“Seguimos los pasos lógicos de una banda que está recién en su primer disco”. afirma el ex delantero de Boca, hoy devenido en vocalista. Foto: Gentileza producción/Carlos Javi Photography
Ignacio Andrés Amarillo
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A fines de 2016, Pablo Daniel Osvaldo decidió su retiro definitivo de las canchas y concretó un viejo proyecto: lanzar Barrio Viejo, una banda de blues y rock and roll bautizada con el título de una canción de “La 25”, con la que debutó en octubre en un bar del barrio Gótico de Barcelona.
Con ellos compuso y grabó un primer disco, “Liberación”. Hoy, la formación tiene base en la Argentina y además del ex delantero (voz y guitarra) la componen Agustín Blesa D’Angelo y Julen Arruabarrena, en guitarras; Taisén Martín, en bajo y contrabajo, y Sergio Vall, en batería. Juntos recorren escenarios grandes y chicos, y llegarán este domingo a Santa Fe para presentarse en Tribus Bar & Arte (Pedro Vittori 3523): la jornada empezará a las 19. Como bandas invitadas participarán Las Flores Blues, Súper Bass y Nuvla, y las entradas están a la venta en dicho club de música y a través del sistema Ticketway.com.ar.
Salto al vacío
Antes de su paso por la ciudad, Osvaldo dialogó con El Litoral para contar más sobre este cambio de vida y proyecto.
—Tenías una pasión por la música y el género. ¿Cómo fue ese momento de decir: “Ya tengo 30 años, decido dejar el fútbol y le meto todas las pilas a esto”?
—La verdad es que fue algo que siempre rondaba por mi cabeza: me gustaba la música y el rock and roll. Jugando en el Espanyol de Barcelona conocí a los pibes allá, y hablando con Agustín (que es de Santa Fe) decidimos que cuando dejara de jugar íbamos a hacer la banda. Un día fui y le dije que no jugaba más, y armamos la banda (risas). La idea estaba pensada, pero no sabíamos cuándo iba a ser. Cuando tomé la decisión lo hablamos con los chicos y me metimos para adelante.
—Por un lado fue como tirarse a la pileta, y por otro un cambio de disciplina pasar del deporte a la música.
—Sí, obvio, creo que por eso decidí dejar de ejercer mi profesión anterior para dedicarme a esto; son dos profesiones que no son compatibles entre sí. El cambio es grande, pero con la suerte de tener una banda con mis amigos y de divertirnos aunque tomándolo como un proyecto serio... Cuando tenés una banda entre amigos y hacés lo que te gusta deja de ser un trabajo; pero nosotros lo tomamos con esa seriedad, como si lo fuese (risas).
Portación de nombre
—¿Cuánto sentís que te ayudó ser una persona conocida (tener amigos, contactos, conocer a los integrantes de La 25) a arrancar una banda de cero? Ser “la banda de Osvaldo” te da una cierta exposición mediática.
—En realidad eso mucho no lo utilizamos, porque si bien la gente dice “la banda de Daniel Osvaldo” siempre ponemos Barrio Viejo, y las notas no las hago siempre yo, las hacen los chicos. Queremos que se imponga el nombre de Barrio Viejo. Es lógico que la gente te asocie porque te conoce, y eso te da una cierta posibilidad de que te vengan a ver al menos para ver “qué onda”. Pero eso también lo tomamos muy seriamente, es un arma de doble filo: al sentirse la gente curiosa, y atraer por el nombre, si al final cuando vienen hacemos cualquier cosa no tiene mucho sentido. Por eso le metemos seriedad al proyecto.
—Por ahí, eso te puede llevar a un escenario como el del Cosquín Rock, como estuvieron, y después durante el año...
—Después tocamos en barcitos, en lugares típicos de un grupo que recién comienza. Seguimos los pasos lógicos de una banda que está recién en su primer disco.
—Hay que salir a defender los trapos noche a noche, boliche a boliche.
—Sí, es lo que más nos gusta: tocar, mostrarle a la gente nuestra música y que ellos después decidan, que bailen, se diviertan. Darles un momento de alegría, porque cuando uno va a ver una banda la quiere pasar bien, así que tratamos de darle eso: mucho rock and roll, y algún que otro blues.
—Las primeras charlas con varios de los integrantes habían empezados por el blues, por viejas artistas como Howlin’ Wolf. El blues y el rock and roll, son género populares en la Argentina, y hay un público que te evalúa sobre qué hacés en la materia. ¿Qué devolución sentís de la gente de ese palo?
—Primero y principal lo hacemos por nosotros, nos gusta hacer un buen papel, buenas canciones, meterle mucha cabeza a cada canción, a cada blues, a cada rock and roll. No lo hacemos “para que guste a la gente”. La gente se sorprende cuando cae con “ahora éste quiere ser rockero” y se da cuenta de que los pibes de la banda la rompen, que suena bien, y la evaluación es positiva. Te puede gustar o no, pero cuando lo ves te das cuenta de que es el show de una banda que lo preparó. Tratamos de brindar un show que esté a la altura.
Escena argenta
—Ustedes se juntaron en Barcelona. ¿Cómo se reconfiguró esto cuando se decidió que la base sea Buenos Aires?
—Son de allá porque son amigos míos de cuando jugaba ahí. Era una banda con amigos, después se dio el caso de que los chicos tocaban allá, pero acá en la Argentina hay un under, un ambiente y un movimiento que en Europa no existe, la verdad. Entonces te adaptás mucho más a este país, porque todavía el under (si bien por ahí no es el que me tocó vivir, que era mejor) sigue existiendo. La gente se mueve, va a ver bandas nuevas. Allá en Europa no, entonces la decisión fue por eso.
Agustín vive allá, es argentino, de Santa Fe; el batero nuestro, Sergio, el percusionista también. Después están Julen y Tai que son españoles pero se vinieron y se recoparon. Estamos todos muy contentos.
—¿Por qué allá está tan difícil crecer para un artista?
—Hay diferentes otras movidas. Hay otras músicas, no existe un under de rock and roll.
—Siguen mostrando las canciones de “Liberación”. ¿Qué se viene para el futuro de Barrio Viejo?
—Ahora cuando terminemos esta gira (Rosario, Río Cuarto, Córdoba Capital y Santa Fe) nos metemos en el estudio a grabar siete u ocho temas nuevos: vamos a hacer maquetas para empezar a pensar en el próximo disco. Como estamos con ganas, estamos aprovechando estos momentos para hacer cosas y trabajarlas con lo que tenemos a disposición.