“ROJO COMO EL CIELO”
Cuando ser libre hace ruido

Mirco es un chico ciego que, en la Italia de los ‘70, se rebela al poder institucional que pretende disciplinarlo y tratarlo como diferente.
Foto: Télam
María L. Lelli
Inquieto, travieso como todo chico, Mirco sufre un desgraciado impacto. Un rifle se dispara accidentalmente mientras él, trepado a un banquito, intenta ubicarlo en el mismo lugar de donde acaba de sacarlo. El incidente provoca que sólo pueda ver sombras. Más adelante, perderá la vista en su totalidad. Mirco tiene diez años y vive, junto a su familia de clase media, en un pueblo de la Toscana (Italia) hacia 1970. Dada su condición de “no vidente”, la reglamentación vigente indica que ya no puede asistir a una escuela pública, que deberá continuar sus estudios en un centenario internado religioso, ubicado en Génova, cuya misión social es educar a los niños ciegos.
Alejado de sus padres, de su barrio y sus amigos, Mirco se resiste al régimen imperante en ese nuevo hogar de la misma manera que rechaza ser tratado como un discapacitado. Inevitablemente tierna y emotiva, su historia marca el curso de “Rojo como el cielo” (Rosso come il cielo, Italia, 2006), de Cristiano Bortone. En este filme, el realizador exhibe su vocación por generar empatía con el personaje central: un chico ciego que lucha por ser libre.
RIESGOS
Lo que el director diseña es una fábula sencilla, y profunda a la vez. El relato sabe conmover y embarcar al espectador en una experiencia respetable en términos estéticos y argumentales sin alejarse de los cánones clásicos (y previsibles). Sobre la vivencia real de Mirco Mencacci, un destacado editor de sonido de la cinematografía italiana, esta película narra cómo el pequeño protagonista (interpretado por Luca Capriotti) se arriesga, quita de su paso cualquier obstáculo y desafía, así, los límites.
Pese al disciplinamiento que busca impartir la institución a la que fue destinado, este chico se sube a un árbol y le ilustra a un compañero ciego de nacimiento que el color “azul es como el viento en la cara, como el mar; que el marrón es como la corteza de un árbol, y que el rojo es como el cielo al atardecer”. También se escapa acompañado por la hija de la portera para andar en bicicleta y llegar hasta el cine, su gran pasión. Y lo más relevante, descubre la magia del sonido.
DESCUBRIR Y CREAR
Motivado por su propia curiosidad encuentra una grabadora e inicia una etapa de descubrimiento y creación: registra distintos ruidos que, al ser ensamblados (editados), le permiten contar cuentos fantásticos y aventuras. Sin embargo, en una sociedad que segrega al diferente, el poder se hace escuchar en la voz del director del instituto, un hombre ciego y estricto que condena las innovaciones de Mirco considerándolo como una suerte de líder subversivo. El repudio se abre paso en el apoyo de un profesor que ha reconocido y estimulado su talento, en su vecina, amiga y cómplice, y en un grupo de jóvenes universitarios y trabajadores que expresan el clima social y político de una época marcada por la defensa de derechos y libertades.
Cada uno de esos roles cumple su función dentro de una estructura que -a fuerza de algunos lugares comunes- es eficaz al narrar desde y para la emoción. Y la admiración.
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BUENA
“Rojo como el cielo”
Rosso come il cielo. Italia, 2006. Director: Cristiano Bortone. Elenco: Francesco Campobasso, Luca Capriotti, Marco Cocci, Simone Colombari, Alessandro Fiori. Guión: Cristiano Bortone, Paolo Sassanelli y Monica Zapelli. Fotografía: Vladan Radovic. Música: Ezio Bosso. Montaje: Carla Simoncelli. Presentada en DVD por Primer Plano. Duración: 96 minutos. Apta para todo público. Se proyecta en el América.