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El DT presentó anoche la renuncia luego de haber dirigido a Colón en 29 partidos...

Chau Franco (fusible), hola Johansen (salvador)

A la reunión con el técnico asistieron Ariotti, Darrás y Somaglia. Esta mañana asumió Segalla, que será ayudante de Johansen, quien regresa a la tarde de un viaje.

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Tuvo muchas “vidas”

Varias veces, Darío Franco estuvo “al borde del nocaut”. Tomó fuerzas a partir del excelente final del 2015. Arrancó bárbaro el 2016 pero luego su equipo dejó de funcionar como antes y la crisis se lo deglutió. Foto: Amancio Alem

 

Enrique Cruz (h)

No duró mucho la reunión, apenas unos 20 ó 25 minutos. Enrique Ariotti, Horacio Darrás y Gabriel Somaglia (síndico titular), por el lado de la dirigencia, con Darío Franco como interlocutor. Franco volvió de Rosario sabiendo cuál iba a ser la propuesta de la dirigencia. El también tenía asumido que no podía continuar al frente del plantel. Sin el apoyo de la dirigencia, con un equipo que no le viene respondiendo adentro de la cancha y con una interna que en algún punto lo ha perturbado.

Desde que estalló el conflicto dirigencial, Colón jugó 8 partidos, ganó uno, empató dos y perdió cinco. Apenas sumó el 20 por ciento de los puntos, luego de un comienzo tan arrasador como propicio para la ilusión de la masa de simpatizantes: tres triunfos consecutivos (Arsenal, Quilmes y Belgrano), con una buena cosecha de goles: 9 a favor en tres partidos.

Los resultados empezaron a erosionar la base en la que se estabilizaba la confianza hacia Darío Franco. Su mérito había sido el de cambiar la imagen que se tenía de él. Costó un tiempo y mucha banca de parte de la dirigencia anterior, sobre todo del secretario Villanueva, que lo sostuvo contra viento y marea. Empató los dos clásicos del 2015 —resultados que condicionaban severamente su continuidad— y de pronto, en el final de la temporada, el equipo marcó una bisagra y terminó a todo vapor, inclusive con muchísimas chances de clasificar para la Copa Sudamericana (perdió la misma a manos de Belgrano, en una definición injusta desde lo futbolístico).

Parecía que Darío Franco lograba imponer su libreto futbolístico con un plantel que se había mantenido en nombres, más allá de que llegaron 11 jugadores para sumarse. El buen arranque ya detallado no tuvo continuidad y se empezó a descascarar todo casi en consonancia con el proceso de crisis dirigencial interna. Franco, en un momento de calentura y presión, puso su renuncia a disposición de Ferraro. El presidente, con su carácter componedor y de tranquilidad, le pidió que se tomara el fin de semana para reflexionar. Volvió para dirigir al equipo y se encontró conque su mejor jugador, Alan Ruiz, se le “bajó” del estribo del micro antes de viajar a Junín. No lo bancó con la fortaleza debida y dejó entrever algo que quedará en su fuero íntimo, cuando señaló que “quedará en su conciencia”, cuando se lo consultó, luego de la derrota en Junín, por la situación del “10”.

Enrique Ariotti fue el que se puso en la cabeza que había que cambiar ya el entrenador. Por eso, ejerciendo la presidencia por el natural corrimiento de cargos, citó a Franco para anoche. No quiso tomar en soledad la decisión. Levantó el teléfono y habló con Horacio Darrás. Quería a alguien del grupo antagónico —él está mucho más cerca de Giorgetti que de Vignatti— para consensuar la decisión. Se vieron las caras unos minutos antes y luego llegó el momento de hablar con Franco. El camino se allanó cuando Franco decidió renunciar. Una cosa era esto que pasó y otra diferente hubiese sido echarlo. ¿Fue inducido Franco a tomar la decisión?, es posible. El DT siempre manifestó que su intención era cumplir el contrato. Mostraba firmeza en eso cada vez que se le preguntaba. Pero pasaron muchas cosas. Y lo principal, es que en la cancha se hacía poco y nada para sostenerlo. Los cuatro goles a River terminaron siendo una aspirina. Perdió el clásico con contundencia y los partidos con Banfield y Patronato agregaron poco y nada. ¿Fue bueno el primer tiempo con Banfield?, sí, pero no alcanzó. ¿Pudo ganar con Patronato?, sí, pero no ganó. Y el viernes, Colón jugó el peor partido del torneo, sobre todo en el primer tiempo y por encima de esos encuentros en los que fue goleado y superado con creces por el rival (ejemplo, Rosario Central).

Ariotti estaba decidido a cambiar el rumbo futbolístico a partir de la salida del DT. Desde el otro sector de la interna no había un convencimiento absoluto, pero acompañaron la medida. Una alternativa habría sido la de mantenerlo y que el clásico fuese no sólo la última opción, sino también el detonante de su continuidad. Boca, en su momento, no quiso llegar al clásico con Arruabarrena y lo echó una semana antes, pero tenía la principal opción disponible y hablado: el mellizo Barros Schellotto. No es el caso de Colón: la alternativa es Ricardo Johansen, en un claro ejercicio de interinato.

“Muerto el rey, viva el rey”, expresa el dicho. Franco es el décimo entrenador que se va en 11 fechas en el torneo de Primera. Los resultados no lo avalaron lo suficiente y como siempre ocurre en este tipo de situaciones, es el primer fusible que salta. No es el único responsable de lo que pasa en Colón y el cuadro generalizado que vive hoy el club, lo acerca más al papel de “víctima” que de “victimario”. Cometió errores. Empecinado, no le salieron bien muchas cosas y terminó fagocitado y deglutido por la situación. Y es posible que se vaya “tragándose” muchas cosas que tendrá guardadas en su intimidad, sin decirlas, por su propio temperamento y personalidad.

Ahora, los de menor responsabilidad en todo esto pasan a ser Johansen-Segalla. El sábado será el momento de los jugadores y en todo momento, el de los dirigentes. Por empezar, hay una situación puntual que tiene nombre y apellido: Alan Ruiz. Algo hay adentro del plantel con él. “La decisión de que Alan Ruiz no juegue en Junín, fue exclusivamente mía”, dijo Ariotti. Es un paso adelante para justificarlo delante de sus compañeros. Su actitud fue muy buena para que Colón gane dinero, pero no tan clara para aportar todo lo bueno que es capaz de hacer adentro de la cancha.

"A Germán Conti también lo tienen apuntado en el Sporting de Lisboa. Nos preguntaron por él. Por ahí, también se lo llevan a Portugal. Vamos a ver si prospera en el futuro”.

enrique ariotti,

vice a cargo de la presidencia de Colón.

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Típico producto sabalero. “Tapita” Segalla fue jugador de Colón y como entrenador, le toca ahora asumir como ayudante de Johansen en este difícil momento. Ya estuvo en la cancha el día del partido con Godoy Cruz, claro que con Franco en la tribuna dando órdenes.

Foto: Mauricio Garín

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Levántate y anda. Ricardo Johansen, el hombre que volvió a Colón para dirigir a la reserva y que ahora se encuentra con la posibilidad de mostrarse en este interinato de cinco partidos. Debutará nada menos que en el clásico.

Foto: Pablo Aguirre

Lo que Franco dijo...

Textualmente, el comunicado de Darío Franco dice lo siguiente: “Ante distintas versiones que surgieron en los últimos días, me veo en la necesidad de comunicar que he decidido junto a mi cuerpo técnico, separarme del cargo que ocupo en el club Colón de Santa Fe.

“Tal vez no sea el momento adecuado para tomar esta decisión, pero quise hacerlo con anterioridad y los directivos me pidieron seguir adelante.

“Son momentos difíciles pero hay que tomar decisiones pensando en lo mejor para el club, aunque corramos el riesgo de equivocarnos. Seguramente, ante la proximidad del clásico de la ciudad, otro técnico aportará al plantel la expectativa de mejora que el equipo necesita.

“Me voy sumamente agradecido con los directivos anteriores y actuales, por haberme permitido trabajar en esta institución. Agradezco infinitamente el apoyo de los jugadores, cuerpo médico, auxiliares y empleados del club de las distintas áreas que nos brindaron lo mejor de sí. Y por supuesto a los hinchas, que son incondicionales aún en los momentos adversos. Atentamente. Darío Franco”.

 



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