un modo de hacer política.
Kirchner tal vez siga siendo por un tiempo el político más poderoso del país, pero en el mejor de los casos estará en prolija retirada. No es de descartar que el ex presidente y la presidenta pateen el tablero con medidas que eventualmente presentarán como gestas emancipadoras, tal cual hicieron con la re-estatización de los fondos previsionales que administraban las indefendibles AFJPs.
Serán, en todo caso, recursos para ganar tiempo, confundir los tantos y desparramar culpas. Pero estériles para evitar el agotamiento de un “modelo” productivo y “de consumo” que cada vez produce menos y que se está consumiendo a sí mismo.
Los caminos que se bifurcan
La señal más clara de debilidad es la deserción de ex socios de ruta. En la semana que pasó asistimos al divorcio con la burguesía “nacional”, a propósito de la farsa que desató la estatización, por parte de Venezuela, de tres empresas en las que Techint, el principal grupo industrial argentino, tiene porciones accionarias. Fue la oportunidad que aprovecharon la Unión Industrial Argentina y otros grupos empresarios para pedirle el divorcio al oficialismo.
Ríos de tinta han corrido respecto de si los Kirchner, que días antes lo habían hospedado en El Calafate, conocían la decisión de Chávez. Pero el juego de “virtud ofendida” que simuló la presidenta, de exigir aclaraciones a Caracas luego de que un grupo de periodistas escuchó a Chávez asegurarle a Lula da Silva que las firmas brasileñas estaban a salvo de algo semejante, y conformarse con un infantil “era una broma”- torna irrelevante esa cuestión.
Informado o no, cómplice o chirolita de Chávez, lo que desnudó el episodio es la irrelevancia internacional, e incluso regional, del gobierno argentino. Lo que no excusa la hipocresía de Techint y la UIA, que no pueden alegar haber sido “sorprendidos” por Chávez. Lo suyo fue una puesta en escena.
La soledad K también se refleja en el apoyo condicionado del titular de la CGT, Hugo Moyano, quien llamó a votar por el “modelo”, pero advirtió que no cree en las cifras oficiales de inflación y desempleo y que después del 28 de junio va “a salir a reclamar”.
El aislamiento es evidente hasta en la parte superior de la lista que encabeza Néstor Kirchner. No sólo porque las candidaturas del gobernador bonaerense, Daniel Scioli, y del actual jefe de Gabinete, Sergio Massa, son truchas, sino porque se trata de dos figuras más cercanas a Techint y a la UIA que al matrimonio presidencial.
Después del 28
Sucede que, después de las elecciones, sea cual sea el resultado, habrá que pagar los platos rotos. Los Kirchner se resisten a aplicar la receta de sus ex aliados y compañeros de lista: devaluación y licuación salarial, ajuste fiscal y “reinserción” financiera amigable. Pero tampoco tienen alternativas a la vista, salvo una abrupta “chavización” en la que, en verdad, no creen. Lo suyo fue “capitalismo de amigos” regado con abundancia fiscal.
Ese modelo ya vio sus mejores días. Las fotos de estos días, en las que la presidenta dispensa subsidios y anuncia contratos y obras que quién sabe cuándo se van a realizar o cómo se van a pagar, no deben llevar a engaño. La capacidad de gestión del Estado y la capacidad de pago del fisco K no pueden solventar esas promesas.
Valga de ejemplo el reciente acuerdo para comprar 20 aviones a la brasileña Embraer, reequipar Aerolíneas Argentinas y -teóricamente reactivar el ex Área Material Córdoba mediante la producción de repuestos sobre los que no hay ningún compromiso contractual. Más de 85 por ciento de esa operación fue financiada con un crédito a 12 años del Bndes, el banco de desarrollo brasileño. Para el fisco K, un perfecto pagadios, similar al que le extendió a la Anses, supuesto guardián del dinero de los jubilados, cuando le pidió prestado 8.450 millones de pesos, a devolver en el 2016.
En las provincias
Más preocupante aún es la situación de las provincias. Tras años de ser convidadas de piedra de la abundancia fiscal K, en 2009 tendrán por segundo año consecutivo déficit operativo y por cuarto déficit financiero, este último por la friolera de 11.500 millones de pesos, según calculó el Instituto Argentino para el Desarrollo de las Economías Regionales (Iader).
¿Cómo harán las administraciones provinciales para resistir, primero, las presiones salariales, y luego para pagarlas, cuando tienen seis veces más empleados que la Nación, si el propio Estado nacional, tras otorgar una suba de 15 por ciento, instruyó a los ministerios a que la afronten recortando otros gastos de su actual presupuesto?
Esa ecuación es la principal similitud con el 2001, y está preescrita en las cuentas públicas, no en las urnas. Las condiciones económicas son ahora distintas de entonces. La Argentina ya no vive la fantasía del uno-a-uno, tiene reservas y viene de seis años de expansión. Pero la plataforma social es precaria. De los más de ocho millones y medio de argentinos que habían salido de la pobreza entre 2003 y fin de 2006, más de dos millones recayeron en ella entre 2007 y 2008, antes del inicio de la crisis internacional, calculó recientemente el laboralista Ernesto Kritz.
Además, según la propia Afip, entre mediados de 2008 y principios de 2009 se perdieron 228.000 empleos “en blanco”. Suponiendo, con cierto optimismo, una pérdida proporcional en el sector informal, resulta que unas 400.000 personas pasaron a estar desocupadas. Quedan 30 días de campaña. Después ya no habrá lugar para simulaciones. La dura realidad copará el escenario.

Massa, los Kirchner, Scioli y Moyano.