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editorial

Justicia parcial

  • El caso que involucra a Campagnoli va mucho más allá de su persona y pone en crisis al sistema institucional argentino.

El juicio contra el suspendido fiscal José María Campagnoli adquiere día a día ribetes bochornosos. Lo más grave para las instituciones es que en el proceso que impulsa la procuradora General de la Nación, Alejandra Gils Carbó, contra su colega, ha desaparecido todo atisbo de imparcialidad, cualidad connatural del concepto de lo justo.

De aquel ideal representado por la imagen de una antigua diosa de la Justicia que, con los ojos vendados -para no ver al encausado y así evitar cualquier contaminación afectiva- se atendrá al resultado del pesaje de las pruebas producidas durante el proceso en los platillos de una balanza imaginaria, nada queda. Hoy, en cabeza de Gils Carbó y sus colaboradores, la Justicia se manifiesta abierta y desvergonzadamente parcial y militante, actitud que destroza cualquier noción o aspiración de justicia verdadera y demuele los fundamentos constitucionales de las garantías al debido proceso.

Por eso, el caso que involucra a Campagnoli va mucho más allá de su persona y pone en crisis al sistema institucional argentino. El suspendido funcionario judicial está sometido a un Jury de Enjuiciamiento por presuntos excesos en su actuación cuando estaba a cargo de una unidad especial para investigar delitos cometidos por autores desconocidos. En el curso de una de esas investigaciones, Campagnoli tropezó con la persona de Lázaro Báez, a través de pistas que brindaban información adicional sobre la ruta de egreso y reingreso al país de dineros non sanctos, datos que fortalecían las firmes sospechas de evasión impositiva y tráfico de divisas ventiladas en programas y publicaciones periodísticos.

El suspendido fiscal había metido el dedo en el ventilador. Y a partir de allí comenzó una campaña mediática de descalificación personal a través de medios oficialistas y una durísima acometida institucional por impulso de Gils Carbó. El fiscal fiscalizado quedó atrapado en una trama política tejida desde la Casa Rosada, fue suspendido en sus funciones y sometido a juicio, con riesgo cierto de perder el empleo y la futura jubilación. Tan feroz es el ataque, que una de las integrantes del jury, la Dra. Martínez Córdoba -de quien dependía el voto decisivo ya que el tribunal estaba empatado- sufrió un cuadro de arritmia e hipertensión (quizá también de vergüenza) que terminó apartándola del caso. Por si fuera poco, se produjeron desinteligencias respecto de quién debía reemplazarla. Y con el paso de los días, el abogado defensor, Ricardo Gil Lavedra, pidió lisa y llanamente la reincorporación del fiscal a sus funciones en razón de que los plazos procesales se habían vencido sin que hubiera habido una decisión de los jueces.

Entre tanto, la reemplazante de Campagnoli, Cristina Caamaño, integrante de Justicia Legítima, la facción kirchnerista que mora en las entrañas del Poder Judicial, haciendo gala del repertorio léxico e ideológico del oficialismo dijo: “Creo que la oposición necesitaba una figura a la cual empoderar y, justamente en el momento que se lo suspende a Campagnoli, fue el elegido; él eligió a la corpo y la corpo a él...” . Palabra de militante. Todo lo que ocurre se interpreta como parte de una guerra imaginaria entre “ellos” y “nosotros”, donde quienes tienen el efectivo poder político y económico -el gobierno y sus seguidores- se victimizan ante supuestos “poderes concentrados”, como reiteró en la tribuna tucumana del 9 de Julio, el procesado vicepresidente Amado Boudou. Además, Caamaño y el fiscal Adolfo Villate, acusador de Campagnoli ante el jury, han denunciado amenazas anónimas. Y la primera fue más allá, al intentar, con la participación de la Cancillería nacional, la identificación de “tuiteros” supuestamente agresivos, gestión que terminó en un fracaso y mereció toda clase de críticas. Lo cierto, entre tanto, es que en la Argentina a la diosa de la Justicia se le ha caído de los ojos la venda de la imparcialidad.

En cabeza de Gils Carbó y sus colaboradores, la Justicia se manifiesta abierta y desvergonzadamente parcial y militante.



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