¿Se acuerdan de Ricardo Sánchez? ¿Aquél que llegó de Deán Funes para jugar en Unión y en Colón? Respetado por las dos hinchadas, compartió sus recuerdos en una charla con Nosotros.
En una ciudad futbolera como esta, haber vestido las dos camisetas, la de Unión y la de Colón, le brinda al agraciado la potestad y el lujo de saberse entre los privilegiados que integran un minúsculo grupo. Muchos de ellos llegaron a ser odiados por aquellos hinchas que, en algún momento, lo ovacionaron por sus goles, sus gambetas, sus quites o sus atajadas, por el simple hecho de sentirse "traicionados" al pasar al bando rival. Pero hay otros que se pueden dar el lujo de haberse sentido identificados, reconocidos y aceptados por las dos parcialidades. Dentro de esta "categoría" de jugadores, podemos incluir a Ricardo Sánchez, un hombre que llegó de Deán Funes, en la provincia de Córdoba, un 5 de marzo de 1959 para jugar al fútbol y radicarse definitivamente en Santa Fe.
Ricardo jura que en los dos clubes recibió el cariño y el afecto de la gente. Y no hay motivos para no creerle, mucho más escuchando su historia.
-¿Cómo llegó a Santa Fe, Ricardo?
-Yo jugaba al fútbol en Leandro Alem de Deán Funes, mi ciudad natal. Luego pasé a General Paz Junior y en 1959, un cuñado de Angel Malvicino, que estaba en General Paz Junior, me recomendó. Mi puesto era el de "10", pero más que habilidoso, era rápido y sacaba ventaja con mi ligereza.
-Año 1959... ¿Qué recuerda de aquellos tiempos?
-Unión tenía un muy buen equipo. Escuchá esta delantera: Palotti, Puppo, Juan Carlos Sánchez, Ricardo Sánchez y Castillo... Anduvimos muy bien. El campeón ese año fue Chacarita, pero nosotros salimos segundos con Chicago. En realidad, los subcampeones fueron ellos por diferencia de gol, pero arrimamos lindo.
-¿Quién era el presidente?
-Don Alejandro Ulla... Y vos sabés que no recuerdo al técnico, porque a mí me dirigió Julio Avila, pero a él lo tuve en Libertad de Sunchales, adónde fui a jugar después de haber pasado por Colón.
-¿Qué edad tenía en aquél momento?
-Tenía 23 años. La verdad es que de Unión guardo muy lindos recuerdos. Vivía en una pensión de calle San Luis que era administrada por los curas de la iglesia del Carmen. Recuerdo al Padre Serra, que era el administrador. Fueron dos años, en el '59 y '60 en los que me fueron muy bien las cosas en Unión.
Con la rojinegra
-¿Cómo pasa a Colón?
-Si te lo cuento no lo vas a creer. Fue un trueque de jugadores entre los dos clubes. Yo fui a Colón, y Córdoba pasó a Unión. En aquel entonces, Colón había descendido a la "C", pero a mí no me importó. Yo quería jugar, no le dí importancia al hecho de que venía de Unión y la gente de Colón me trató muy bien. Pero tengo una anécdota más increíble.
-¿Cuál?
-Que yo jugaba en Colón y trabajaba con don Angel. Me acuerdo que lo volvían loco porque le decían: "Cómo vas a tener un raza trabajando con vos". Pero con Angel nunca tuve un sí o un no. Conmigo se portó maravillosamente y le estoy muy agradecido por todo lo que me dio, no sólo en lo deportivo al traerme a Unión, sino en lo personal, por haberme dado trabajo y por la forma en que me trató.
-Teniendo en cuenta lo fanático que es Malvicino de Unión, cuesta creer que no haya tenido alguna "chanza" con él...
-Bueno, cuando dejé de jugar me cargaba diciéndome que él me había enseñado a jugar y que le salí raza... En fin, Angel conmigo fue un fenómeno.
-Así que jugó con Pastoriza en Colón...
-Tuve la gran suerte de jugar con un tipazo como el "Pato". Era un amigazo, un tipo de ésos que cuesta encontrar. Pastoriza no estaba nunca triste. Y además, en la cancha era un gran jugador, un tipo cerebral y con mucho panorama y temperamento.
Tuvimos una época muy buena y casi ganamos el campeonato del '61, cuando ascendió San Telmo. Veníamos mano a mano en la definición y jugábamos el último partido en nuestra cancha. Ellos ganaban y nosotros ganábamos, ellos empataban y nosotros empatábamos, hasta que llegamos al penúltimo partido, donde nos tocaba con Deportivo Riestra de visitante.
-¿Qué pasó?
-Llegamos a la cancha y había unos 30 muchachones esperándonos en el medio de la calle. Como no se movían, el chofer les tocó bocina. Al ver que no le hacían caso, retrocedió, puso primera y encaró. Los tipos se abrieron y pasamos. Y llegamos a la cancha. El vestuario era de chapa y las paredes se movían. El "Pato" estaba loco y no era para menos. Hasta que llegó la policía y los corrió a todos. Ellos se iban al descenso si perdían, porque estaban últimos con Colegiales. En el partido el árbitro nos cobró un tiro libre cerca del área. Eulalio Gómez le pegaba tan fuerte que la pelota parecía un misil. Si le embocaba al arco, entraba, porque sus remates eran inatajables. La metió y pasamos a ganar 1 a 0. El "Pato" le gritaba, en medio del festejo, que estaba loco, que no íbamos a salir vivos de la cancha, nos iban a matar a todos. Bueno, la cuestión es que nos empataron y se salvaron. Cuando subimos al micro, teníamos una rueda pinchada. Salimos como pudimos de allí.
-¿Se acuerda de aquellos compañeros que tuvo en Colón?
-Por supuesto, estaba Merich, Chacón, Rosso, Larpín, Boveri, Pastoriza, Janín, López, Escalante, Di Lonardo, Franco, Baigorria...
En el fútbol como en la vida
-¿Y después se fue a Sunchales?
-No, antes estuve un año en Maipú y no me fueron bien las cosas. Hasta que don Julio Avila se enteró de que estaba de vuelta en Santa Fe y me llevó a jugar un torneo a Sunchales, para Libertad. Lo ganamos y a los dos o tres días recibí la oferta para quedarme. El presidente del club era el gerente general de Sancor. No me acuerdo el apellido, pero sí me acuerdo de Trincheri. La cuestión es que hablé y les dije que iba si me conseguían trabajo. Eso fue un viernes. El sábado a la mañana me llegó el telegrama para que trabajara en Santa Fe, en 25 de Mayo entre Rioja y Tucumán. Así fue que estuve cinco años en los que fuimos tres veces campeones y dos subcampeones con Libertad. Y luego dejé el fútbol.
-Por lo que me dice, usted es un jugador que tranquilamente podría haber jugado en estos tiempos en los que se corre más de lo que se juega.
-Por supuesto. Yo tenía un despliegue físico importante, siempre me gustó entrenar e inclusive lo hacía solo, sobre todo cuando jugaba en Deán Funes. Tenía mucha velocidad y era goleador.
-Como el "Turco" Alí, por ejemplo.
-Exacto, como el "Turco", buena comparación.
-¿Qué jugador lo deslumbraba por aquellos tiempos?
-De los compañeros míos, Pastoriza en Colón y Néstor Isella en Unión. En habilidad, Puppo y Juan Carlos Sánchez. He visto jugadores muy buenos como Grillo, Lacasia y Varela, eran impecables y con mucha habilidad.
Ricardo Sánchez tiene 3 hijos y 7 nietos que son sus "soles". Marisa, Ricardo y Marcelo son los hijos que le dio la vida. Y se le iluminan los ojos cuando habla de ellos. Tiene una nuera (Roxana) y un yerno preferido, Omar Vinci, "porque es el único", y lo festeja. Ellos le dieron a Luciana, Gonzalo, Nicolás, Emiliano, Lara, Matías y Jimena, más otro "nieto" adoptivo: Marcelo, el esposo de Luciana. A los 68 años, ellos y los gratos recuerdos que le dejó el fútbol, son las alegrías más grandes de este hombre que llegó de Córdoba en su juventud y se quedó para siempre en Santa Fe.
íCuándo no, Italo!
Resulta inevitable para los jugadores de aquellos tiempos, contar alguna anécdota sabrosa de Italo Giménez. Y Ricardo Sánchez tiene una que es imperdible: "Cuando llegué a Colón, el presidente era Gómez Galissier, pero Italo era el vice. Un personaje. Recuerdo que me hacía ir a la Caja de Jubilaciones, donde él trabajaba, para cobrar. Nunca tuve un problema. Era un tipo al que le encantaban las bromas y la joda, y una vez se le fue la mano. Resulta que nosotros viajábamos en El Gusano, un colectivo enorme. Cuando pasamos por San Nicolás, a la ida vimos unas quintas con unos árboles de duraznos enormes. A la vuelta, Pastoriza lo hizo parar. Era de noche y nos metimos en la quinta. Por ahí sentimos un par de tiros y los perros empezaron a torear. `Rajemos', dijo Pastoriza. Al salir de la quinta, había una zanja enorme y Larpín se clavó en la zanja. Subimos al cole y arrancamos. A los pocos segundos, escuchamos que Italo se mataba de risa. El `Pato' se levantó y lo encaró. Había sido él quien disparó al aire. Casi nos matamos cuando rajamos".
Enrique Cruz (h)