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Pedido desesperado de un padre

“Que el Estado me ayude a salvar a mi hijo”

Lo dice Claudio Céspedes, padre del joven a quien le hallaron estupefacientes en su domicilio.

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“Se entendió que la droga de mi hijo era para consumo personal y no para vender”, refirió Claudio Céspedes.

Foto: Danilo Chiapello

 

Danilo Chiapello

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El jueves de la semana pasada la Policía Federal realizó un allanamiento en Guadalupe, el que dejó como saldo el hallazgo de gran variedad de drogas y la detención de un joven, de 22 años. Pero dicho operativo dejó al desnudo dos graves cuestiones: por un lado el drama de una familia con un hijo adicto. Y por otro, el tema de las fiestas electrónicas y el fácil acceso al consumo de estupefacientes

Claudio Céspedes (44) es el padre del muchacho involucrado. El más que nadie conoce cómo fue ver a su propio hijo descender al infierno. Por eso hoy, después de varios intentos fallidos, pide ayuda para rescatarlo. “Se debe hacer algo urgente antes que termine muerto”, dice.

“Lo primero que quiero decir es que el procedimiento de la Policía Federal fue perfecto. Actuaron de modo profesional. Entraron a mi casa pidiendo permiso, se manejaron siempre con respeto todos, desde el primer oficial hasta el encargado del operativo”, relató en diálogo con El Litoral.

Fiestas electrónicas

Buscando un orden cronológico del problema, Céspedes señaló que “mi hijo viene con un problema serio de adicción desde que tiene 18 años. Todo comenzó hace un año y medio cuando comenzó a asistir a las fiestas electrónicas. A partir de ahí se agravó en todo sentido”.

“Él es mayor de edad. Las veces que hemos querido impedir que salga, él se nos rebela y nos dice: ‘Me voy y no me ven más’. Él se suele ir los viernes a una fiesta y recién vuelve el martes, en un estado calamitoso. Consumido y descompuesto. Me dice ‘hace dos días que no como nada’.

“Una de las últimas veces lo llevamos a un centro de salud de acá del barrio porque tenía un dolor en el pecho. Cuando la doctora lo vio nos dijo directamente que estaba ‘pasado’ de todo. Nos derivó a que hagamos una consulta para hacer una rehabilitación. Pero él cada vez que lo queremos llevar, no quiere y vuelve otra vez a eso de que no lo vamos a ver más.

“Aunque parezca terrible hace un tiempo opté por dejarlo dentro de mi casa para que consuma acá. Todo esto pese a que tiene hermanos más chicos. Prefiero que consuma en casa antes de que se vaya y me lo traigan muerto”, sentenció.

Nada oculto

“Lo que se encontró en el operativo estaba todo a la vista, nada oculto. Él tenía al lado de su cama una cajita de seguridad donde guardaba sus drogas. A mí me quedaba eso de dejarlo acá o que termine muerto”, prosiguió.

“Esto es una desgracia para toda la familia. A causa de este problema mi señora está medicada porque padece picos de presión emotiva. Todos estamos afectados”.

“Caranchos”

Más adelante el hombre narró un padecimiento “extra” que le significó soportar el hostigamiento de varios abogados “caranchos” que se ofrecieron para defender a su hijo.

“Ese mismo jueves a la noche me llamaron un montón de abogados penalistas. Me pedían 20 mil dólares para agarrar la causa. También un abogado de Entre Ríos. Me decían que mi hijo se iba a ‘comer’ como mínimo seis meses preso. Como yo esa plata no la tengo, recurrí a mi familia para que me compraran un pasaje a Buenos Aires (la causa se inició en esa ciudad). Mi hijo entró a tribunales de Buenos Aires el viernes a las 7 de la mañana junto conmigo. A las 8.30 lo ponen en contacto con el defensor público y luego mi hijo declara hasta la 13.30. El defensor oficial me dice que habían pedido la excarcelación y que el juez estaba de acuerdo. Que como nosotros colaboramos, no había riesgo de fuga. Finalmente a las 14.30 me dicen que me lo tenía que llevar. Yo, sin abogado, ni nada. Me dicen que lo liberan, que me volviera con él a Santa Fe y que la causa iba a seguir como Tentativa de Contrabando. Quedó claro que la droga era para consumo personal y no para comercializar”.

Tratamiento

Por último, Céspedes señaló que “nosotros no podemos afrontar los gastos de un tratamiento privado. Somos una familia humilde y de trabajo. Mi señora es peluquera y yo trabajo en una mueblería. Yo a partir de que él empezó con este problema inicié un emprendimiento con el de fabricación de muebles a medida. Lo hice para mantenerlo ocupado. De ahí es de donde él sacaba el dinero.

“En este punto quiero aclarar algo: él compró los estupefacientes a su nombre, lo pidió a su domicilio, con su clave fiscal y lo pagó con su caja de ahorro. Imaginen que si estaría contrabandeando no daría esos datos.

“Yo cuando declaré pedí que el Estado me diera los medios para poder recuperarlo. Con mi señora llegamos a pensar que lo preferimos preso, antes que muerto”, culminó.

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Un momento del allanamiento que la Policía Federal realizó el jueves pasado en Lavalle 6800.

Foto: El Litoral/archivo

Descontrol en casaquintas

En otra parte, Céspedes detalló cómo fue el ingreso de su hijo al submundo de las drogas.

“El drama se inició con los amigos. Primero lo descubrimos con marihuana y entonces él nos decía que ‘no pasaba nada... que con la marihuana no hay peligro’. Después comenzó a participar todos los fines de semana en fiestas electrónicas. Allí empezó a consumir éxtasis, LCD, en fin... cualquier cosa.

“Esas fiestas siempre son en Santa Fe. Hay muchas que se hacen en Sauce Viejo, otras en la zona de la costa, otras en zona norte. La mayoría se hacen en casaquintas. Nadie se entera de nada porque se organizan por lo bajo. No se publican en los medios. Todo se hace por redes sociales. Entonces vos no sabés dónde buscar a tu hijo. No sabés a quién preguntar. Después a los dos o tres días aparece”.



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