Poemas de Raúl Melo (Uruguay)
Canción con dinosaurios para dormir a un niño

Que duerma el niño
sobre su almohada de paño.
Plata en el lunario.
Verde en el herbario.
Que duerma
sobre su sábana de cáñamo.
Que entorne sus ojos
que venido es su horario.
Que duerma,
que duerma
ya
en su cama de cámalo.
Que viene por el sendero
verde rebaño
de dinosaurios.
El niño y el dinosaurio

Tan ajeno a su indecible
nombre,
a su perdido sol,
el niño gordinflón
y mofletudo
juega en su traspatio
con un risueño dinosaurio
a cuerda.
Un universo minúsculo
desplegable al tamaño de la ilusión.
Tan más allá de los remotos árboles, de las carnosas hojas,
de la sedienta ceniza
y el polvo de sus pasos.
Intemporalidad de los dinosaurios

La perpetuidad
es la sustancia que los puebla.
La argamasa
que entreteje la profunda ramazón
de sus huesos.
Huéspedes de lo eterno,
los dinosaurios
no disciernen
ayeres, presentes, ni mañanas,
ni eventos, ni fechas, ni efemérides,
ni calendarios de estrellas.
Bajo el verde sopor
de las llanuras
los dinosaurios
sólo identifican el instante
en la pausa
entre el trueno y el relámpago.
La inocencia de los dinosaurios y nuestra culpa

Los dinosaurios
no fueron responsables
de su extinción.
Ella vino de afuera,
de una tormentosa mano.
Nosotros, no.
Nos mataremos
programadamente
en nombre del progreso.