Por Julio Beltzer
Ver el Teatro Municipal 1° de Mayo y la Sala Marechal llenos. De bote a bote -como se decía antes-, de lunes a domingo. Siete días. Escuchar el murmullo, las voces, el silencio. De los actores, de los espectadores. Sentir la presencia, codo con codo, de los maestros -actores, directores, dramaturgos...-, de los alumnos, de los jóvenes. Apreciar una excelente y ecléctica programación de obras, de Rosario, Buenos Aires, Santa Fe, Rafaela, Costa Rica, Tucumán. Tomar contacto con otras miradas, con otras búsquedas estéticas, con otros universos discursivos. Con otros.
Hacía tiempo que no me pasaba esto en mi ciudad. Y esto que nombro es el Argentino de Teatro organizado por la Universidad Nacional del Litoral, con el auspicio de la Subsecretaría de Cultura de la Municipalidad y la colaboración de la Secretaría de Cultura de la provincia, desde el 6 al 12 de setiembre de 2004.
Es para recordar. Y ponerse melancólico, da lugar para evocar otras fiestas realizadas por la Coordinadora de Teatro de los '80; la 1a. Fiesta Nacional de Teatro y algunos otros estallidos luminosos, muy de vez en cuando.
En verdad, conmueve ser parte y participar desde cualquiera de los lugares que construyen lo teatral. Emociona encontrar a la gente de todos los días haciendo largas colas para acceder a cada función. Expectante. Sonriente. Resignifica el lugar de todos: de los espectadores, de los teatristas.
Y todo eso fue el Argentino de Teatro. Una fiesta. Y el deseo no es eternizar esos instantes, sino trabajar a futuro. Sin quedarse quieto, mirando para adelante. Por la continuidad fugaz, cada vez, del fenómeno teatral. Por una nueva posibilidad de reunirnos.