Un 21 de julio de 1985 comenzó lo que con el tiempo se convertiría en otro clásico santafesino —como el alfajor, la cumbia, la cerveza o el Puente Colgante—. Ese día llegó a nuestra capital la categoría de mayor trascendencia a nivel país. Ese fue el comienzo de lo que hoy habla todo el país y, por qué no, parte del mundo del automovilismo deportivo.
Ídolos. El “Loco” Di Palma vino a Santa Fe y corrió con un VW 1500 (terminó 11º). En tanto que el “Flaco” Traverso lo hizo con el Renault 18 —auto bautizado como “El Ratón”— y resultó el ganador de la competencia. Foto: Archivo El Litoral
Daniel Monticelli
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“Acordate que el 21 de julio se cumplen 30 años desde que organizamos la carrera en el Parque del Sur”, con esas palabras me recibió hace un tiempo en su taller Francisco “Pancho” Costanzo, una de las personas de consulta permanente sobre deporte motor para quien esto escribe. Él, junto a Don Ovidio Cherry, el recordado presidente del Automóvil Club Santa Fe, y un nutrido grupo de activos dirigentes, llevaron adelante lo que en la actualidad y a partir de los albores del siglo XXI, elevó la aguja de nuestra capital y la transformó de a poco en una plaza que seduce, por el espectáculo en sí mismo que es ver correr “autos de competición” en plena calle de una importante capital de Argentina —y desde 2009 que se hace de noche; obvio, que desde 2008 el circuito pasó a otro lugar de la ciudad—.
Y ayer, fecha exacta de las tres décadas del arribo del TC 2000 por primera vez al Parque del Sur (o Parque Belgrano), el mismo rito: charlar con “Pancho” y saber de primera mano y desde su particular óptica las vivencias de esta epopeya.
“Antes que nada te digo que te hice acordar de este aniversario porque quiero hacer un homenaje a todos quienes de una u otra forma colaboraron, para que entre todos pudiésemos lograr lo que para nosotros en su momento fue un verdadero desafío: organizar una carrera de TC 2000”, apuntó Costanzo.
“El Automóvil Club Santa Fe, presidido por Don Ovidio Cherry, tenía una subcomisión de automovilismo, de la que yo era el responsable. Pero sin la ayuda de tanta gente, no hubiésemos podido concretar la carrera. Te los nombro y disculpas desde ya si me olvido de mencionar a alguien (“Me sumo también, a veces nuestras memorias fallan”, opiné). Por eso esta especie de homenaje es para Rodolfo “Chiquito” Reggiani, Domingo Ochoteco, Sigifredo “Chiche” Iglesias, Roberto Cordani, Jorge “Chiquito” Rodríguez, Jorge Bounous, Alcídes Daccaro, el Profesor Eduardo Roberi, Ricardo Pallero (quien junto a Juan Carlos Fornés, siempre y desde algún lugar, prestaron su colaboración), Osvaldo Ringa, el Dr. Herrera, Carlos Romero, Osvaldo Ferrero de Cruz Roja Argentina, “Chichín” Guiguet, Benito Vázquez, Luis Gutiérrez, Omar Ocampo, Ernesto Gross, Diego Viñal, Rolando Baragiola y Raúl Pérez de Fiatagri, que nos prestaban 140 matafuegos, Orlando Lanche, Jorge Pláceres y Javier Kaiser. A toda la comunidad educativa de la por entonces ENET Nº 3 Manuel Belgrano (hoy Escuela Técnica 480), y tantos otros”, recordó. “Sobre todo que esto sirva para los familiares y amigos de varios que ya no están entre nosotros”, aportó.
—¿Por qué decidieron hacer esta carrera?
—Y fue como un desafío para nosotros. Que en 1984, Ero Borgogno y la gente del Atlético de Rafaela organizara una carrera en Santa Fe (el Club Argentino de Pilotos, entre otros) fue bastante fuerte. Entonces me dije “y por qué no organizarla directamente nosotros”. Te reitero, con la colaboración de mucha gente, pudimos hacerla (“y con sumo éxito”, agregamos nosotros).
—¿Hubo cambios en el circuito?
—No, fue exactamente el mismo. Se corrió en el sentido horario, abarcando las avenidas de circunvalación Mar Argentino y la Illia, que eran las cabeceras del trazado de 3.069 metros de perímetro. Luego se bajaba en el Naútico Sur, se tomaba por 1ro. de Mayo, se giraba hacia la Illia. Luego venía el Anfiteatro, el Convento de San Francisco, se doblaba por calle 3 de Febrero —no existía aún el “Paseo Mateo Booz”—, hasta los Elevadores de granos del Puerto local (cuya playa de estacionamiento de camiones sirvió de boxes). Posteriormente los autos ascendían nuevamente a la circunvalación, se tomaba por la mano contraria y se llegaba a la meta.
—¿Quién armó el circuito?
—Toda la gente del Automóvil Club Santa Fe en pleno. “Chiche” Iglesias aportando su grúas y los hermanos Zilli de Santo Tomé sus camiones. Ellos nos ayudaban a traer guardarraíles tanto de Vialidad Nacional como Provincial. Calculá que fueron como 10 mil metros de guardarraíles porque en algunos lados colocamos triple hilera. Y a “Memo” Kaiser le dimos una tarea: tenía que recorrer todas las noches el circuito en muchas ocasiones y horarios, para que no nos robaran los postes, tejidos y otros elementos.
—¿Tuviste que firmar avales, no?
—Sí, el promotor en las carrera era Alcídes Raies y hubo que ir hasta Rafaela para firmarlos. Firmé un contrato en el cual yo era el único responsable.
—¿Qué fue lo que más les costó para una organización de semejante magnitud?
—Te vas a reír, pero vos también viviste esa época: faltaba una semana para que se corriera y no teníamos la autorización para que la carrera se hiciera... En el Concejo Deliberante no se ponían de acuerdo y no querían firmar (NdeR: El intendente por ese entonces era el extinto Dr. Tomás Camilo Berdat).
—¿Qué réditos se sacaron de esa organización?
—Y... varios. Algunos abstractos y otros palpables. Confirmamos al país que Santa Fe era una gran plaza, porque todos decían que el fútbol era el único convocante, pero el automovilismo lo era aún más. Que no hubo ningún tipo de subsidio para hacer la carrera, la cual se hizo absolutamente con patrimonios personales, los cuales obviamente estaban en juego. Y lo más rescatable e importante quizás: hubo 20 kioscos en las adyacencias del circuito, los cuales estaban destinados exclusivamente a 20 cooperadoras escolares.
—¿Tenían temor en el rubro seguridad, sobre todo con el público?
—Sabés bien que el 100% de seguridad en el deporte mecánico no existe en ningún lado, pero nosotros estábamos muy bien cubiertos en ese aspecto; habíamos trabajado muy a conciencia. A lo que más le temíamos era a la lluvia... Es que si llovía la carrera se hacía igual, íbamos a tener menos gente, pero había que cumplir igual con el contrato (económico).
Una carrera fantástica
- Fue un carrerón la primera vez del TC 2000 en Santa Fe. Arrancó adelante Traverso, luego de una gran largada, Mario Gayraud lo superó, pero el “Flaco” se rehizo y se fue nuevamente adelante, hasta que en la vuelta 8 el “Chino” Rodríguez Canedo le sopló la punta al Renault 18 de Juan María, mientras que abandonaba el pigüense Gayraud (vta. 7) y Rubén Daray era tercero.
Entre los giros 8 y 21 hubo un duelo épico entre Traverso y Eduardo Rodríguez Canedo, hasta que este último debió desertar a raíz de quedarse sin combustible en la Ford Sierra. Finalmente, con 25 vueltas venció Traverso en 35 minutos, 13 segundos, 33/100, a 130,698 km/h de promedio; 2º Rubén Daray (Sierra XR4), a 14” 72/100; 3º Gustavo del Campo (XR4), a 25” 84/100; 4º Alfredo Pisandelli (Taunus); 5º Gerardo Del Campo (Taunus); 6º Oscar Aventín (Taunus); 7º Carlos Crocco (VW 1.500); 8º Heraldo Medrano (Renault 18); 9º Norberto Rossone (Taunus); 10º Horacio Varela (Renault 18). RdeV: Traverso, giro 6, 1m 21s 71/100, a 135,214 Km/h.
“No dudes que volvería a ser parte de un grupo de trabajo que organice una carrera en Santa Fe. Lo haría por el gran amor que tengo por mi bendita ciudad”.
Francisco “Pancho” Costanzo
Ex dirigente del Automóvil
Club Santa Fe