Resistencia múltiple en malezas
Otro golpe a la competitividad de la soja
La REM de Aapresid dio cuenta de un biotipo de yuyo colorado con resistencia a tres tipos de herbicidas. El camino de la entidades del sector con respecto a las nuevas tecnlogías.
Pablo Adreani
Esta semana, la Asociación de Productores en Siembra Directa (Aapresid), a través de su Red de Conocimiento de Malezas Resistentes (REM), dio a conocer una noticia en escala de alerta rojo: se han encontrado plantas de yuyo colorado en un biotipo en el norte de Santa Fe con resistencia múltiple a glifosato, 2,4 D y dicamba.
La entidad generó la misma alerta para el caso del nabo o nabillo en el sudeste de Buenos Aires, con resistencia a inhibidores de ALS y a 2,4 D. La mala nueva se puede interpretar como una noticia agronómica y tecnológica; sin embargo, para quienes analizamos la competitividad del agro en la Argentina, y de la soja en particular, se trata de un tema de suma gravedad por afectar la productividad al principal cultivo de nuestro país.
La competitividad argentina está siendo amenazada no por los farmers americanos, o por los fazenderos de Brasil; estamos siendo amenazados por nuestra propia incapacidad para atacar y solucionar los problemas.
Los productores, alegremente, piden por una devaluación o por una eliminación de las retenciones cuando, consecuencia de los mayores costos y pérdidas de productividad por las malezas resistentes, pierden dos mil millones de dólares anuales. Y por otro lado, se resisten a pagar por las nuevas tecnologías, por las nuevas variedades de soja, resultado del mejoramiento genético y años de investigación y desarrollo por parte de las empresas semilleras, cuya adopción pueden solucionar en parte sus problemas, como el caso que nos ocupa.