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De populistas y estadistas 17 -03-2022
El subsidio a los cortes de energía



A mediados del año pasado, Darío Martínez avaló las rebajas de 28% de tarifas ya subsidiadas, extendiendo a 3,1 millones de usuarios de gas -por ley que impulsó Máximo Kirchner- el beneficio a “zonas frías”. Hasta hace tres semanas, el secretario de Energía de la Nación se jactaba de que el acuerdo con el FMI contemplaría aumentos de no más del 20% en las facturas de energía; ahora afirma que el ministro Martín Guzmán no le da plata y que no podrá importar barcos con GNL.

 

Sin gas se encarece la prestación de las usinas térmicas de electricidad, que pasarían a “modo gasoil” encareciendo su operación. Pero el gasoil tampoco alcanza y Martínez dice no tener fondos para importar los 17 barcos con ese combustible, indispensables para alimentar las generadoras de electricidad. 

 

El invierno acecha a la producción industrial, pero también a la calefacción en los hogares. Por ahora el Instituto Patria no acusó a la Casa Rosada por la baja del río Paraná, que hizo mermar la producción hidroeléctrica a sus mínimos históricos.

 

El gobierno gastó en subsidios energéticos el año pasado $ 1,1 billón, es decir unos U$ S 10 mil millones. Si en lugar de un populista hubiera habido un estadista al frente del gobierno, la Casa Rosada tendría al menos el primer tramo del promocionado gasoducto Néstos Kirchner, cuyo costo estimado -para llegar desde Vaca Muerta hasta Salliqueló, en Buenos Aires- es de U$ S 1.566 millones.

 

Con la segunda etapa ya terminada, incluso el país haría realidad su “soberanía” energética y podría exportar gas a Brasil y Chile, generando las divisas que hoy no tiene y garantizando producción fabril y calidad de vida en los hogares.

 

La invasión rusa a Ucrania dejó al mercado de los barcos con GNL en el centro de la demanda internacional y con precios exorbitantes. Pero la Argentina del gas disponible en Neuquén, la provincia de la que es oriundo Martínez, no hizo las obras. Peor aún, el ministro recibió la demanda de los gobernadores del Norte Grande para que subsidie tarifas eléctricas a “zonas calientes”.

 

¿Dónde enchufaría la pretensión de esos mandatarios, de mayoría peronista? Una cosa es segura: las miradas estratégicas preelectorales  de Máximo no priorizaron las ayudas económicas a los más pobres del norte argentino. Allí los votos al Frente de Todos ya están descontados.

 

Martínez es el mismo funcionario que pilotó -junto al diputado  santafesino camporista Marcos Cleri- el fin de la ley de promoción de biocombustibles, a favor de una promoción a los hidrocarburos.

 

Mientras el mundo marcha al mercado de carbono y a las energías verdes, el cristinista avaló el subsidio a las petroleras, entronó al gas como “combustible de transición” y le puso un cepo al etanol de maíz que se produce fundamentalmente en Córdoba y al biodiésel de soja que se fabrica en Santa Fe.

 

Juan Schiaretti se quejó con virulencia; Omar Perotti se sumó más tarde. Juan Manzur no dijo nada; el etanol de caña quedó al margen de los recortes legales.

 

Tal vez el secretario de Energía pueda volver sobre sus pasos, promover más cortes “bio” al gasoil y las naftas en surtidores (hay capacidad ociosa en Córdoba y Santa Fe) y liberar el combustible hidrocarburífero líquido para sustituir el gas que alimenta a las usinas térmicas.

 

Aún así Martínez tendrá que explicar qué tan buena es la tarifa subsidiada “para todos y todas”, de energía que el país no puede producir “por culpa de Guzmán”... o de Ucrania, porque el invasor Putin no existe en la nomenclatura kirchnerista. 



 




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