¿Como a ti mismo?
PROF. MARÍA TERESA REARTE
DNI 6.844.546
Sobre la nota “¿Ya no existe el prójimo?”, publicada con la firma de Sergio Alario (del 25 de julio pasado), donde dice “... también en un sentido vertical. Ha muerto quien estaba cerca de él”, estimo que debió decir “sentido horizontal”. Se refiere a la muerte del prójimo, un semejante.
Otro punto para aclarar es el referente a la moral judeo-cristiana, que así como está expresada es la “ley antigua”, aludida en la parábola del Buen Samaritano (Lc. 10, 25-37), la que es superada por la moral cristiana. La ley evangélica se diferencia de la ley natural o la ley mosaica no sólo porque propone un ideal más noble y elevado, sino que hay que verlo en otra perspectiva, que difiere de la norma dada por la ley. La ley nueva es primariamente la gracia de Dios comunicada por Cristo, a la que sólo por analogía se la puede llamar “ley”. Cristo da también el “mandamiento nuevo del amor” y otras enseñanzas. Dice: “Un mandamiento nuevo les doy: que se amen unos a otros como yo los he amado” (Jn. 13, 34). La medida del amor, tal como aquí se presenta, no es amar a los otros “como a uno mismo”, sino que la medida la pone Él mismo, que entregó la vida por amor. Por eso la “novedad” de este mandamiento. Si no se explica de modo completo se parcializa el mensaje de Cristo. Y se pierde de vista que el Antiguo Testamento, y por lo tanto la ley antigua, están ambos orientados hacia la plenitud de la vida y el amor, que es Cristo.
El mismo error, según mi opinión, se advierte en la nota de Fernando Ardura, referida a la encíclica “Laudato si”, del Papa Francisco (del 24 de julio pasado), donde dice que “la piedra basal de la Doctrina Social de la Iglesia es el mandamiento: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo'. Sobre esta nota quiero señalar que las fuentes de la DSI no son sólo los Evangelios, sino también algunos libros del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento, además de los Evangelios. E incluso también con su propia jerarquía, las enseñanzas de los Padres de la Iglesia, los teólogos como Tomás de Aquino y el mismo Magisterio de los Papas.
Un punto que me resulta sensible en las definiciones del autor es su afirmación de que la DSI está sujeta “a adaptaciones en el tiempo y en el espacio”, porque da la impresión de que la DSI se “acomoda” o relativiza en función de las circunstancias. Lo cual no es así, porque equivale a incurrir en un circunstancialismo ético. Mejor sería hablar de una renovada inteligencia o comprensión de las enseñanzas de la DSI.