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Villa Dora campeón

El resultado del sacrificio

Jugadoras, entrenadora y dirigentes comentaron cómo fue jugar y ganar la Liga Argentina de Vóleibol Femenino.

El resultado del sacrificio

¡SE MIRA Y SE TOCA! Florencia Giorgi, Karina Suligoy y la entrenadora, Lorena Góngora, exhiben el premio por haber ganado la Liga Argentina de Vóleibol, junto a los directivos del Club Villa Dora, Adrián Ramseyer y Alcides Ambroggio, en nuestra redacción.

Foto: Flavio Raina

 

Luis Gudiño

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Para un club del interior ser campeón de una liga nacional es realmente difícil y solamente se puede lograr con un tremendo sacrificio, trabajo constante, energía para soportar muchas cosas y sortear inconvenientes que van surgiendo a lo largo del camino. Es que conformar un grupo humano de jugadoras que disfruten de entrenar, jugar y ser compañeras, contar con un cuerpo técnico capaz y sagaz... todo se complementa, como también tener muy buenos dirigentes y un público que te siga a todas partes. Y todo eso tuvo Villa Dora, y lo que lograron superó las expectativas.

En su visita a El Litoral, comentaron lo que vivieron y cómo lo vivieron.

Con mucha historia

La profesora Lorena Góngora, con una década enseñando vóley en Villa Dora, fue la primera en rememorar lo vivido con emoción: “Cuando llegué al club el proyecto arrancaba, llevaba dos años de que había empezado Guegué Combes con inferiores en formación, en desarrollo, y una primera que había ascendido de un nivel B a un nivel A en esta ciudad”.

“Me trajeron para trabajar en las menores y luego fui dando una mano con las más grandes. Comencé a entrenarlas, aparecieron Karina Suligoy, luego Maira Westergaard, y se fueron sumando. Lograron en este ciclo 7 campeonatos locales, una Copa Argentina, y como club nos planteamos la necesidad de tener una competencia distinta”, explicó.

“Jugamos la primera edición de la Liga Nacional con las chicas del club, tuvimos solamente dos refuerzos de Echagüe de Paraná, clasificamos para las semifinales y llorábamos porque no podíamos creerlo: salimos cuartas. Todo amateur, y año tras año apuntamos a hacer algo más profesional. Vimos que teníamos equipo y empezamos: terceras, segundas y ahora campeonas”, señaló.

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Marcar diferencia

“Queríamos ganarle a Boca, porque siempre nos ganó en todas las fases. Armar el equipo este año no fue fácil, no sabíamos si íbamos a jugar la Liga porque la parte económica era complicada, teníamos jugadoras que estaban comprometidas con otras competencias y no se podían igualar: Maira, en Europa; Julia Benet, con la selección de beach volley, y Elena Klug, que nos pidió no jugar este año para poder terminar su carrera: reemplazarlas no era fácil...”, señaló Lorena.

“Jugadoras como Flor Giorgi, Cande Herrera, Mica Fabiani, comenzaron a sumarse, llegaron Marcia Scacci, la chilena Chris Volphal, y pudimos ir tapando todos los huecos e inclusive ya contábamos con nuestra armadora, que fue la gran diferencia con el resto. Karina Suligoy se adaptó a no sólo jugar por las puntas y pudimos sumar por todos lados. Y yo siempre digo: si tu armadora no es inteligente, no podés jugar bien”, aseguró.

“Tuvimos resto físico”

Justamente, la capitana Karina Suligoy, indicó que “yo jugaba de atacante, pero cuando arrancó la Liga por una lesión empecé a armar y me fui acostumbrando”.

“Había muchas ansias por jugar esa final con Boca, teníamos la copa ahí y solamente había que ir a buscarla. Se juegue bien o mal había que sacar adelante el partido sea como sea”, agregó.

“Empezamos muy nerviosas, después nos acomodamos y terminamos ganando muy bien. Ellas no tenían más piernas, se notaba, el tie break lo ganamos dando todo lo que nos quedaba”, relató.

“Nunca pensamos que lo podíamos perder, siempre sabemos que levantamos. Si pudimos con Vélez 0-2 abajo, todo lo podemos hacer. Esta vez, ganamos dos sets seguidos, lo dimos vuelta y nos relajamos. Pensamos que era un 3-1, pero cometimos muchos errores”, añadió.

“Siempre pasó por nuestras manos el partido entero. Dependía sólo de nosotras”, dijo Karina y puntualizó que “en el tie break no tenían más nada, cometían errores porque no tenían resto físico y nosotras con el ‘cuchillo entre los dientes’, con el poyo de la gente que fue un jugador más, logramos el objetivo”.

“Cumplí un sueño”

La cordobesa Florencia Giorgi jugó su mejor partido en la final y aseguró que “fue una gran experiencia, había jugado Liga pero nunca a este nivel de profesionalismo, dedicándome 100 % a esto, trabajando duro, con todo un cuerpo técnico, dirigentes, todos abocados a esto”.

“Era una sueño para mí desde chiquita ganar la Liga, ahora lo cumplí. Yo no quiero jugar para equipos de Buenos Aires y quería lograrlo con un equipo del interior. Me decidí por Villa Dora por una cuestión de grupo humano, yo vengo de un pueblo, me gusta mucho el afecto, el cariño, y sabía que en otro lugar no lo tendría”, acotó.

“En Santa Fe, la gente me trató realmente muy bien, al principio no fue fácil, pero me adapté muy bien”, destacó Florencia.

"Luego de las vacaciones, me dedicaré de nuevo al club, a las chiquitas que yo entreno, ya que ahora se viene el encuentro de minivóleibol que organizamos nosotros. También voy a jugar los torneos locales, el Tres Provincias, y sobre todo, voy a retomar mis estudios, que los tengo bastante postergados y debo recibirme de una vez”.

Karina Suligoy

Capitana de Villa Dora

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Presente y futuro. Todos coincidieron en que este logro, fruto del trabajo sin pausas, abre muchas puertas para lo que se viene en el club santafesino.

Foto: Flavio Raina

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"Retorno a Córdoba, a seguir estudiando y completaré lo que queda del año jugando en mi equipo. Pero de todas formas eso deberá cambiar, porque se desarmó. Mi idea es proyectar para el año que viene venir a Villa Dora nuevamente, tengo muchas ganas, y ahora tal vez venga también mi hermana, de 17 años, que juega muy bien”.

Florencia Giorgi

Jugadora de Villa Dora

“Nos faltó traerlo a Boca”

El apoyo de los dirigentes de Villa Dora fue clave para este gran logro de su equipo de vóleibol femenino y Adrián Ramseyer señaló que “cuando perdimos la final el año pasado con Boca comenzamos a delinear el equipo para esta temporada. Por lo menos, hablamos con 25 chicas para llegar a conformar el equipo, y en el futuro deberemos seguir evaluando, de acuerdo con un presupuesto determinado”.

“Dimos en la tecla con los refuerzos. A diferencia de otros años, hubo cambio de organización del torneo, pudimos traer dos equipos grandes como Estudiantes y Gimnasia y Esgrima, y el público se contagió. Luego vino Ciudad de Buenos Aires, vinieron luego River Plate, Vélez Sarsfield, todos clubes grandes y fue creciendo cada vez más el apoyo”, acotó.

Y tiró con picardía: “Nos faltó traerlo a Boca. Ya nos enfrentamos siete veces, no sé que pasa con Boca, por qué siempre jugamos en Buenos Aires”.

Al ser consultado por qué la final se jugó a un solo partido y no en una serie de tres, Ramseyer dijo que “no hay sentido común en la Feva. No hay una respuesta lógica, y la vengo pidiendo desde que se armó la liga. Cuando se armó el reglamento decía: jugarán por el tercer y cuarto puesto los perdedores de las semifinales, y por el primer puesto los ganadores de las semifinales. Nada más. Nosotros jugamos la final y San Lorenzo fue declarado tercero por coeficiente y no jugaron. Me cansé de preguntarles, pero lo único que me dijeron es que se jugaba en una cancha neutral, Morón, y que los equipos se tenían que hacer cargo de la organización del evento. O sea, nos tuvimos que hacer cargo de dos días de estadía del equipo en Buenos Aires y pagar la mitad de la organización del partido en el Gorki Grana. Gastamos diez veces más que Boca”.

“Lo recaudado por televisación no da beneficios a los clubes. A nosotros, no nos televisaron nunca. Dijeron que a los semifinalistas les darían un premio en dinero, cosa que le prometimos a las jugadoras, y luego no nos dieron nada. Se borraron, no hay explicación, no hay lógica, Feva es una total desorganización, nadie te responde un mail. No hay sentido común”, aseveró y culminó: “Advertimos que podría haber estado todo armado para que San Lorenzo sea campeón... Le pusieron la papa en la boca y se empachó. Yo tengo anotados 26 puntos para la próxima reunión de Feva en que nos perjudicaron a Villa Dora y a otros equipos del interior”.

“Estamos aprovechando este boom que es salir campeones, pero hay que recalcar el rol social conteniendo tantos chicos. Más allá de esta Liga hay un club atrás, hay más de 500 chicos entre vóley, taekwondo, patín, y ahora se sumaron las mamis hockey, y eso me gustaría que las autoridades municipales y provinciales lo reconozcan brindando su apoyo”, culminó.

En tanto, el presidente del club Villa Dora, Alcides Ambroggio, indicó que “se armó un buen grupo dirigencial, apuntamos para el mismo lado, nos peleamos como toda Comisión Directiva, hasta con la entrenadora, pero yo voy directo, manejo números, lo administro como mi casa, como mi negocio, voy pensando más allá, por lo que ya estoy pensando en lo que vamos a gastar en la Liga Sudamericana en Perú dentro de un año”.

“Yo no soy el dueño del club, debo respetar a los otros directivos, las críticas de los socios, de eso aprendo mucho. Eramos un club tranquilo, no teníamos problema de nada, nos sobraba la plata, y ahora estamos revolucionados, viendo qué proyectos hacer y quién nos puede ayudar a concretarlos”, indicó.

“Necesitamos ampliar tribunas, hacer vestuarios adecuados, estamos haciendo muchísimas gestiones para que nos aprueben los planos. Hay muchas promesas pero no podemos perder tanto tiempo, nosotros vamos directo: ya hicimos baños nuevos, convertimos una casa en pensión... no paramos, y vamos por mucho más”, expresó.

Análisis

Un abrazo bajo la lluvia

Natalia Pandolfo

Villa Dora es, primero, su gente. No hubo pronóstico que asustara —ni cristiano que lo creyera—. Durante la semana, el club puso a disposición dos colectivos, que se llenaron en horas.

El sábado temprano, los hinchas partieron rumbo a Morón al grito de “Vamos las doras”. No importaba el resultado: para ellos, las chicas ya habían ganado.

Cuando llegaron, llovía, y el estadio estaba vacío. Se ubicaron en la tribuna asignada, sacaron el mate, las facturas. Y los bombos. Los bombos empezaron a sonar a las tres y media de la tarde, tuvieron su apogeo cuando las chicas pusieron un pie en el club y siguieron, enfervorizadamente, riéndose del agotamiento, sin parar, hasta después de las nueve de la noche.

Las doras fueron locales porque su hinchada así lo decidió. Porque los números lo cantaban: los santafesinos eran más del doble que los porteños. Y porque no dejaron de recibir aliento, nunca. Ni siquiera cuando, al principio, parecía que los nervios les iban a arrebatar el sueño. Ni después, cuando el cuarto set se les escurrió como agua entre las manos y la meta se les iba corriendo como una zanahoria.

Cuando terminó el partido, hubo que desalojar rápido la cancha, porque había otros esperando. En el barro, las chicas y el equipo técnico conversaron. La ceremonia se completaba con la gente esperando en silencio. Era noche cerrada, todos lloraban. Cuando terminaron de hablar, las pibas unieron sus manos al centro, gritaron el nombre del club y aplaudieron. Su gente las abrazó y se unió a ellas. Circulaba, junto con el mate, la palabra gracias.



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