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Sobre la absurda reflexión de un actual coordinador de inferiores...

“Una sombra ya pronto serás”

El autor de esta nota realiza una profunda reflexión respecto de los dichos de quién actualmente comanda el fútbol infanto-juvenil de uno de los clubes grandes de nuestro país. Imperdible lectura.

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Diego Armando Maradona, una de las cinco grandes estrellas de la historia del fútbol mundial. Su nacimiento, niñez y adolescencia estuvieron enmarcados en un ámbito de pobreza, marginalidad y carencias de todo tipo. En la foto, junto al autor de esta nota y Abelardo Carabelli, tres integrantes del equipo campeón del mundo en Japón, cuando Colón los homenajeó en 1979.

Foto: Archivo El Litoral

 

Rubén Rossi (*)

“Para tener jugadores inteligentes hay que hacer que los chicos estudien. Eso es innegociable, el chico que no va a la escuela no puede jugar en este Club”. (Un actual coordinador de divisiones inferiores).

En principio quiero dejar bien fijado mi sentir, considero a la educación escolar como un componente imprescindible en el proceso formativo de toda persona y hago como propias las palabras que a continuación expongo: “El niño tiene derecho a recibir educación, que será gratuita y obligatoria por lo menos en las etapas elementales. Se le dará una educación que favorezca su cultura general y le permita, en condiciones de igualdad de oportunidades, desarrollar sus aptitudes y su juicio individual, su sentido de responsabilidad moral y social, y llegar a ser un miembro útil de la sociedad”. (Principio VII de la declaración de los derechos del niño 20 de noviembre de 1959).

Aclaro que no intento denostar, ni criticar, ni polemizar con este coordinador en cuestión, por eso mismo omito su nombre, sino que lo que procuro es desentrañar los conceptos por éste vertidos, que como mensaje por lo menos, me resultan a priori un tanto desatinados, completamente desacertados y sobre todo vacíos de fundamentos.

Cuando un chico arriba en nuestro país a una institución deportiva para actuar en sus divisiones inferiores, no es sometido a un examen para determinar su CI, ni se lo evalúa teóricamente exigiéndole que realice una monografía sobre la obra de James Joyce y su monumental “Ulises”, sino que lo primero que se juzga son sus cualidades futbolísticas, cuya mayor manifestación es el talento, el cual de antemano no puede ser medido por cintas métricas, cronómetros u otro tipo de herramientas.

Debe quedar bien puntualizado que la obligatoriedad escolar en todo el país se extiende a partir del año 2014 desde la edad de cuatro (4) años hasta la finalización del nivel secundario, siendo una exigencia de los padres el cumplimiento efectivo de la educación hasta el nivel secundario, en ningún apartado de la Ley de Educación se hace una mención al compromiso que con este tema tienen los clubes. Éstos sí deberían tener la exigencia de proporcionar una estructura organizativa para que los chicos cumplan con sus obligaciones escolares, transporte, seguimiento, etcétera., pero bajo ninguna condición pueden suplantar la responsabilidad ineludible de los padres en estos menesteres educativos.

Quiero ahora exponer una situación posible para que alguien más inteligente que quien esto escribe la pueda explicar: qué hubiera sucedido si por ejemplo si en mi gestión de casi cuatro años como coordinador general de fútbol infanto juvenil de River Plate, el presidente del club me hubiera preguntado: “Gonzalo Higuaín, que termina de ser vendido del Nápoles a Juventus en más de 100.000.000 de dólares, ¿lo teníamos aquí en nuestro club?”. Y y yo le hubiera respondido: “Si era jugador nuestro, pero en séptima división lo expulsamos del club porque repitió tercer año y no quiso seguir estudiando”. Seamos serios y sinceros: no duraría en mi cargo ni un segundo por ser un incompetente en el más amplio sentido de la palabra.

Además, ¿que autoridad tendría yo como simple coordinador para impedirle a un chico, al que los malos gobiernos con sus casi inexistentes políticas sociales lo condenaron a la miseria y la indigencia, la única posibilidad que le brinda el fútbol de poder abandonar, él y toda su familia, esa situación social paupérrima, de la cual este chico es sólo una más de las tantas víctimas de un sistema perverso que advertimos desde hace muchos años en nuestro país?

Para esclarecer más aún la cuestión, habría que tomar en cuenta lo que explica muy bien sobre el tema de la inteligencia el catedrático de Harvard Graduate School, quien ganó el Premio Grawmeyer por su teoría a cerca de las “Inteligencias Múltiples” (Lingüística; Lógico-Matemáticas; Espacial; Musical; Cinético-Corporal; Interpersonal e Intrapersonal). Para exponer su teoría de manera escueta y puntual, podría enunciar lo siguiente: “El pibe Valderrama jamás hubiera escrito ‘Cien años de soledad', pero Gabriel García Márquez nunca hubiera podido ser el capitán de la selección colombiana de fútbol”.

El superlativo Osvaldo Bayer en el libro “Osvaldo Soriano, un retrato”, dice textualmente: “Si señalo los cuatro más grandes escritores argentinos, ninguno de ellos tuvo bachillerato: Domingo Faustino Sarmiento; José Hernández; Roberto Arlt y Jorge Luis Borges. No se puede ni se debe cercenar el talento que tiene un niño, sencillamente porque su rendimiento escolar no es el óptimo ni mucho menos. La auténtica tarea del docente vocacional consiste en descubrir cuál es esa inteligencia superior, esa competencia en la que el niño destaca, y potenciarla, como aquella vieja e ilustrativa historia en la que un hombre le dice a su amigo; “Mi hijo me trajo un diez en Dibujo y un uno en Matemáticas, así que le vamos a poner un profesor particular en Matemáticas”. Y el amigo con mucha sabiduría le respondió: “Por qué mejor no le ponen un buen profesor de Dibujo”.

Pregunto: ¿qué hubiera sido de ellos y del fútbol en general si se los hubiese excluidos por no concluir el secundario a Pelé; Corbata; Garrincha; Housemann; Romario; Ortega; Tevez y Diego Armando Maradona?, por sólo nombrar unos pocos. Un chico más allá de lo que establece la ley, tiene mil motivos valederos por el cual tiene que concurrir a la escuela y terminar el nivel secundario, pero no digamos la falacia que debe asistir a la escuela para desarrollar la Inteligencia Táctica, porque además de ser una mentira demagógica, puede terminar con un sinnúmero de talentos, algo que por estos lugares en la actualidad escasean.

Este coordinador también dijo en otro reportaje que “este club debe tener jugadores ganadores (¿?)”, a lo que me lleva a preguntar, ¿si no son “ganadores” pero sí excelentes estudiantes, seguirían en el club?, o, ¿cómo harían desde su preadolescencia (de por sí siempre conflictiva) para convivir con la abusiva presión de ser “ganadores” en el fútbol y en la escuela?

Mi amigo y admirado Jorge Valdano lo expuso magistralmente: “Los grandes jugadores parecen ser hijos de la miseria, de la pobreza. No tengo dudas que el próximo Maradona está aprendiendo a caminar por alguna villa de América del Sur o de África”. No dijo que estaría por surgir en uno de los países del Primer Mundo, de hecho cuatro de las “Cinco Coronas” indiscutidas del fútbol (Alfredo Di Stéfano; Pelé; Johan Cruyff; Diego Maradona y Lionel Messi) son sudamericanas, como para corroborar los dichos de Jorge.

Recuerdo que en una ocasión, mientras yo observaba por televisión un clásico del fútbol español entre Barcelona y Real Madrid, mi señora, que es docente, estaba corrigiendo los cuadernos de sus alumnos. En un momento, cuando terminó el partido, ella escuchaba y de reojo miraba cómo declaraban los jugadores de ambos clubes. En un momento, desde su ignorancia futbolística y su rabiosa vocación de docente, me increpó: “Ves, eso es lo que discutimos siempre. Mira cómo están prolijamente vestidos, como se expresan, la educación que tienen esos jugadores; eso es lo que yo tanto polemizo con vos en relación a nuestros futbolistas”. Yo la observé con ternura y sin mostrar el malestar que me causaba ese razonamiento tan minimalista, tan acotado, le respondí: “A la mayoría de estos muchachos, el Estado los custodió y protegió desde su nacimiento, ¿te imaginás si nuestros pobres chicos abandonados por un Estado la mayoría de las veces ausente, que no murieron de desnutrición, dengue o no los arruinó el paco por ejemplo, que el único cuidado que pudieron recibir partía del amor de sus padre, habrían sido cuidados igual que estos muchachitos que vos ahora destacas?.

“No pongo en tela de juicio la bondad ni lo positivo de un sistema futbolístico donde el jugador mejore su acervo personal todo. Desde la higiene de sus dientes y la atención de las uñas de sus pies, hasta su cultura y capacidad para el trabajo ciudadano. No lo pongo en duda y además lo apruebo calurosamente. No me burlo de la enseñanza del inglés en el plan de preparación de un equipo de fútbol, lo aplaudo. Me burlo de quienes suponen que enseñando ingles y despreciando el fútbol instintivo del jugador; pretenden hacer creer que están enseñando fútbol”. (“Dinámica de lo impensado” Dante Panzeri).

Desde estas ilustres reflexiones del genial Panzeri me tomo, para terminar, estos modestos y trasnochados filosofares y dejar bien aclarada mi postura. Un fútbol al borde de la bancarrota gracias a una clase dirigencial paupérrima, dentro de un país que no respeta, ni jerarquiza, ni cuida a sus docentes, en donde, además, los buenos ejemplos no abundan, en el que la solución de la desocupación, la marginación, la falta de trabajo y oportunidades son mera retórica de campañas políticas, nuestros jugadores surgidos en la mayoría de los casos en hogares que sufren todas estas desdichas, no obtendrán una “formación completa”, ¿por qué si no lo hacen le impidamos jugar al fútbol?. Un jugador no puede saber por qué combinar un saco azul con un pantalón gris por obligación, no puede ser prolijo, hablar bien y ser educado simplemente por la amenaza de esa “obediencia debida” que tanto mal nos ha hecho como país. Recordemos la siempre vigente sentencia del fabuloso pedagogo brasileño Paulo Freire: “En la cadena educativa existen tres eslabones fundamentales, el Hogar; la Escuela y el Club, pero estos dos últimos pocos pueden hacer si falla el primero”.

La educación es la llave que abre las puertas al futuro venturoso de un país, pero para que un niño pueda instruirse primero debe tener el estómago lleno, y para que esto suceda sus padres deben tener trabajo, viviendo en un país en serio donde la salud, la justicia y la cultura sea propiedad de la mayoría de sus ciudadanos, y en donde el fútbol además de un lugar de expresión y una hermosa excusa para ser feliz, deje de ser una “vía de escape” llena de dólares, la cual sin una buena formación, se termina convirtiendo la mayoría de las veces en un “callejón sin salida”, porque sin darse cuenta, ese jugador ahora famoso y millonario, termina reproduciendo una forma de vida ostentosa y lujosa, pretendiendo imitar a esos personajes ricachones que son los mismos que en el pasado lo condenaron a una niñez llena de todo tipo de privaciones.

(*) Campeón mundial juvenil en Japón 1979. Ex jugador de Colón y ex coordinador de Unión y Colón.

El pibe Valderrama jamás hubiera escrito “Cien años de soledad”, pero Gabriel García Márquez nunca hubiera podido ser el capitán de la selección colombiana de fútbol.

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En estos potreros, célebres y humildes lugares de esparcimiento y felicidad de los niños necesitados, salieron las grandes estrellas del fútbol mundial. Foto: Flavio Raina

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Carlos Tevez es otro ejemplo de vida con muchas privaciones. Nacido en una villa, seguramente tuvo una educación muy precaria y, quizás, incompleta. Es un triunfador gracias al fútbol. Foto: EFE

Mi amigo y admirado Jorge Valdano lo expuso magistralmente: “Los grandes jugadores parecen ser hijos de la miseria, de la pobreza”.



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