Edición del Sábado 18 de setiembre de 2004

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Edición impresa del 18/09/2004 | Revista Nosotros Nosotros


Santa Fe, el centro de la escena

Foto 1: La mejor obra presentada en el encuentro: "La Madonnita".. 

Durante una semana, destacados dramaturgos, directores, actores de la escena nacional ofrecieron sus obras al público santafesino. El Argentino de Teatro suma un nuevo espacio al quehacer teatral.

El teatro es, entre otras posibles definiciones, una expresión de la emoción humana. En efecto, el teatro no es otra cosa que una proyección del espíritu que se materializa, es la objetivación de un ideal, la materialización del sentimiento, o bien, si se quiere, la espiritualización de la materia; pero es también un mundo cerrado a la multitud indiferente y solamente abierto a quien consiga, con amor, conquistarlo.

El teatro es un medio de evasión aunque sea momentánea; la realidad humana es transfigurada por la magia del teatro, al mismo tiempo que cobran conciencia y plenitud todos los sentimientos que yacen dormidos bajo la capa de los intereses prácticos de la vida actual; el teatro se aparta de la realidad para enriquecerla, va más allá de la filosofía y de la ciencia.

En efecto, en la vida diaria normalmente la imaginación y los sentimientos se encuentran reprimidos, en infinidad de ocasiones resultan incompatibles con el vértigo del vivir actual, con el ritmo de vida que la industrialización ha impuesto al hombre, y así todos los deseos, emociones o ideales que muchas veces constituyen nuestro verdadero ser, son sometidos a las contingencias de la vida diaria, en donde no tienen cabida la emoción ni el sentimentalismo; los valores espirituales quedan de esta manera relegados porque no resultan prácticos.

El hacedor encuentra en el teatro el mejor medio de alejarse del tráfago de la vida cotidiana; su quehacer constituye una válvula de escape para sus sentimientos y su imaginación; pero el hombre que no puede ser teatrista porque carece del don de la facultad creadora, también encuentra en el teatro la manera de fugarse de todas las tensiones a que comúnmente se ve sometido.

Ante la imposibilidad de crear una obra de teatro, el hombre común y corriente canaliza sus sentimientos y sus ideales que siente inasibles; también encuentra en el teatro el medio de evadirse de la monotonía, por una parte, y de las presiones de la vida por otra, aunque en distinta forma que el teatrista.

El teatro cumple una importante función: allí suele sublimar el hombre todo lo que de trágico o grotesco tiene la vida. La obra de teatro es un jirón, un fragmento de la realidad salvado del influjo de la temporalidad, rodea al hombre, es parte de su propia vida; en el teatro se expresan inquietudes, anhelos, sueños, rebeldías, agonías y fracasos.

Todo este cuadro -con muchos más ingredientes- se pintó durante una semana en El Argentino de Teatro, el encuentro organizado por la Dirección de Cultura de la Universidad Nacional del Litoral del que, ya concluido, nadie puede dudar: fue un éxito. En siete jornadas consecutivas, las puertas del Teatro Municipal 1º de Mayo se abrieron para recibir al público santafesino, que desde hacía mucho tiempo no contaba con la oportunidad de poder apreciar espectáculos de alto nivel teatral. De la mano de Griselda Gambaro, Alicia Zanca, Mauricio Kartun, Alfredo Catania, Eduardo Pavlovsky y Lorenzo Quinteros, entre otras figuras de la escena nacional y de Centroamérica, el encuentro permitió recorrer la amplia y diversa gama de producciones contemporáneas.

Más de 3.000 santafesinos dijeron presente en las salas Marechal y Mayor, lo que da cuenta de esa intensa tradición local que creció desde hace tiempo.

Excelencias

El Argentino de Teatro no podía empezar mejor. Con la dirección de Alicia Zanca y protagonizada por Ingrid Pellicori y Horacio Peña, se inauguró el encuentro con "Pedir demasiado", obra escrita por Griselda Gambaro cuyo contenido conduce hacia el dolor. Una mujer y un hombre se encuentran para evocar, desde el presente, el pasado. En aquel pretérito, los recuerdos se amalgaman con las propias voces internas de los personajes, con aquello que se murmura casi con timidez o con vergüenza. Con estos elementos, Gambaro construye una pieza poética de carácter sumamente intimista (como las propias evocaciones). Inmersas cada una de estas criaturas en ese universo, casi no se conectan entre sí, casi no se escuchan ni se tocan. Las voces internas son las que determinan los pasos de la acción dramática, las que marcan el tempo de un espectáculo basado en ese susurro.

Alicia Zanca construye una delicada puesta en escena en donde sobresalen los trabajos de sus dos actores. Ingrid Pellicori es una actriz realmente exquisita que transita una cuerda que instala un puente íntimo e intenso con el espectador. No se queda atrás Horacio Peña, componiendo con excelencia un personaje de difícil resolución.

Sobre los espectáculos "Lo sabían los tres", de la Comedia Universitaria, dirigido por Silvia Debona, y "Lo mismo que el café", de La Máscara de Rafaela dirigido por Marcelo Allasino, hemos escrito ya en las páginas de El Litoral. Cabría agregar que en ambos casos, debieron realizar dos funciones debido al éxito alcanzado en sus presentaciones.

"Hasta la exageración (o ir nada más que hasta el fondo)", presentada por el Grupo Hijos de Roche de Rosario, dirigido por Romina Mazzadi Arro, y "Quinotos al rhum", que llegó con el Grupo Segundo Triunvirato bajo la conducción de Gonzalo Marull, autor de la obra, ratificaron sus excelencias -también consignadas críticamente en nuestras páginas- en funciones ampliamente celebradas por el público local. Que no dudó tampoco en aplaudir la enorme labor interpretativa de la actriz tucumana Paula Giusti, en el unipersonal "Crónica de la errante e invencible hormiga argentina", de Carlos Alsina.

Alta poesía

Desde Costa Rica llegaron dos espectáculos. "La hoja del aire" es una adaptación del santafesino Alfredo Catania de la novela del costarricense Joaquín Gutiérrez. Se anticipaba como un montaje que muestra lo más profundo y patético de la existencia, a través del personaje Alfonso Agüero. Luego de sufrir constantes fracasos, hambres y penurias en el intento de hacerse actor en México, Agüero vuelve a Costa Rica de donde había salido 30 años atrás.

La pieza tiene alta dosis poética y permite el lucimiento de "Pato" Catania, quien hace más disfrutable su labor porque camina con soltura por los registros de la tragedia, el drama y la comedia, apoyado en una postura corporal que plasma su rol y transitando por la reflexión desde la actuación. Hay que agregar que desde la dirección del montaje, Catania no deja cabos sueltos y trabaja en forma conceptual, potenciando la obra y logrando que el público se sustancie con el texto desde el comienzo.

El otro espectáculo fue "El Nica", una historia basada en hechos reales, escrita, dirigida y protagonizada por César Meléndez, con producción general de Teatro La Polea de Costa Rica. Meléndez dio testimonio de una sólida preparación actoral colocada al servicio de una historia con honestos objetivos de denuncia, pero desdibujada por su extensión y un mensaje por cierto confuso.

"Unidad Básica", de Pompeyo Audivert, cautivó a críticos y espectadores a partir de una estupenda estructura dramática, consustanciada por el devenir histórico de los argentinos. Un lenguaje propio del peronismo, agudo en la observación y con una partida de truco para el recuerdo, son el sustento de una propuesta enriquecida por la solidez de un elenco sin fisuras.

La cátedra del maestro

¿Importa contar la historia de "La muerte de Marguerite Duras"? Definitivamente, no. Importa (y es una obligación) expresar que la interpretación de Eduardo "Tato" Pavlovsky fue de antología. Con su increíble capacidad expresiva en todos los registros, desplegó su talento incomparable en la recreación de un hombre -tal vez él mismo- que a los pesares propios del mero existir opone un talante heroico. El espectador no puede apartar de él la mirada, los movimientos del cuerpo y la voz, que puede variar con indiscutible versatilidad.

La presencia de Pavlovsky permitió a los espectadores de El Argentino de Teatro asistir a una verdadera cátedra de actuación, a la que resulta difícil encontrarle calificativos. Quedará en la memoria. Para siempre. Porque en la escena dejó parte de su vida, pero con una mano en el corazón.

Y el cierre no podía ser mejor: la actuación de Lorenzo Quinteros en "El resucitado", dirigido por Roberto Villanueva, espectáculo apreciado en el mítico Teatro Arena allá por 1984 pero que adquirió a pesar del tiempo transcurrido una vigencia inusitada. La enorme entrega del actor, bien secundado por Daniel Zaballa, logró que este Argentino de Teatro se cerrara como se inauguró: con el aplauso encendido de los espectadores.

El acontecimiento se realizó con el apoyo de la Subsecretaría de Cultura de la Municipalidad de Santa Fe, la Secretaría de Cultura de la provincia de Santa Fe, Amiun (Padrino de la Universidad), el sanatorio Garay y Previsol AFJP.

Roberto Schneider





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