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La política en foco

El difícil contexto que genera la crisis

La industria santafesina muestra números que reflejan la peor caída de la última década.

José E. Bordón

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Los datos de la realidad que vivimos los argentinos no sólo son difíciles de disimular sino que mensualmente suman preocupación. Santa Fe no escapa a la evidencia del país, porque cuando la caída se generaliza, todos los sectores se complican. Nuestras economías regionales propias (lechería, granos, carne e industrias) tienen cifras concretas. La lechería no encuentra su lugar, las retenciones a las exportaciones granarias disminuyen el horizonte de productores y procesadoras. La carne parece estar mejor preparada para enfrentar los desniveles del mercado pero la industria, de casi todos los perfiles, va ingresando al cono de sombra que parece interminable, y lo será aún más porque una crisis llega muy rápido pero se sale después de muchos años.

En el tercer trimestre de este año, la industria santafesina cayó un 5,5% interanual, según el informe del Centro de Estudios de Comportamiento Industrial (Ceci) de la Unión Industrial de Santa Fe (UISF). Es la caída más profunda medida por la entidad en los últimos años. Entre los puntos más relevantes de este trabajo, se destaca que “la recesión industrial observada en el orden nacional y provincial se manifiesta con plenitud en nuestra región”. Además, por segundo trimestre consecutivo el set de indicadores relevados confirma la coyuntura negativa de la industria regional. Y que el uso de capacidad instalada en nuestra región disminuyó de 66 a 62 por ciento.

En cuanto a la ocupación de recursos humanos, “se debilitó levemente en el tercer trimestre en un 0,7 por ciento y se deterioró la cartera de pedidos y por tanto, las expectativas de las empresas”. En tanto, el costo unitario de producción registró en el tercer trimestre de 2018 una manifiesta aceleración alcanzando un ritmo promedio de 44% interanual, muy por encima de lo ponderado por este mismo trabajo en períodos anteriores. Se puede incorporar a la evaluación que cayeron los préstamos al sector privado y los actuales elevados niveles de tasas de interés resultan nocivos para el desarrollo y oportunidades del sector productivo.

Otro dato ayuda a entender este momento: en 2018, en Santa Fe provincia cerraron 240 fábricas. Y, actualmente, 210 empresas tramitan procedimientos preventivos de crisis ante el Ministerio de Trabajo provincial, mientras 16.000 trabajadores enfrentan la incertidumbre sobre su continuidad laboral. El vicepresidente de la Fisfe, Alejandro Taborda, sostuvo días atrás que “esto es un síntoma, un llamado de atención por lo que están pasando preferentemente el sector Pyme y el comercio”.

Las empresas en emergencia corresponden fundamentalmente al sector metalúrgico, gastronómico y comercial. Del total, 101 procedimientos preventivos son de inicio reciente y 109, a prórrogas de años anteriores. Lo grave es que en lo que va de 2018 ya se iniciaron la misma cantidad de expedientes que en 2015 y 2017 juntos.

“El consumo no crece, y si la industria y el comercio tienen 40% de caída de actividad, sobra personal y a las empresas se les hace cada vez más difícil afrontar salarios e impuestos. Ni hablar de las tarifas. El ministro de Economía muy suelto de cuerpo dice que las tasas de interés bajarán cuando disminuya la inflación y tenemos 12% incremento de combustible, energía, gas”, insistió Taborda.

La situación productiva y laboral, según la evaluación del gobierno provincial, de los gremios y de las empresas, es muy preocupante. Las firmas Electrolux, General Motors, Honda Guerrero, Helvética de Cañada de Gómez, Síntesis Química de Fighiera, Vasalli de Firmat, Metalsur de Villa Gobernador Gálvez, entre otras, fueron y son noticia por adelantamiento de vacaciones, suspensiones o directamente el cese de la producción, dejando a cientos de trabajadores y sus familias en condiciones de incertidumbre, angustia y precariedad. Todo lo descripto significa que hasta el final del primer trimestre de 2019 todo puede seguir igual. O peor.



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