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De cinco premios Nobel

Un llamado contra la guerra

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Pérez Esquivel, Shirin Ebadi, Lech Walesa , Rigoberta Menchú y Arias Sánchez participaron en Rosario del ciclo “Voy por la paz” Foto: Gentileza

 

Germán de los Santos

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Corresponsalía Rosario

Cerca de las 9 de la mañana, policías de la Tropa de Operaciones Especiales (TOE) cerraron las calles del microcentro de Rosario. Las sirenas de las motos y los patrulleros alertaban de que algo poco común pasaba. Nadie pensaba que era algo bueno, por ese reflejo maldito que se incrustó en la memoria durante los tiempos violentos.

De las combis oscuras, con vidrios polarizados, empezó a bajar gente que nadie conocía, pero que ante semejante despliegue paralizó a quienes transitaban el centro de Rosario y sobre todo a la moza del bar El Cairo, que creía que Angela Merkel estaba en Rosario, porque los televisores mostraban que la canciller alemana había arribado a la Argentina.

“Son los premios Nobel”, aportó un cliente informado que leía un diario en la mesa contra la ventana y seguía con la moza el desembarco en Rosario de los cinco premios Nobel de la Paz el polaco Lech Walesa, la iraní Shirin Ebadi, el argentino Adolfo Pérez Esquivel, el costarricense Oscar Arias Sánchez y la guatemalteca Rigoberta Menchú Tum.

Hablar de paz no aglutina multitudes. Pero es la primera vez que personalidades que recibieron este galardón pisan suelo santafesino, por iniciativa de la Fundación para la Democracia Internacional, que dirige el empresario Guillermo Whpei.

El mundo atraviesa un momento bisagra, con una etapa centrada otra vez en el rearme de las potencias. Y el futuro parece frágil. La paz siempre fue efímera a lo largo de la historia, resumirá luego uno de los conferencistas. En ese punto centraron sus miradas los ganadores del premio Nobel. Pero también en las contraindicaciones de un capitalismo salvaje, que agrieta la desigualdad, la pobreza y la corrupción.

Coincidencias y discrepancias

Las coincidencias fueron bastantes entre los premios Nobel, pero también las miradas diferentes, y el disparador de la disonancia fue la crisis en Venezuela, que generó un contrapunto entre Pérez Esquivel y Arias Sánchez.

Guillermo Whpei, presidente de la Fundación para la Democracia Internacional, fue quien planteó la consigna para la charla. Advirtió que “la gente piensa que, si no hay guerra, hay paz. Pero cuando hay pobreza, marginación, xenofobia, hambre, falta de educación, falta de inclusión, eso también es falta de paz‘.

Pérez Esquivel, quien por ser local ejerció como una especie de anfitrión con sus colegas, abrió el debate con la frase: “La paz no se regala, se construye como la democracia”. El presidente del Consejo Honorario del Servicio Paz y Justicia América Latina, quien obtuvo el premio Nobel de la Paz en 1980 por su compromiso con la defensa de la democracia y los derechos humanos durante la dictadura, consideró que “actualmente en América Latina hay muchos problemas, porque se agudizó la exclusión social, la pobreza, la marginalidad y los conflictos armados‘.

Rigoberta Menchú, la líder indígena guatemalteca que ganó el premio Nobel de la Paz en 1992, avanzó con su mirada sobre el miedo y la necesidad de romper con esa idea de que para participar “hay que pedir permiso”. Y profundizó sobre el negocio del armamento y de la guerra.

“La violencia es una industria que tiene rendimiento económico para ciertos sectores. La industria armamentista en el mundo no sólo siempre triunfó sino que lo va a seguir haciendo, porque la población se deja amedrentar por el miedo, por la indiferencia y por el ocultamiento de la verdad”, apuntó la ganadora del premio Nobel de la Paz en 1992 por su lucha por la justicia social y los derechos de los indígenas.

El polaco Lech Walesa consideró que “es importante leer bien lo que el tiempo nos enseña y realizar el diagnóstico correcto. No debemos olvidar que la democracia se compone de tres elementos: las leyes y la constitución de cada país; el comportamiento de las sociedades cuando van a votar y la riqueza de las sociedades, que es una chequera”.

El histórico líder gremial, cofundador de Solidaridad, el primer sindicato libre en el Bloque del Este, quien ganó el Premio Nobel de la Paz en 1983, concluyó: “Si se quiere mejorar la democracia, hay que entender cuál de estos aspectos hay que mejorar”. Las complicaciones con su traductora hicieron difícil comprender lo que el ex presidente polaco trataba de hilvanar.

Venezuela

A su turno, Oscar Arias Sánchez, el ex presidente de Costa Rica y ganador del premio Nobel de la Paz en 1987 por participar en los procesos de paz en los conflictos armados de América Central de los años ochenta, reconoció que “en la historia de la humanidad hemos vivido sólo instantes de paz, que ha siempre sido efímera.

“No siempre los conflictos se pueden solucionar con el diálogo, aunque el uso de la fuerza debe ser el último recurso. Pero en América Latina nuestro principal enemigo es la pobreza”, afirmó el ex presidente de Costa Rica, que fue clave en el proceso de paz en Centroamérica.

Arias se centró luego en la crisis de Venezuela. “El chavismo le hizo mucho daño a su gente‘, insistió y opinó que no existe en el mundo un gobierno tan “dañino” para su pueblo como el que comanda Nicolás Maduro. Admitió avances en la distribución de la riqueza, una meta que, en su opinión, se alcanzó “destruyendo la economía”.

Pérez Esquivel aclaró que el gobierno de Maduro “no es dictatorial”, sino “constitucional” y que está siendo atacado por Estados Unidos, que no quiere “perder su patio trasero”. “El chavismo avanzó en superar la pobreza, el hambre y la desigualdad. Nunca agradó a Estados Unidos”, reseñó el argentino.

 

Palabra de Ebadi

Uno de los discursos más interesantes y más punzantes fue el de la abogada iraní Shirin Ebadi, quien fue la primera mujer musulmana en recibir un premio Nobel en 2003 por su lucha por los derechos humanos.

Ebadi analizó que “existe un nuevo auge de las guerras porque aumenta la cantidad de clientes que compran armas”. Y se centró en la situación de Medio Oriente, donde según sostuvo “desde hace años hay cada vez más zonas de conflicto por rivalidades entre los que financian Arabia Saudita e Irán. Estados Unidos apoya al primero y Rusia a Teherán”.

“Hasta el año pasado las principales causas de muerte en esa región eran las guerras y el terrorismo, pero ahora es también el hambre. Hay una pobreza extrema en países muy ricos, que tienen petróleo. Esto tiene que ver con la corrupción de la clase política”, señaló la jurista iraní.

Ebadi entrelazó ese panorama con la crisis de los refugiados. “Muchos ciudadanos arriesgan sus vidas para huir y llegar a Europa. Diariamente hay inmigrantes que mueren ahogados en el Mediterráneo. En el primer año de esta crisis los gobiernos europeos aceptaron a los inmigrantes pero ahora cerraron sus fronteras. Los que llegan a Europa viven como refugiados en campamentos que tienen condiciones inhumanas. Esta situación es terrible”.



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